Un exilio interior que puede ser largo. Los convergentes de ‘verdad’, los que consideran que CiU fue un buen instrumento, los que han batallado hasta el último instante por “hacer política”, han decidido esperar. Saben que puede ir para largo. Son diputados como Carles Campuzano y Jordi Xuclà, dirigentes que ya no están en la brega y que trabajan en el sector privado, como el abogado Lluís Recoder, o veteranos como Felip Puig, que no quieren más emociones políticas, pero actúan como referentes y que admiten a sus interlocutores, como es el caso de Puig, que “ya no se puede ver TV3”.
¿Qué ha ocurrido? La transformación de los últimos años de ese espacio político ha llevado al primer plano una cuestión emocional. Con dirigentes independentistas presos, con el juicio en el Tribunal Supremo, y Carles Puigdemont en el “exilio” de Waterloo, el PDeCAT, heredero de Convergència, ha decidido autodestruirse. Sin experiencia política, sin formación parlamentaria, la lista de Junts per Catalunya que ha impulsado Puigdemont al Congreso queda muy lejos de lo que fue la llamada “minoría catalana” en el Congreso. Con Laura Borràs o Míriam Nogueras, en el parlamento español, se destierra cualquier posibilidad de ejercer un papel que nunca ha abandonado, por ejemplo, el PNV.
Carles Campuzano en el Congreso
Espera hasta las autonómicas
Ese exilio interior tiene un plazo: hasta las elecciones autonómicas, cuando se convoquen, y siempre muy pendientes de los resultados de las generales. El objetivo de cuadros y diputados del actual PDeCAT es ver qué se puede hacer, con qué grupos se puede contar o pasar, de forma definitiva, a la esfera privada. Una posible plataforma sería Lliures, el partido que dirige Antoni Fernández Teixidó, junto a otros colectivos, como el de exdirigentes del PP, como es el caso de Josep Ramon Bosch, hoy presidente de Societat Civil Catalana, que aboga por alguna oferta electoral en el campo del centro-derecha catalanista.
Hay reuniones, intercambio de documentos, ideas y la convicción de que ese espacio existe. Pero no hay decisiones, no se designan liderazgos, y en el caso de los que han perdido la batalla, en seno del PDeCAT, todo es demasiado reciente.
Una moción de censura determinante
Sin embargo, la importancia de dos diputados como Campuzano o Xuclà, junto a la excoordinadora general del partido, Marta Pascal, en el cambio político en España ha sido determinante.
El 28 de mayo, después de registrar la moción de censura en el Congreso el día 25, Pedro Sánchez se ponía en contacto con el PDeCAT. Fueron designados como negociadores Campuzano y Xuclà, junto a Jose Luis Ábalos y Santos Cerdán. Se reunieron, aquel mismo día 28, en las dependencias del Congreso, y también en un discreto NH Hotel, cercano al viejo estadio del Atlético de Madrid, el Vicente Calderón.
El diputado del PDeCAT, Jordi Xuclà
Al margen de Puigdemont
El miércoles 30 los dos diputados se conectaban con videoconferencia con Alemania, donde se encontraba Puigdemont. Pero el PDeCAT, los “viejos” con cultura convergente, ya habían adivinado que la moción de censura tendría éxito, tras los contactos previos con Pablo Iglesias, que había llamado la noche anterior para asegurar que el PNV estaba en la operación. Los mismos diputados hablaban con los nacionalistas vascos, pero el PNV sólo se dirigió a Mariano Rajoy el jueves, justo antes de comer. Rajoy lo entendió y se fue al famoso restaurante cercano a la Puerta de Alcalá.
El mismo viernes, 1 de junio, antes de la votación, esa pequeña delegación se reunió con Ábalos. Había flecos que se podían asegurar, como admite Xuclà, y se acordaron. Ahora todo eso se ha abandonado. No hay interlocutores. Waterloo lo ha parado todo, y los convergentes de “verdad”, han decidido pasar al exilio interior, esperando si se pueden dar las condiciones de recuperar ese espacio o ya es demasiado tarde.
Recoder o la vuelta de Mas
Todos esos cuadros y exdirigentes de CDC miran hacia distintos ángulos. No ven a nadie, todavía. Pero se insiste en Recoder, como un hombre posible, mientras Artur Mas sonríe y dice que está dispuesto para volver, cuando cumpla su inhabilitación por la consulta del 9N, en febrero de 2020.
Para comenzar, Mas ya marca claras distancias con el mundo de Puigdemont. Y señala, en una entrevista en la Sexta asegura que “Puigdemont tiene que asumir las responsabilidades y las consecuencias de sus actos”.