Las mentiras en política crean desafección. Pero ¿es el ciudadano consciente de esas falsedades? El papel de los llamados neuroconsultores en las campañas y en las estrategias de los líderes políticos es cada vez mayor, aunque un mal uso de esas técnicas puede convertir la influencia en manipulación. Y las redes sociales se han convertido en una poderosa arma para primar el interés personal sobre el bien común.

Juan Carlos Castro, experto en neuromarketing, dirige la Escuela Neurotrainer e imparte conferencias y cursos en empresas multinacionales, administraciones y cámaras de comercio. “La sociedad está cansada de corrupciones y escándalos, pero especialmente de que no exista un líder de confianza. En España, las promesas incumplidas sin una constante y crean desconfianza. La palabra del líder político se asocia con la palabra no cumplida”, explica.

La propaganda, antecesora de la publicidad, comienza a utilizarse de forma masiva en política a partir de los años cuarenta, pero una cosa es la influencia, dice Castro, y otra es el manipulación “que puede llegar incluso a cambiar la percepción de una dictadura. La influencia es responsabilidad con el prójimo para cubrir necesidades reales”.

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El experto en neuromarketing Juan Carlos Castro

La neuroinfluencia, una disciplina cada vez más presente en los equipos de asesores de los líderes políticos mundiales, y que se basa en el conocimiento de la mente humana para activar un determinado comportamiento.

También los políticos españoles lo utilizan. “Lo están haciendo genial porque en base a la ideología están consiguiendo el objetivo. La pregunta es: ¿Cuál es la intención? Convencer a esas personas para conseguir un bien común o buscar solo un bien propio. La gran diferencia vendrá siempre determinada de la intención real que tienen para conseguir su objetivo”, explica Castro, autor de varios libros sobre estas disciplinas.

Hacer lo que se dice y se piensa

La persuasión, dice, es “la capacidad o habilidad para convencer a una persona mediante razones o argumentos para que piense de una determinada manera o haga cierta cosa”. Algo diferente a la manipulación. La diferencia es tan sutil que lo único que lo diferencia es la intención. “La influencia persigue el bien común, beneficia a la persona que la ejerce pero también las personas que la reciben. En cambio, la manipulación solo busca el beneficio propio de quien ejerce esas estrategias”.

La frontera entre la manipulación y la mentira parece muy tenue, de ahí la desafección ciudadana. ¿Cómo revertir esa desconfianza? “El político debe demostrar con sus actos y comportamientos que aquello que dice y piensa es lo que hace. Un líder debe ser integro”, explica el experto.

¿Carisma o confianza?

Por tanto, ¿quién es más persuasivo? ¿Un líder con carisma o aquel que inspira confianza? Castro responde: “¿Por que elegir entre uno u otro? Considero que un líder tiene que englobar las dos habilidades, por una parte, tiene que ser lo suficientemente carismático, tener ese magnetismo para enamorar a su público, pero después, detrás de ese proceso, tiene que haber una consistencia en sus actos que genere la suficiente confianza. Las dos son necesarias, pero considero que la que determina la gran diferencia es tener en frente a un líder que genere confianza.

Como no podía ser de otra manera, la irrupción de las redes sociales ha tenido un gran impacto en el neuromarketing. “Pero creo que son más un elemento de manipulación que de influencia. Hoy es muy fácil convertir noticias que alteran un resultado en virales. La gente se queda más con aquello que le llama la atención que con lo que es realmente cierto. El uso por medio de responsables de publicidad de las redes sociales debería ser ético”.