Creer en Dios. Creer en la independencia de Cataluña. Los activistas independentistas tienen fe en lo que hacen, hasta el punto de que denuncian a España por violar la libertad de expresión en las instancias internacionales sin inmutarse. El último testimonio lo ofrece Carles Torner, poeta y escritor, pero, principalmente, un activista católico que propaga su fe en alianza con la causa independentista como director ejecutivo del PEN Internacional, desde su cargo en Londres.
Esa relación, entre la defensa de la lengua y la cultura y el catolicismo es algo “natural”. Según Torner su compromiso con distintos colectivos internacionales le ha llevado a “celebrar la fe juntos”: “De manera que para mí es inseparable y para mí es muy fácil, cuando estoy en un encuentro internacional, participar de la liturgia del país allí donde estoy y sentir el vínculo de manera muy rápida entre una cosa y otra”. Así lo apuntaba en una entrevista en el programa De Bat a Bat del Obispado de Lleida.
Liberación de Cuixart y Sànchez
Ese catolicismo pasa para él por la defensa de la independencia, constatando que para muchos catalanes que han abrazado la causa política ésta se ha convertido en una nueva fe, en algo casi sagrado que está por encima de todo y que no puede ser cuestionado.
Torner ha sido el impulso de una campaña que ha llevado al PEN Internacional a firmar un manifiesto a favor de la liberación de Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, promocionada, a su vez, por el PEN catalán, dirigido por Àngels Gregori. Hasta 15 centros PEN de todo el mundo han expresado su voluntad de difundir esa reivindicación, sin atender demasiado a la naturaleza que la promociona. El PEN Club se constituyó en 1921 para proteger a escritores en situaciones de conflicto, como consecuencia de la I Guerra Mundial. El club catalán se creó un año después, en 1922, con la participación de Carles Riba, Marià Manent o Pompeu Fabra.
Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, el 20 de septiembre de 2017
Activista profesional
Torner, que fue director de la revista Qüestions de vida cristiana, es un propagandista desde hace décadas. En Barcelona, para presentar la campaña, y después de reunirse con Cuixart y Sànchez en la prisión de Lledoners, ha llevado en todo momento el lazo amarillo en el pecho, y con la idea sistemática de que España vulnera la libertad de expresión. Asegura que ha tenido “la fortuna de conocer mártires”, y se define como “un católico, que proviene de las asociaciones de estudiantes católicos, presentes en todo el mundo”. Articulista durante años en el diario Avui, Torner ha sido más activista que profesional de la escritura, como poeta o como ensayista o escritor, a pesar de que esas son las características del PEN Club, cuyas siglas en inglés tienen un doble significado: pluma, y el acrónimo de Poetas, Ensayistas y Novelistas.
¿Pero qué pasa en España con ese club de escritores, que, en el pasado logró la liberación, entre otros autores, de Arthur Koestler, arrestado y sentenciado a muerte en la España franquista? El problema para quien no defiende la causa independentista es que el PEN español está dominado por el PEN catalán, que se mueve en aguas internacionales y que tiene a Carles Torner, precisamente, como director ejecutivo del PEN Internacional en Londres.
España, marginada
Torner fue el responsable del programa literario que permitió a la cultura catalana desembarcar en Fráncfort en 2007 sin autores en lengua castellana. A pesar de que el club de escritores tiene presente que debe ser neutral en cuestiones políticas, Torner ha superado esa barrera, ante la impotencia del presidente del PEN España, Basilio Rodríguez Cañada.
La labor del PEN catalán, que se mueve como pez en el agua en el contexto internacional –como ha ocurrido en otros ámbitos ante la desesperación ahora del ministro de Exteriores español, Josep Borrell— consiguió que en el congreso en 2017 en Ucrania no se permitiera la participación del PEN España. Se alegó que había problemas estatutarios y que no se habían pagado las cuotas. Y se difundió, sin sonrojo, que en España se había deteriorado la democracia “con ataques a la libertad de expresión”.
El escritor Mario Vargas Llosa
¿Visiones políticas?
La fe, el activismo, la defensa de un proyecto independentista, desde hace años, han llevado a esa situación, con una campaña a favor de Jordi Cuixart y Jordi Sànchez que no son escritores, como ha defendido el analista Daniel Gascón. Sí se da la circunstancia de que Cuixart es miembro del PEN catalán, y dirigente de una entidad cultural, como Òmnium Cultural, constituida a principios de los 60 por la burguesía catalana que colaboró con Franco para defender la lengua y la cultura catalanas, como medio para lavar sus culpas, como señalaba el escritor Josep Pla.
Esa campaña ha llevado a algunos escritores, como Mario Vargas Llosa, a abandonar el PEN Internacional, una institución que él mismo presidió entre 1977 y 1980. En el manifiesto que ha impulsado Torner se considera que Cuixart y Sànchez expresaron “pacíficamente sus visiones políticas”, en las concentraciones frente al Departamento de Economia, el 20 de septiembre de 2017.
El precedente de Rushdie
El comunicado añade que “últimamente los catalanes han sido víctimas sin precedentes desde la dictadura franquista, de persecuciones por diferentes manifestaciones artísticas”. Para Gascón eso no se puede admitir, en la línea expresada por Vargas Llosa, porque no ha habido “persecución” en contra de las actividades artísticas de los catalanes, simplemente por ser catalanes.
Gascón ha recordado que este mes, en febrero, se cumplen 30 años de la fetua del ayatolá Jomeini contra el escritor Salman Rushdie. Entonces, con Susan Sontag como presidenta del PEN de Estados Unidos, este club de escritores fue fundamental con una campaña de solidaridad a favor de Rushdie. Sin embargo, ahora se promueve una causa política que no se sonroja si sus campañas no casan con la realidad. Y uno de los responsables es Torner, católico integrista que ha enlazado el independentismo con la fe, una fe en una Cataluña independiente, por encima de todo.