Los improperios y descortesías del diputado de ERC Gabriel Rufián en sus intervenciones en el Congreso de los Diputados han llamado la atención del mundo académico. La prestigiosa revista Journal of Pragmatics, pionera de la lingüística y con una gran circulación internacional, ha publicado un artículo académico que estudia la “descortesía” del político como “estrategia retórica” en la política española.
El autor del artículo, titulado Impoliteness as a rhetorical strategy in Spain's politics, es el académico J. A. Garrido Ardila, profesor de lingüística en la Universidad de Malta e investigador en la Universidad de Ámsterdam. Una de las principales conclusiones del estudio, explica su autor a Crónica Global, es que “Rufián presenta todas las características que los especialistas en estudios de cortesía han identificado como la esencia de la descortesía”. “No hay nada parecido a Rufián en la Unión Europea”, remacha.
Populismo
La estrategia del diputado nacionalista pasa por apelar a las emociones tanto de sus interlocutores como de sus votantes, y para ello recurre a un lenguaje emocional: “Se presenta como adalid de lo que mucha gente que le vota quiere oír. Sí, esto es populismo o, como lo define el historiador Niall Fergusson, emocracia (sin la D), que apela a las emo-ciones”.
El estudio analiza la agresividad y los malos modales del dirigente de ERC. Este tono, añade el académico, “puede ser entendido por algunos como una muestra de su seguridad en la veracidad de lo que afirma. Repetir una y otra vez que algo es como él dice que es transmite a sus votantes la reafirmación de las tesis en las que creen”.
Calificativos despectivos
Garrido matiza que su análisis no se basa en que “Rufián sea o deje de ser descortés”, sino en que su discurso “se vale de recursos dialécticos reconocidos como descorteses”. En este sentido, el estudio abunda en la efectividad que tiene su discurso para lograr sus objetivos.
De acuerdo con el autor, el diputado de ERC “trata de forzar la paciencia de sus interlocutores, a veces por medio de calificativos despectivos”. Uno de los casos que ilustran este comportamiento se produjo en la comisión sobre la financiación ilegal del PP. La vicepresidente de la Comisión, Beatriz Escudero, tuvo que aguantar la palabra de “palmera” por parte de Rufián. Finalmente, cuando éste le guiñó un ojo, ella le llamó “imbécil”.
“En realidad, cuando hablamos de descortesía en el caso de Rufián, de lo que hablamos es del uso de la lengua con fines determinados, que en este caso es la acción política. Lo cierto es que Rufián ha adoptado un estilo dialéctico que es tremendamente efectivo”, explica.
Reflejo de España
El éxito de Rufián es hablar como lo hacen muchos españoles de a pie: “Si, como se dice, cada país tiene los políticos que se merece, el habla de Rufián no deja de ser más que un reflejo de nuestra sociedad actual”.
Esto se observa en que recurre más al lenguaje soez que a la ironía, algo que según el autor no ocurre por ejemplo en el Reino Unido: “En una ocasión, David Cameron respondió a una pregunta de Jeremy Corbyn en el Parlamento con una referencia despectiva a la corbata y al traje de éste. En el caso de Rufián, emplea la ironía, pero muy a menudo descalifica a sus adversarios con comentarios extraordinarios, como cuando, en las Cortes, llamó a un ministro "miserable", o "ladrones" a los integrantes del Gobierno de Rajoy”.
La diferencia de Rufián con Cameron o Corbyn también es extensible a Nigel Farage, exlíder del partido euroescéptico UKIP: “Se pueden avalar fake news sin necesidad de incurrir a un lenguaje excesivamente ofensivo o soez. Ahí tiene usted los casos de Nigel Farage o de Jacob Rees-Mogg. Expresan visiones maniqueas y a veces mendaces --o fake news, como se dicen ahora-- pero con una elegancia exquisita”.
Incorrección política
Este experto en lingüística también alerta de que ser “políticamente incorrecto”, no significa ser maleducado. Y ve en el discurso de Rufián más elementos de descortesía que de incorrección política.
Uno de los ejemplos que esgrime Garrido para resaltar hasta qué punto es insólito el caso de Rufián es el de Farage. Cuando este líder defensor del Brexit dijo que estaba de acuerdo en que en el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE no pudiera votar su esposa que es alemana. “Era políticamente incorrecto, pero atenuó esa incorrección política. En lugar de decir: 'Quiero un referéndum en el que no voten los inmigrantes de la EU', reformuló la idea con la alusión a su esposa alemana”.
Rufián ha conseguido llamar la atención de los medios y ahora también de la lingüística.