Un hartazgo total. Elsa Artadi ultima su salida del Govern de Quim Torra, para formar parte de las listas municipales por Barcelona, con Joaquim Forn, tras comprobar que es “imposible” una línea de actuación coherente en el Ejecutivo catalán. Artadi, que ha querido mantener y mantiene una buena relación con el Gobierno de Pedro Sánchez, se ve en la tesitura de realizar permanentes consultas. Hasta el punto de ser motivo de comentario de la vicepresidenta Carmen Calvo en las últimas reuniones mantenidas con el ejecutivo catalán.
Artadi comprueba cada día que el presidente Quim Torra ni actúa en función de su cargo ni quiere hacerlo. Fuentes conocedoras del funcionamiento interno señalan que, en determinadas reuniones y entrevistas, Torra le pide a su interlocutor que le diga lo mismo a tal o cual consejero. Simplemente no ha querido prestar demasiada atención y responsabiliza a otros. Él cree que no es su cometido. Que sólo está al frente de la Generalitat para mantener la llama de la proclamación de la república y guardar el puesto a Carles Puigdemont.
PDeCAT y las facciones
Pero eso genera los nervios y el enojo de Artadi, que acaba resolviendo las cuestiones internas y las diferencias entre los distintos departamentos. No los que dirige Esquerra Republicana, que tienen su dinámica propia. Hasta el punto, y como muestra de las diferencias existentes, de que Junts per Catalunya ha comenzado a responsabilizar a los republicanos de no llegar a un acuerdo con los comuns para aprobar los presupuestos, porque el departamento de Economía está en manos del republicano Pere Aragonès.
Esa es la realidad de un Ejecutivo roto y sin coordinación. Artadi se ve tensionada por el expresidente Puigdemont, pero también por el PDeCAT, dividido, a su vez, en diferentes facciones, y hasta por el expresidente Artur Mas. Con todos ellos departe y consulta sus decisiones, lo que ha llamado la atención del Gobierno español, y de la vicepresidenta Calvo, que no se atreve a trazar una hoja de ruta sin interlocutores fiables.
La consejera Elsa Artadi
Artadi, tras los pasos de Mas
En el caso de Esquerra, el Gobierno español lo tiene claro. Es cierto que los consejeros republicanos tienen el ascendente de Oriol Junqueras. Y que el presidente de ERC recibe las visitas de la dirección del partido en Lledoners. Pero la coherencia es mayor. Se sabe lo que se desea realizar desde el Ejecutivo, y también las líneas rojas que no se quiere traspasar. Pero, ¿y en el otro lado?
Artadi ha dicho basta. Otra cosa es que el propio Joaquim Forn vea en ella una pieza esencial para su candidatura a la alcaldía de Barcelona. De hecho, si la consejera de Presidencia va como número dos, será la cabeza de lista efectiva. Y Artadi también ha llegado a una conclusión: puede ser concejal en el Ayuntamiento, participe o no en un equipo de gobierno, y esperar su momento. Fue exactamente lo que hizo Artur Mas antes de ser candidato a la Generalitat por primera vez en 2003, frente al socialista Pasqual Maragall. Mas llegó a ganar los comicios, pero no gobernó, tras el acuerdo del primer tripartido de izquierdas.
El factor Crida
Lo que se esconde en el Gobierno de Torra es un desbarajuste enorme, según las fuentes consultadas. La lucha por el poder es lo que mueve a todos los consejeros, con el añadido ahora de la constitución de la Crida per la República. La propia Artadi --que rompió su carnet del PDeCAT antes de las elecciones del 21D--, forma parte de la Crida, junto a Damià Calvet o Laura Borràs.
La dirección del PDeCAT ve en Artadi un mal menor. La mala relación inicial de Artadi con Marta Pascal, la excoordinadora general del partido, defenestrada por Puigdemont, ha dado paso a un intercambio fluido de información con otros dirigentes del PDeCAT, pese a que se mantiene la desconfianza. Y Artadi sigue cerca de Artur Mas. La pareja de Artadi, Heribert Padrol, mantiene también esa buena relación con quien fue uno de sus colaboradores, en su etapa como diputado de CiU en el Congreso, bajo el liderazgo de Xavier Trias.
Artadi, con Mas y Puigdemont, en una imagen de archivo
Demasiadas consultas
Pero el problema es de mayor calado. ¿Qué se quiere hacer, cuál es el proyecto de gobierno? Todo eso está parado, porque Puigdemont intenta, con la Crida, su propia investidura, y presionar, todo lo que pueda, a Esquerra Republicana para lograr listas conjuntas que permitan a todo ese mundo posconvergente seguir en posiciones de poder. Artadi, si desea mantener su carrera política, debe salir del Govern, según le aconsejan los más fieles a la consejera de Presidencia.
Sin un aparato político propio, sin ascendencia en un territorio concreto, Artadi depende de un cargo de gestión, donde pueda brillar con luz propia. Y ese espacio se lo puede posibilitar el Ayuntamiento, sin tener que contactar, cada dos por tres, con Waterloo, con Mas, con la sede del PDeCAT en Barcelona, con la vicepresidenta del partido, Miriam Nogueras, o con los diputados convergentes clásicos en el Congreso. “Es un sinvivir”, señalan fuentes conocedoras de la posición política de Artadi. El hartazgo es total, porque, en realidad, nadie de todo ese espacio posconvergente, salvo algunas excepciones, como la consejera de Empresa, Àngels Chacón o el propio Damià Calvet, que se ha visto arrastrado, aunque simpatice, por ese movimiento-partido llamado la Crida que nadie sabe cómo acabará.