Está retirado de la primera línea política, pero permanece atento a la evolución de una televisión pública cuyo sesgo ideológico criticó en su polémico libro Maleïda crosta (Maldita costra) publicado en 2009. Cuestionó incluso a sus compañeros de partido por no hacer lo suficiente.
Joan Ferran, exdiputado del PSC, se queja de la incapacidad de los políticos para garantizar la pluralidad en TV3, donde ve profesionales "adictos al régimen", pero rechaza aplicar el artículo 155.
-¿TV3 está mejor o peor que cuando usted escribió su libro?
-Está peor porque en los ochenta, había un contenido nacionalista difuso. Ahora se ha pasado a un independentismo manifiesto en las tertulias, el seguimiento de las noticias, las parrillas… Solo un ejemplo. El día en que se publicó el libro que Joaquim Forn (exconsejero de Interior) escribió en la cárcel, el canal 3/24, a las 20.30, puso esa información como primer titular. El segundo era uno de esos viajes costumbristas que hace Quim Torra. Hemos visto multiplicadas las agresiones policiales del 1-O y los contenidos del programa FAQS.
-Bueno, ahora ese programa ha cambiado de presentadora…
-Yo creo que eso es producto de las peleas entre PDeCAT y ERC, como hemos visto en la elección de los miembros de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA). Han vendido TV3 como si fuera una especie de BBC a la catalana, pero las discusiones para renovar cargos acaban en un mercadeo a la italiana y en un espectáculo terrible. El resultado es la congelación de todos los cargos de la CCMA, de TV3 y Catalunya Ràdio. Todo ello demuestra una incapacidad política.
-¿Existe solución?
-Es una situación crónica. Veo muy difícil que se dé marcha atrás. Hay en TV3 gente adicta a la filosofía del régimen. Los imparciales se han ido marchando o los han arrinconado. Lo vemos en los presentadores estrella, que cada vez están más próximos a la publicidad del Govern. Eso es legítimo si eres un ciudadanos, pero no si conduces un programa en a televisión pública. Es un gigante que cuesta 230 millones y que gusta a la gente nacionalista.
-Son líderes de audiencia.
-Ellos cocinan las cifras, pero suponiendo que lo sean, Telecinco también es líder con televisión-basura. TV3 es líder por la crispación y la tensión política.
-PP y Ciudadanos piden aplicar un 155 a TV3…
-Sería contraproducente. Si se hubiera hecho imagina la ola de solidaridad de todas las televisiones, desde las locales hasta la televisión de Letonia. No se puede entrar a saco, el camino debe ser político, con más control institucional. Aunque es difícil. Al actual director, Vicent Sanchís, le dieron una patada en el Parlament –se refiere a la reprobación aprobada—pero ahí está.
-Pero aseguran que él ha intentado cambiar las cosas, reducir plantilla…
-Él dice que lo intenta, pero no hace nada. Él ha estado en todos los chiringuitos de CDC. Pero es un valenciano converso, muy hábil políticamente hablando.
-¿Qué opina del papel del Consejo de los Audiovisual de Cataluña en el control de TV3?
-Está bajo mínimos. Su presidente, Roger Loppacher, es un comisario político. Lleva mucho tiempo en situación de provisionalidad. Lo ideal sería un CAC autónomo, no supeditado a los partidos.
-¿Hay que controlar también el humor que se hace en TV3?
-Algún día deberíamos estudiar cómo influye el programa Polònia en el desprestigio de la política. Ellos dicen que acerca la política a la normalidad, pero presentan a los personajes como chorizos, fascistas o o estúpidos. Una profesión respetada se ridiculiza. A Pere Navarro, por ejemplo, le destrozaron. Y en el caso de Alicia Sánchez-Camacho, aludieron a temas personales. Es un humor infame que deteriora la política.
-¿Para cuándo una segunda parte de su libro Maldita costra?
-La verdad es que estoy un poco descolgado. Yo no les tengo manía, me quejo de la incapacidad política para poner orden.