Ciudadanos quiere ahora escapar de la "trampa" del PP y Vox
La formación de Albert Rivera se vanagloria de echar a los socialistas del poder en Andalucía, mientras Valls reclama que no se vaya más allá para no caer en una "incongruencia moral"
28 diciembre, 2018 00:00Una operación que el PP sabía que le podía salir muy bien, con poco coste. Su líder, Pablo Casado, lo intuía. El acuerdo en Andalucía con Vox y Ciudadanos permitirá al popular Juan Manuel Moreno presidir la Junta de Andalucía, y buscar acuerdos, con el mismo formato, en el resto de España, en todos los niveles, en comunidades autónomas, municipios y, finalmente, si llega el caso, en la Moncloa. ¿Pero cómo venderá ese acuerdo Ciudadanos? Para empezar, el partido que lidera Albert Rivera rechazó que hubiera acordado nada con el partido de ultraderecha Vox, que le ha llevado, en la sesión de este jueves, a presidir el parlamento andaluz, en la persona de la abogada Marta Bosquet. Mientas el PP no tenía inconveniente en manifestar ese pacto a tres, con Ciudadanos y Vox, el partido naranja insistía en negar la evidencia.
Sobre el papel la posición de Ciudadanos es cierta. Las conversaciones finales las han protagonizado los dirigentes andaluces del PP y de Vox, con una reunión final entre el secretario general de los populares Teodoro García Egea y su homólogo de Vox, Javier Ortega Smith. Pero la votación de este viernes no admite dudas. Bosquet fue elegida presidenta del parlamento andaluz con 59 votos, incluyendo a Vox.
Los doce de Vox
El partido de Santiago Abascal, un ex diputado autonómico del PP, quiere ahora iniciar negociaciones serias, formales, para introducir algunas de sus propuestas en el acuerdo ya alcanzado entre PP y Ciudadanos de cara a la investidura de Juan Manuel Moreno. Para el PP andaluz, no habrá problema, y las primeras reacciones constataron cierta receptividad. En el caso de Ciudadanos, Juan Marín incidió en que ese acuerdo no se debería tocar. Pero sin los doce votos de Vox no habrá cambio en Andalucía.
Esa es la realidad de un acuerdo cuyos protagonistas se juegan cosas distintas. Para el PP, Vox no es un partido que se deba marginar. Es un conjunto de militantes que surge del ala derecha del PP, y que ha adoptado un ropaje populista, con tintes de ultraderecha, y de carácter conservador que recupera un nacionalismo español que se creía superado. Para Ciudadanos, en cambio, un partido que se autoproclama como moderno, europeísta, con Macron como modelo, con un discurso liberal tecnocrático, Vox es una fuerza política comparable al Frente Nacional de Marine Le Pen. Así lo reiteró Manuel Valls, el alcaldable de Ciudadanos por Barcelona, aunque Valls trate de impulsar una plataforma cívica que pueda ampliar el espectro social de Cs.
Santiago Abascal, el líder de Vox
El papel de Susana Díaz
Valls fue taxativo, con un comunicado, al conocer la votación en el parlamento andaluz. Para el alcaldable por Barcelona, el acuerdo con Vox no debería ir más allá, ni incluir un pacto para la gobernabilidad. Para ello, reclamó al PSOE que se abstuviera y dejara gobernar al PP. “Evitaría así suscitar sospechas de que con su oposición hace el juego a la extrema derecha”. Valls insistió en que “todo acuerdo programático o de gobierno con Vox sería, en cambio, un error político y una incongruencia moral. Sería incompatible con los valores europeos que muchos de nosotros defendemos”.
Pero ese acuerdo deberá contar con Vox, una vez PP y Ciudadanos se propusieron dejar en la estacada al PSOE de Susana Díaz. Una de las ideas del partido de Albert Rivera era que Díaz presentara su dimisión, y, con otro candidato socialista, Ciudadanos hubiera intentado un acuerdo de gobierno. Pero eso no ha sucedido. La dirigente socialista quería que se evidenciara, si quedaba fuera del poder, que los dos partidos de centro-derecha debían contar con Vox.
Valls, irritado
Para la imagen de Rivera supone un problema. También para Valls, que ya recibió las primeras críticas de la alcaldesa Ada Colau y del conjunto del independentismo. Pero Ciudadanos debe ahora asumir ese coste e incidir en las políticas acordadas, que, ahora mismo, no tienen nada que ver con lo que exige Vox, con medidas para cubrir la enseñanza gratuita a todos los niños hasta los tres años; manteniendo las políticas sobre igualdad de género, y con subidas salariales, para equipararlas con la media nacional, para médicos y profesores.
Vox exige cambios. Sin ellos, sin modificaciones en ese acuerdo de gobierno, se pondrá en riesgo la investidura de Juan Manuel Moreno.
El alcaldable por Barcelona, Manuel Valls
Un problema para Arrimadas
El PP sigue firme. El líder del partido, Pablo Casado, sigue decidido a ampliar ese esquema en toda España. Y lo dice abiertamente: “en ciudades y gobiernos autonómicos”, mirando a las elecciones del 26 de mayo.
Ciudadanos, por ahora, ha seguido esa "trampa" del PP, que considera a Vox como algo propio, no ajeno, familiar, sin complejos para establecer pactos de gobierno con la formación de Santiago Abascal allá dónde los necesite.
En Cataluña, su líder, Inés Arrimadas, deberá lidiar con ese acuerdo, con el bloque independentista crecido, que ha encontrado un argumento, y que lo utilizará de forma obsesiva para desacreditar al llamado bloque constitucionalista, que ha decidido gobernar, nada más y nada menos que la primera comunidad autónoma en España junto a la ultraderecha.