Un grupo de sintecho y activistas okupó el pasado 9 de noviembre la antigua Casa de Cádiz de Barcelona para establecer un “nuevo proyecto autogestionado” en el corazón del barrio de la Sagrada Família. Actualmente viven 12 personas que trabajan a contracorriente para acondicionar el local. Tienen previsto alojar hasta 40 sintecho y refugiados a partir del 1 de diciembre, que será la fecha de inauguración oficial de “Welcome Sense Sostre”, nombre con el que han bautizado el proyecto. De momento, ya tienen a 30 personas en lista de espera sin contar a los 12 que ya viven aquí.
Interior de la casa Cádiz, ahora okupa por sintecho / CG
Lagarder Danciu, un conocido activista de Barcelona que ha participado desde el inicio en esta okupación, explica a este medio que el local lleva abandonado más de diez años. Antes era propiedad del Ayuntamiento de Cádiz, luego de la Junta de Andalucía y ahora corresponde a una entidad bancaria, afirma el promotor de la iniciativa. Están en contacto con un abogado con experiencia en este tipo de procesos por si hubiera cualquier problema legal, aunque saben que lo más delicado ya ha pasado. Han conseguido permanecer en el edificio más de 72 horas, el tiempo necesario para evitar un desalojo exprés. Además, al ser el propietario una entidad bancaria, no se puede aplicar la nueva Ley 5/2018, más conocida como la ley de desahucio exprés, que entró en vigor con Pedro Sánchez en el Ejecutivo.
Relación con los vecinos
Más allá de las cuestiones legales, la Casa Cádiz nace con la intención de ganarse la legitimidad de los vecinos. Su justificación, la de acoger a personas sin hogar y sin recursos, gusta a una parte del barrio, que ven con buenos ojos la razón de ser del proyecto. En su interior albergan a pensionistas, refugiados, y otras personas que llevan años viviendo en las calles. “Tenemos gente procedente de Guinea, Marruecos, Afganistán, Siria… Uno de ellos vino en el barco Aquarius desde Afganistán”, relata enorgullecido Danciu. El activista no oculta sus verdaderas intenciones, que van más allá de crear un centro de acogida: “Sagrada Família es un barrio muerto por culpa de la masificación turística. Queremos que este centro sea toda una referencia en el barrio”.
Y lo cierto es que durante estos días muchos vecinos se han acercado hasta la antigua Casa Cádiz para colaborar a través de donaciones. El local acumula una gran cantidad de ropa, que según afirma Danciu, están en mejores condiciones que la que ofrecen las ONG’s o servicios sociales. “Todo lo que hay en Casa Cádiz es de los vecinos, sobre todo de gente mayor. Traen mantas, comida, ropa, muebles…” afirma, poco antes de que un hombre se acerque hasta el local para donar varias cajas de fruta ecológica. “¡Muchas gracias! Aquí intentamos promover una alimentación ecológica y saludable. Tenemos un cocinero afgano que únicamente prepara platos afganos”, le explica el activista, que aprovecha para presentarle a Baba, el chef de esta particular casa okupa.
Un vecino donando fruta a la Casa de Cádiz / CG
Críticas al consistorio
Baba y el resto de inquilinos de Casa Cádiz tienen cada uno asignada una función para acondicionar el inmueble antes del 1 de diciembre. Esto les hace “recuperar su dignidad y mejorar sus capacidades”. Un modelo que Danciu contrapone al de los albergues, a los que no escatima en críticas: “Son cárceles gestionadas por empresas privadas que lo conciben como un negocio. Muchas personas prefieren dormir en la calle antes que someterse a sus normas” relata.
Uno de los inquilinos de la Casa de Cádiz trabajando en las labores de rehabilitación / CG
También carga contra el Ayuntamiento de Barcelona por renunciar a la municipalización de los servicios sociales y “gastarse 37 millones de euros al año en externalizar este servicio para pagar a empresas lucrativas que hacen negocio” con los sintecho. Tampoco se libra de las críticas la alcaldesa Ada Colau, a la que califica como “una traidora que se debe a los bancos. Ya han muerto 67 personas sin hogar”, por lo que se plantean “poner un contencioso administrativo por dejación de funciones”.
Más plazas en invierno
Precisamente el Ayuntamiento de Barcelona anunció en noviembre que este invierno activará la Operación Frío para personas sin hogar con un total de 400 plazas de alojamiento --el doble de las que habían funcionado en estos períodos-- y que se sumarán a las 2.130 que dispone la Xarxa d'Atenció de Persones Sense Llar (XAPSLL).
La teniente de alcalde de Derechos Sociales de Barcelona, Laia Ortiz, aseguró que, de ser necesario, se activarán más plazas y que el consistorio proporcionará refugio a todas las personas que lo requieran: "Habrá alojamientos provisionales para situaciones de frío en distintas zonas de la ciudad".
En función de las temperaturas
La Operación Frío tiene una primera fase cuando las temperaturas bajan a cerca de los cinco grados, por lo que se activan 75 plazas del Centre d'Estades Breus (CEB) situado en el Centre d'Urgències i Emergències Socials de Barcelons (CUESB), y cuando se alcanzan los cero grados, se abren otras 325 plazas.
De las 2.130 plazas diarias que forman parte de la XAPSLL, 1.346 son municipales, que han aumentado un 29% desde 2015, y el presupuesto municipal también ha crecido un 29%, de los 27 a los 35 millones de euros.
Finlandia como ejemplo
El consistorio realizó este anuncio tras tener que lidiar con el colectivo de sintechos en un año convulso. El pasado mayo, los Mossos desalojaron en coordinación con los servicios sociales del Ayuntamiento un campamento de personas sin hogar instalados en un solar de Arco de Triunfo. Un mes antes, en abril, la llamada AcampadaXDrets –que reclamaba al gobierno de Ada Colau actuaciones urgentes en materia de vivienda social-- fue desalojada de la Plaza de Cataluña por parte de la Guardia Urbana.
Desde Cáritas Barcelona confirman que “se están poniendo muchos medios y recursos para atender a las personas sin hogar”, pero que debido a los altos precios del alquiler y los bajos sueldos, el fenómeno se agrava y afecta a más gente. Ferran Moreno, técnico del programa Sense Llar i Habitatge de Càritas, afirma que “todo es mejorable”, pero destaca que “lo más importante para solucionarlo sería ir a la raíz del problema: por qué acaban en la calle". "Es un tema social, un tema que va más allá de la ciudad y que debería ser abordado también a nivel estatal” añade. Pone como ejemplo a Finlandia, que según él es “el único país europeo que han conseguido erradicar el sinhogarismo”.
Fenómeno en aumento
Lejos de erradicarse el problema, en Barcelona este fenómeno va en aumento. En el último recuento que realizó la Fundació Arrels en mayo de 2018 se contabilizaron 956 personas durmiendo en las calles de Barcelona, una cifra muy superior a la de los años precrisis. Además, según sus datos, en lo que va del año ya han fallecido en la ciudad un total de 46 personas sin hogar. Frente a la falta de soluciones, este colectivo ha decidido pasar a la acción --de la mano de activistas experimentados-- para poner fin a sus paupérrimas condiciones de vida, pese a enfrentarse directamente con el ayuntamiento y la propiedad privada.
El acercamiento al movimiento okupa y anarquista de Barcelona se palpa desde el exterior de la antigua Casa Cádiz, donde ondea una bandera anarcosindicalista desde que los sintecho decidieron okupar el inmueble.