Dios, en Cataluña, es nacionalista, y poco hace la máxima autoridad eclesiástica en España, la Conferencia Episcopal, para cambiar esta situación. Son numerosos los casos en que clérigos catalanes se han posicionado a favor de la independencia de Cataluña o que, directamente, han atizado al pueblo contra la presencia de la Guardia Civil, como fue el caso del párroco de Calella, Cinto Busquet, sin ser amonestados por sus superiores.
El nuevo libro de Rafa Latorre, Habrá que jurar que esto ha ocurrido (La Esfera de los Libros), explica cómo la Conferencia Episcopal nunca ha sancionado o apartado alguno de sus miembros en Cataluña por tener un comportamiento poco acorde con sus funciones como representantes de la Iglesia Católica. “No quieren meterse en líos con la Iglesia catalanista porque tiene mucho poder”, argumenta Latorre sobre el silencio atronador de la institución presidida por Ricardo Blázquez.
Cantera de partidos nacionalistas
En su obra, el periodista gallego recoge el “lugar común” de que “el seminario es la cantera de los partidos independentistas en Cataluña”. La fe que profesan algunos de los líderes más reconocidos, como el presidente de ERC, Oriol Junqueras, es conocida. Sin embargo, los vínculos del nacionalismo con la Iglesia catalana comprenden todo el arco ideológico. De la extinta CiU a la CUP.
La diputada de la formación antisistema Eulàlia Reguant, por ejemplo, es miembro de la asociación de derecho canónico del arzobispado de Barcelona Justícia i Pau, la entidad dirigida por el economista Arcadi Oliveras, quien junto a la monja Teresa Forcades estaba al frente el partido Procés Constituent. Reguant, como el sociólogo y adalid del nacionalismo conservador, Salvador Cardús, son colaboradores habituales de Ràdio Estel, la emisora oficial de la Iglesia en Cataluña.
Esta relación entre política y cristianismo que inicia cuando se creó en 1954 Crist i Catalunya y cuya fundación se asocia al nacimiento, años después, del partido de Jordi Pujol, Convergència Democràtica de Catalunya, y su coalición con Unió (CiU) perdura en el presente.
Manifiesto independentista
Según los datos del Episcopado, en la autonomía catalana desempeñan su labor algo más de 2.000 curas y religiosos. De ellos, no obstante, solo 400 --300 iniciales y el resto se incorporó después--decidieron sumarse a un “manifiesto inequívocamente independentista que consideraba legítima y necesaria la realización del referéndum” del 1 de octubre de 2017 tumbado por el Tribunal Constitucional.
Como sucede en otros ámbitos de la sociedad catalana, mientras la base de la Iglesia presenta más pluralidad, la superioridad jerárquica está totalmente alineada con los postulados del nacionalismo. Y esta autoridad eclesiástica en Cataluña que forman las diez diócesis catalanas se congregan en la Conferencia Episcopal Tarraconense.
Como explica el autor, fechan su origen en 1969 y su denominación todavía está pendiente de aprobación por la Santa Sede. “En sus pretensiones no se diferencia del Estado que el nacionalismo ha ido construyendo durante décadas”, abunda Latorre. Y es que es otro ejemplo más de esta duplicidad de órganos entre una región y el Estado y sobre la que nadie pide transparencia.
Nota de los Obispos
La Conferencia Episcopal Tarraconense difundió en mayo de 2017 una Nota de los Obispos de Cataluña sobre el momento que está viviendo nuestro país. En ella definían Cataluña como “una realidad nacional” e instaban a que las “legítimas aspiraciones del pueblo catalán” fueran escuchadas.
No obstante, cuando en los plenos del 6 y 7 de septiembre en el Parlament se aprobaron las llamadas Leyes de desconexión, desde la Conferencia Episcopal Tarraconense no se vieron impelidos a intervenir o difundir algún mensaje de reflexión. Diez días antes del referéndum ilegal --recoge Latorre-- sí que volvieron a expresarse para pedir “que la sensatez y el deseo de ser justos y fraternos nos guíe a todos”. Una vez celebrada la votación, algunos de los clérigos condenaron el uso de la fuerza por parte de la Policía Nacional y la Guardia Civil.
Josep Maria Soler, abad de Montserrat
El abad de Montserrat Josep Maria Soler
Este posicionamiento viene de lejos, aunque antes se mostrara más tímidamente. El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, dijo en una entrevista en TV3 poco antes del llamado proceso participativo promovido por el expresidente de la Generalitat, Artur Mas, el 9 de noviembre: “Es importante que los ciudadanos puedan manifestar su opinión".
Asimismo, aseguró que había “pedido a la Virgen [de Montserrat], en tanto que patrona de Cataluña, que ayudara y protegiera "este ciclo que ahora empieza de elecciones para que sea lo que más conviene a Cataluña”, en relación a las elecciones del 27 de septiembre de 2015.
Años atrás, Soler se posicionó a favor del editorial conjunto de los principales diarios catalanes contra el Tribunal Constitucional. Y en 2011, tras la sentencia sobre el Estatut, salió en defensa de "la identidad nacional de Cataluña" y reivindicó la "normalización" del catalán.
Xavier Novell, obispo de Solsona
Obispo de Solsona, Xavier Novell
El obispo de Solsona, Xavier Novell, es uno de los que utiliza las homilías para hacer proselitismo de la independencia o pedir la liberación de los dirigentes en prisión preventiva por su presunta implicación en la organización del 1-O.
En otra ocasión llegó a decir que “los cristianos no nos guiamos por leyes positivas sino por lo que es justo, verdad y digno”.
Francesc Manresa, párroco de Vila-Rodona
El párroco de Vila-Rodona, Francesc Manresa, permitió que en su iglesia se llevara el recuento de los votos del 1-O para engañar a las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Su imagen vestido con alba y estola mientras en las escaleras se efectúa el recuento de votos mientras cantaban El Vilorai ha dado la vuelta al mundo.
Cintu Busquet, párroco de Calella
Cintu Busquet en una intervencion en La Sexta
La extralimitación de funciones por parte del párroco de Calella, Cintu Busquet, bien podría haberle comportado una denuncia. El religioso atizó al pueblo contra la presencia de la Guardia Civil durante los días previos y posteriores al 1-O y animó a los escraches ante los establecimientos donde se alojaban los agentes.
Este caso contrasta con el del sacerdote Custodio Ballester que fue amonestado por las autoridades eclesiásticas catalanas por asistir a una marcha de la Legión y rezar por la unidad de España. El arzobispado de Barcelona Juan José Omella le invitó a tomarse un año sabático.