Creado en 2009 por el Gobierno tripartito, el Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes (CONCA), estaba llamado a ser un organismo independiente encargado de repartir subvenciones culturales. Tras el regreso de CiU a la presidencia de la Generalitat, este organismo fue vaciado de competencias, lo que ha dado lugar a dimisiones y críticas al sesgo independentista impuesto desde la Consejería de Cultura. Diez años después, el CONCA sufre el bloqueo de la inacción del Govern.
El CONCA es uno de los 30 órganos estatutarios y previstos en leyes sectoriales cuya renovación está bloqueada por la inacción de Junts per Catalunya y ERC. Otros entes con mandatos finalizados son la Sindicatura de Cuentas, el Consejo de Garantías Estatutarias, el Consejo Audiovisual de Cataluña o la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales.
El CONCA tiene pendiente designar a cinco de sus siete miembros. La renovación más antigua está pendiente desde 2014, cuando Valentí Puig cesó como miembro del plenario tras alegar "un desacuerdo profundo con la actual deriva institucional de Cataluña".
La deconstrucción del tripartito
Sin embargo, el vaciado de este órgano se produjo en 2011, cuando CiU recuperó la presidencia de la Generalitat y deconstruyó la obra del tripartito de izquierdas --PSC, ERC e ICV--, creador del CONCA.
Concebido como una institución inspirada en el modelo anglosajón de los arts councils, este Consejo nació con vocación fomentar la cultura al margen de los cambios de gobierno. Poco después de su creación en 2009, el CONCA se inscribió en la International Federation of Arts Councils and Culture Agencies (IFACCA), organismo internacional que agrupa a los departamentos o ministerios gubernamentales de cultura y los consejos de las artes.
Entre sus funciones figuraba la gestión de subvenciones a proyectos y entidades culturales. La ley ómnibus --destinada a simplificar la administración catalana y que fue pactada entre CiU y PP-- eliminó esa competencia, lo que se tradujo en la dimisión de diez de los once miembros del Consejo, entre ellos su presidente entonces, Francesc Guardans.
Así, de los 15 millones de presupuesto que llegó a tener este Consejo de la Cultura durante el Gobierno tripartito, se ha pasado a 1,2 millones en 2017.
Despolitizar el CONCA
El diputado del PSC, Rafel Bruguera, cree necesario reformular el CONCA con la finalidad de despolitizarlo. “En la anterior legislatura se creó un grupo de trabajo con esa finalidad. La idea es que el CONCA no dependa tanto de la Consejería de Cultura, sino del Parlament, para que rinda cuentas ante los partidos políticos como ocurre con el Síndic de Greuges o la Oficina Antifraude”. Sin embargo, nada se ha hecho al respecto. El exconsejero de Cultura, Lluís Puig, pidió a los grupos parlamentarios que propusieran candidatos para la renovación de los miembros del CONCA, pero “nunca más se supo”.
La consejera Laura Borràs ha heredado un problema “que asegura querer solucionar, pero llevamos muchos meses sin ver ninguna actuación en ese sentido”. Bruguera precisa que esa laminación de competencias “no afecta a su funcionamiento diario”. Presidido por Carles Duarte, quien ya avanzó que no estaba interesado en la renovar el cargo, el Consejo participa en el diseño de la política de apoyo a la creación artística y cultural, asesora al Govern en el conjunto de la política cultural, y promueve el diálogo entre el mundo de la creación y la Generalitat.
Para el diputado de Ciudadanos, Héctor Amelló, el CONCA se ha convertido en “un chiringuito más” del Govern. De ahí la necesidad, dice, de cambiar el método de selección de sus miembros. “Tal como está configurado, el Govern propone a los candidatos a dedo, es decir, favorece el amiguismo. No es nuestro modelo. Nosotros defendemos un proceso donde prime el mérito y la capacidad”. Según el parlamentario, “es un principio se pensó en un órgano independiente, lo cual nos parecía bien, pero se le vació de contenido. No puede funcionar bien”.