Comienza la fiesta. Por tierra, mar y aire. Los gurús del independentismo, los que tienen proyección mediática, han tocado el silbato. Y uno de los grandes incitadores del proceso soberanista, el exvicepresidente del gobierno catalán, Josep Lluís Carod-Rovira, ha tomado la delantera: todo el independentismo debe unirse para elaborar una lista a las elecciones europeas, lo que choca directamente contra su propio partido, el que llegara a dirigir en los tiempos de los tripartitos que no quiere saber nada de un proyecto que pueda compartir con Carles Puigdemont.
Los gurús aprietan el acelerador. No para lograr el objetivo, que ya saben que no lo conseguirán, sino para señalar a Esquerra de ser la culpable de no remar en la misma dirección. Se trata de Pilar Rahola, de Agustí Colomines, y de Carod-Rovira, que no ha dejado de maniobrar en las últimas semanas, con el visto bueno al proyecto de Òmnium Cultural que ha impulsado el manifiesto Som el 80% para encontrar una salida política al conflicto catalán, en complicidad con Jordi Cuixart.
Todo "el soberanismo"
Carod presiona en sus reuniones con los dirigentes independentistas para que se pueda alcanzar esa lista unitaria. Su última acción ha sido un artículo en el diario El Punt Avui en el que reclama que esa lista sea “la expresión mayoritaria de la existencia de una nación europea que no dispone de estado propio, que quiere ejercer el derecho a la autodeterminación de forma pacífica y democrática y que sufre la represión y la limitación de derechos básicos por parte de un Estado miembro de la UE”.
¿Es ese el objetivo real? En cualquier caso, Carod lo formula, incidiendo en que sería la mejor forma de que el independentismo pueda exhibir su realidad en el contexto europeo. “Faltan todavía siete meses y queda bastante tiempo para trabajar, seriamente, en la necesidad de una lista unitaria de todo el soberanismo”.
Joan Tardà, diputado de ERC en el Congreso
Movimiento populista
Esa lista, añade, “generosamente plural, representando toda la diversidad democrática existente en Cataluña, con toda la transversalidad de ideas, no tengo ninguna duda de que sería, lisa y llanamente, la lista, y que se convertiría, de lejos, en la candidatura más votada en el Principat, y pues, la más representativa de la opinión catalana”. El mensaje a Esquerra es explícito, cuando considera que “enviando a Europa representantes no de un partido sino de un país, no harían falta muchas aclaraciones, porque la lista se explicaría sola. Y no es igual ganar con una sola lista que hacerlo sumándolas todas, detrás de la ganadora, como ahora pasa en el Parlament”.
El historiador Agustí Colomines
Pero lo que pretende ese sector del independentismo, que apoya la idea de Puigdemont, quien se ofreció para ser el número dos de Oriol Junqueras en las europeas, con una lista conjunta, es dejar en evidencia a los republicanos. La pelea, la bronca interna en el campo nacionalista, sigue explicando gran parte del conflicto político en Cataluña. El mundo exconvergente, que ha mutado en un independentismo irredento, de carácter populista, intenta lograr la hegemonía frente a Esquerra, que pretende, precisamente, ser la Convergència del siglo XXI, con un proyecto independentista, pero paciente para poder ganar más músculo social.
Rahola, Colomines e 'indepes'
Con lo que no contaba Esquerra es que tendría a Carod delante, y a los principales gurús mediáticos, que apuestan, sin fisuras, por un instrumento superador de los partidos políticos como es la Crida Nacional per la República. A la voz de Carod se sumó con contundencia el vicepresidente del Parlament, y un hombre fiel a Puigdemont, Josep Costa, insistiendo en la lista unitaria.
El diputado de Esquerra en el Congreso, Joan Tardà, rechazó de plano esa lista conjunta. Los republicanos, de hecho, ya no saben cómo hacerlo. El problema que puede tener la dirección del partido, como admiten fuentes republicanas, es que las bases independentistas puedan hacerse eco de esos gurús mediáticos. El aterrizaje que pretende iniciar Esquerra tiene un alto riesgo, pero se está dispuesto a hacerlo, aunque todo está condicionado, en gran medida, por la situación de los políticos presos, y, en concreto, de lo que le ocurra a Oriol Junqueras.
Guerra soberanista
Tardà precisó que su partido está ultimando un acuerdo con el BNG y Bildu para una lista a las europeas. Y que la unidad de acción no debe confundirse con la “unidad electoral”. Con su tono categórico habitual, Tardà señaló, frente a lo apuntado por su exjefe en Esquerra, que se deben separar los términos: “No es porque nos amemos más o menos, sino que responde a una estrategia tan legítima como lo es la de los otros. Creemos que la no unidad electoral es una joya porque facilita la acumulación de fuerzas y refleja la diversidad y la heterogeneidad de la sociedad”.
Otros activistas, vinculados a Esquerra, como Eduard Voltas, manifestaron su rechazo a la propuesta unitaria. La idea de Voltas es que si realmente se quiere esa unidad, entonces se debería contar también con la CUP, o con los Comuns, y no es el caso, ni lo ha pretendido así esos líderes mediáticos, como Colomines, que día sí, día también, cargan contra los republicanos.
La guerra entre esos dos mundos es abierta y rotunda. Y los propios dirigentes de Esquerra y del espacio de Puigdemont admiten que lo mejor es poner las cartas sobre la mesa. ¿Pero cómo se hace, cómo se convence a las parroquias respectivas?