En abril de 2018, el Gobierno español destituyó a Agustí Colomines como director de la Escuela de Administración Pública de Cataluña (EAPC). Lo hizo en base a la aplicación del artículo 155 de la Constitución y en base a unos comentarios vertidos en Twitter. “Estamos en guerra”, escribió en alusión al desafío secesionista.
Siete meses después, Colomines sigue apartado del Govern. El motivo es el veto que, desde PDeCAT, sufre este historiador. Porque quienes están realmente en guerra son el núcleo duro de Carles Puigdemont, al que pertenece Colominas, y los herederos de CDC. El resultado es el descabezamiento de una Escuela, que pretendía emular la prestigiosa École Nationale d'Administration, cantera de mandatarios franceses. En realidad, la EAPC se quedó en estructura de estado. Nada más y nada menos. Pues como admitió el propio Colomines, el objetivo era formar a los funcionarios del futuro “estado catalán”. Lo dijo avalado por la exconsejera de Gobernación, Meritxell Borràs, responsable de función pública durante el gobierno de Carles Puigdemont.
Los exabruptos del núcleo duro de Puigdemont
Tras las elecciones y la formación del nuevo gobierno de Quim Torra, esas competencias fueron asumidas por el consejero de Políticas Digitales, Jordi Puigneró, que al igual que Borràs, pertenece a PDeCAT. En declaraciones públicas, Puigneró ha asegurado que quiere restituir a Colomines. Pero según ha podido saber Crónica Global de fuentes convergentes, el consejero no ve claro el regreso del historiador a la Escuela. Sus recientes declaraciones sobre la supuesta necesidad de muertos para acelerar la república catalana --él asegura que se tergiversaron-- le invalidan como cargo público, según dirigentes de PDeCAT, que expresan su hartazgo ante los exabruptos de la guardia pretoriana de Puigdemont.
Y mientras Puigneró piensa qué le puede ofrecer a Colomines, éste se postula como presidente del Consejo Interuniversitario de Cataluña, órgano de coordinación y gestión del Govern para todo el sistema universitario catalán.
Amigo de Artadi
Sin embargo, la sombra del exconsejero de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, sigue siendo alargada y, según las citada fuentes, quien fue responsable del área de universidades durante el mandato de Artur Mas, ha vetado a Colomines para ese cargo. Este negociado depende de la Consejería de Empresa, con Àngels Chacón (PDeCAT) al frente.
Se da la circunstancia de que Mas-Colell es el padrino político de Elsa Artadi, consejera de Presidencia, que a su vez es íntima amiga de Colomines. La pareja formada por el historiador y la diputada de Junts per Catalunya, Aurora Madaula --a la que intentó enchufar en la EAPC--, comparte vacaciones y ocio con Artadi y Heribert Padrol, abogado y exdiputado de CiU en el Congreso. Pero Artadi ya vuela sola y hace tiempo que soltó lastre de Mas-Colell. Y comienza a hacerlo también del núcleo duro de Puigdemont, quien tal como explicó este diario, intentó quitarse de encima a la consejera de Presidencia ofreciéndole ser alcaldable por Barcelona. La apuesta de Artadi por el diálogo con el Gobierno español es mirado con recelo desde Waterloo.
La paciencia de Colomines, afirman desde su entorno, comienza a agotarse. Pero los convergentes, o sus descendientes, nunca dejan colgados a los suyos.