A la vuelta de un año de la independencia inacabada de Cataluña, las jornadas Diálogos. Andalucía-Cataluña han querido dar cuenta en Sevilla de una construcción entre materiales de derribo. Se trataba de echar a pensar, ponerle rumbo cierto a la izquierda y plantear una salida al problema territorial de España desde coordenadas federalistas. “Queremos encontrar nuevas vías de contacto y diálogo más allá de la política, a través de la cultura y del intercambio intelectual”, avanzó uno de los promotores, el profesor Javier Aristu, exsecretario provincial del PCE en Sevilla entre 1982 y 1987.
A esa tarea se entregaron los setenta participantes --procedentes del ámbito de la cultura, el periodismo, la universidad, la política y el sindicalismo-- en la iniciativa, que promete una segunda entrega a la vuelta de un año ya en Barcelona. A través de tres mesas de trabajo cerradas al público y a la prensa, los intervinientes analizaron en las dependencias del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) el concepto de nación, la reforma constitucional, la transformación de los modelos productivos y, por supuesto, las relaciones históricas y actuales entre Cataluña y Andalucía.
Gimnasio de ideas
En buena medida, la convocatoria consistió en una gimnasia de las ideas que convocó por igual a incrédulos y a devotos. Había entre ellos, eso sí, el ánimo de parir algo diferente al actual estado de cosas, más allá de la parálisis, la obstinación y la doctrina. “La salida del conflicto está muy difícil, casi imposible, pero aquí, al menos, hay gente que no se resigna”, apuntó Joan Coscubiela, el ex portavoz parlamentario de Catalunya Sí Que Es Pot (CSQP), quien llegó a la inauguración con prisas, directamente desde el aeropuerto, acosado por la lluvia y por una ciudad con huelga de taxis.
De esa voluntad de pensamiento salieron buenos deseos, diagnósticos con puntería y urgencias inaplazables. Así, la cuestión catalana viene a ser el ejemplo más rematado de la crisis del Estado de las autonomías, al que hay que buscar a largo plazo un traje nuevo tras el agotamiento de la fórmula. También se apuntó a la necesidad de poner fin a la política como batalla, para lo que es necesario lograr que menos personas vivan del conflicto y que más trabajen para solucionarlo. “Hay que acabar con las retóricas intransigentes que conducen a no cambiar nada”, animó el profesor Javier Tébar.
Prisión de los independentistas
Claro que también se produjeron diferencias en algún asunto clave como la prisión de los líderes separatistas. El asunto, lanzado ya con el panel de conclusiones en marcha, dio paso a un intenso debate a cargo del exsecretario de CCOO en Cataluña, José Luis López Bulla, y Coscubiela, quien lo calificó de “losa espectacular para hallar una salida”. “Ni el delito de rebelión ni la prisión preventiva resisten desde el punto de vista jurídico, aunque existen mecanismos en el Estado de Derecho. Por ejemplo, entre la absolución y la rebelión hay muchos tonos penales”, afirmó el exlíder de CSQP.
El profesor Carlos Martinez Shaw en las jornadas / CG
Antes de prender la mecha de los debates y las conclusiones, el historiador Carlos Martínez Shaw (Sevilla, 1949) y el escritor Jordi Amat (Barcelona, 1978) pusieron en sus intervenciones guía y tono a las jornadas. Con diferentes argumentos, ambos vinieron a coincidir en “la ausencia de un marco de comprensión de la realidad compartida” entre Cataluña y Andalucía, en palabras del autor de La conjura de los irresponsables. También que la irrupción de un factor andaluz en el debate territorial podría contribuir a la construcción de un modelo de Estado más ajustado al contexto europeo y globalizado.
Declaración de Amat
Por el lado del independentismo y sus consecuencias, Amat aseguró que la tensión secesionista sacó a la luz que “Cataluña también es una realidad plurinacional”. En esta línea, el escritor destacó como “un hito fundamental” la manifestación convocada en Barcelona por Societat Civil Catalana (SCC) el 8 de octubre de 2017. “Fue una salida del armario para un número importante de ciudadanos que hasta entonces no habían sentido la necesidad de exhibir su sentimiento español. Rompió esa especie de dogma de que toda Cataluña estaba por la ruptura con España”, añadió.
Al respecto, Jordi Amat destacó que el discurso del rey Felipe VI actuó entonces como acelerante. “Su intervención tuvo sus cosas buenas y malas, pero ese ‘no estáis solos’ alteró, sin duda, el curso de los acontecimientos”, reconoció en conversación con Crónica Global. El también autor de La primavera de Múnich --premio Comillas en 2016-- subrayó que “no hay una salida clara de futuro, aunque ésta pasa obligatoriamente por reconocer que Cataluña es una sociedad plural. Además, es importante hacerlo porque el colapso institucional que vive es un factor de inestabilidad para el gobierno de España. Si el federalismo es una opción, ¿por qué no explorarlo?”, destacó.
Preocupación en toda España
Por su parte, Carlos Martínez Shaw inició su intervención reconociendo que “Cataluña se ha convertido en un elemento de preocupación para muchos ciudadanos españoles”. En este sentido, el historiador destacó que la situación actual es “un laberinto de difícil resolución, con opiniones encontradas y una grave división social”. Para colmo, insistió, “la política catalana está desmigajada, con un gobierno ilegal en el extranjero; otro legal, sustituyente del anterior al frente de la Generalitat, y otros en el Congreso, que llevan a su modo la relación con el Gobierno español”.
Martínez Shaw reconoció que, si bien dos millones de catalanes profesan el independentismo, éste ha caído en la ceguera, en la precipitación y en los engaños de la propaganda. Con todo, el historiador ratificó la existencia de un “hecho diferencial” que ha provocado “incomodidades con su encaje en España” a lo largo del tiempo, por lo que abogó por la necesidad de construir “una Cataluña sin fractura social, con altas dosis de autogobierno y a la que se le reconozcan realmente sus particularidades históricas y culturales”.