Sucedió en 2007. El entonces consejero de Educación, Ernest Maragall, visitó un centro escolar en Olot y constató que los niños de esta ciudad gerundense no saben hablar castellano. La polémica estaba servida, pues CiU, entonces en la oposición, acusó al tripartito de sucumbir a la tercera hora de castellano impulsada por el Gobierno de Zapatero. Algo que nunca se llegó a aplicar en Cataluña.
Once años después su compañero de filas en ERC, Josep Bargalló, actual titular de ese departamento, ha puesto negro sobre blanco esas carencias en un documento igualmente controvertido y que le ha valido críticas, tanto del mundo independentista, que defiende el modelo de inmersión lingüística, como de sectores favorables al bilingüismo escolar. Se trata del documento El modelo lingüístico del sistema educativo en Cataluña. El aprendizaje y el uso de las lenguas en un contexto educativo multilingüe y multicultural.
"Donde el castellano no tiene fuerza social"
Y dice así: “En los contextos en los que el castellano no tiene fuerza social y no es la primera lengua de buena parte de los alumnos habrá que hacer un enfoque didáctico cercano al que usamos con las segundas lenguas (inmersión lingüística en el caso del catalán). Si el número de horas de exposición a esta lengua no fuera suficiente para alcanzar, al terminar el sistema educativo, el mismo nivel de catalán y de castellano, el centro deberá decidir, en su proyecto lingüístico, incorporar bloques de contenidos curriculares en castellano y planificar actividades que potencien la expresión oral de los alumnos”.
Propuesta de tratamiento integral de lenga y contenidos (TILC)
La medida ha sido interpretada como un antes y un después en 30 años de inmersión. Sin embargo, más allá del refuerzo en ciudades como Olot o Vic, por poner dos ejemplos, donde el independentismo se ha consolidado y cualquier concesión a la lengua castellana no supone una amenaza, las directrices del Govern en ese sentido siguen siendo monolingües.
El pasado mes de junio, la Consejería de Enseñanza envió a los centros escolares un documento de once páginas, al que ha tenido acceso Crónica Global y se puede leer en este enlace, que bajo el título Documentos para la organización y la gestión de los centros, aborda el tratamiento y uso de las lenguas en el sistema educativo. El texto no deja lugar a dudas: “La lengua catalana no es únicamente una lengua objeto de aprendizaje. Es la lengua de la institución y, por tanto, la lengua de uso habitual en todos los espacios del centro”. Ese uso vehicular se hace extensivo incluso a ámbitos extraescolares.
“En las manifestaciones culturales y públicas y en las actividades de proyección externa del centro se utiliza la lengua catalana como vehículo normal de expresión”. Y “en las actuaciones del centro en que intervienen instituciones y entidades del entorno se utiliza normalmente la lengua catalana, con el objetivo de garantizar la continuidad y la coherencia educativa, tanto por lo que hace referencia al aprendizaje como al uso, con la finalidad de contribuir a la cohesión social”.
Asimismo, “se traslada a los profesionales encargados de la gestión de las actividades no docentes (comedor escolar, actividades extraescolares, etc.) información sobre los usos lingüísticos de la escuela acordados en el proyecto lingüístico”.
La diputada de Ciudadanos Sonia Sierra, durante una intervención parlamentaria sobre educación
En la rotulación de los espacios del centros “es la lengua catalana, lengua de referencia del sistema educativo. La presencia de otras lenguas en el espacio físico del centro (paredes, rótulos, etc.) se circunscribe a las producciones de los alumnos”.
La moción de Ciudadanos
La diputada de Ciudadanos, Sonia Sierra, invocó este informe ayer durante una intervención en el Pleno del Parlament para defender una moción, subsiguiente a la interpelación al Govern, sobre el inicio de curso escolar. La Cámara aprobó propuestas de la formación naranja relativas a garantizar la eliminación de barracones y las ratios alumnos/aula (entre 25 y 35, según el nivel educativo); que todos los alumnos sordos dispongan de intérpretes de lengua de signos; que los alumnos autistas puedan acceder a los comedores escolares; disponer de monitores para el alumnados con necesidades, y habilitar un presupuesto educativo ampliable en función de las necesidades.