Demasiado cargo para tan poca proyección internacional. Los asesores diplomáticos de Quim Torra y su predecesor, Carles Puigdemont, carecen de una estrategia común. “Cada uno va a lo suyo, no comparten proyecto. Tiran mucho de redes sociales, pero poco de contactos. Se han vuelto rivales”, explican a Crónica Global fuentes gubernamentales. El resultado es una acción exterior estéril donde la duplicidad de cargos, cuyos sueldos no bajan de los 60.000 euros anuales, abunda en el fracaso del procés por ganar complicidades en Europa. Lo ocurrido ayer en la reunión de la Unión por el Mediterráneo, es el penúltimo ridículo del Govern.
Desde el pasado mes de julio, el historiador y profesor Josep Lluís Alay es el responsable de la Oficina del expresidente Carles Puigdemont. Se trata es una persona de la máxima confianza del fugado en Waterloo, a quien acompañaba junto a otras tres personas cuando fue detenido en Alemania.
El cargo va acompañado de una actividad diplomática intensa, algo que entra en colisión con Joan Maria Piqué, ex jefe de prensa de Artur Mas recolocado como responsable del Programa Internacional de Comunicación y Relaciones Públicas Eugeni Xammar. Asesora a Torra, pero también se dedica a ejercer de enlace de Carles Puigdemont con la prensa internacional. Con resultados bastante polémicos, pues su nombre aparece en un informe de Reporteros sin Fronteras, en el que se le acusa de presionar a los corresponsales e incluso de abroncarles sin no confraternizan con el procés.
Y si Piqué se presenta como International Communications director Catalonia’s president Quim Torra, Aleix Sarri lo hace como International Affairs Coordinator to Catalan President. Es asesor del eurodiputado Ramon Tremosa y muy activo en las redes sociales. Ayer, mientras se celebraba el foro de la UPM, Sarri se fotografiaba junto a Alay y el profesor y psiquiatra Thomas G. Schulze –un gran activista del independentismo catalán-- en el Palau de la Generalitat. Días atrás expresaba su satisfacción por la "candidatura" de Puigdemont al Premio Nobel de la Paz en una casa de apuestas, en la que compaetía con Trump y Kim Jong-un.
En paralelo, Diplocat, la Generalitat acaba de reabrir, el organismo dedicado a exportar la causa secesionistas al extranjero y que fue suprimido durante la aplicación del artículo 155. Y es que la Consejería de Asuntos Exteriores de la Generalitat se haya en plena reapertura de las “embajadas” también cerradas durante la intervención. Pero este departamento atraviesa por una situación de transitoriedad, ya que su titular, Ernest Maragall, será el candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona en las próximas elecciones locales. Podría sustituirle Joan Ignasi Elena, coordinador del Pacto Nacional por el referéndum y que ya sonó para consejero de Salud.
A pesar de este amplio engranaje diplomático, lo cierto es que los apoyos internacionales son prácticamente nulos. El último revés se produjo ayer, cuando el Gobierno catalán fue vetado en la reunión del tercer Foro de la Unión por el Mediterráneo celebrada en Barcelona.
De la importancia de este cónclave dan fe los 54 proyectos de cooperación de alcance regional por valor de 5.600 millones de euros impulsados en los últimos diez años. El año pasado, Puigdemont se autoinvitó, pero en esta ocasión, tras el endurecimiento de las posturas independentistas, que vienen precedidas de un referéndum ilegal y de la aplicación del 155, el Gobierno ha impedido la presencia de Torra para “evitar que siga vilipendiando el buen nombre de España”. Así lo dijo el ministro de Exteriores, Josep Borrell, azote definitivo del secesionismo.