Hartos. El mundo universitario ha dicho basta. La manipulación del independentismo, la presión política de ese mundo y del propio Gobierno de la Generalitat, ha comenzado a ser insufrible. Más de cien profesores de todas las universidades catalanas, públicas y privadas, han firmado un manifiesto, que sigue circulando por todas las facultades, “en defensa de la libertad ideológica y contra la presión política que se vive en los campus”.
Se trata de una reflexión pensada, que se ha ido elaborando en los últimos meses, en recuerdo de lo que que ocurrió hace un año, justamente el 3 de octubre, con el llamado “paro de país”. Entonces, se paralizó toda la vida universitaria en Cataluña, “con la connivencia de buena parte de las autoridades académicas”.
Lea aquí el manifiesto de los profesores universitarios
Carácter excluyente
Los firmantes --entre ellos Jorge Calero, Elia Marzal, Lara Jiménez de Parga, Josep Maria Oller, Montserrat Baras, Jahel Queralt, Rafael Arenas, Josep Maria Català, Félix Ovejero, o Ramón Sánchez Tabarés— reclaman a los órganos de gobierno de las universidades y a la Secretaría de Universidades del Departamento de Empresa y Conocimiento de la Generalitat que respeten “el principio de neutralidad de las Administraciones públicas y el derecho fundamental a la libertad ideológica de profesores, alumnos y personal de administración y servicios, absteniéndose de promover o realizar comunicados de carácter partidista y de permitir que se impongan en las instalaciones universitarias símbolos ideológicos con carácter excluyente”.
Es decir, los profesores firmantes piden cuestiones que representan un pilar en un estado democrático de derecho y que, por tanto, se incumplen de forma sistemática en aras del proceso independentista, con la complicidad del poder político.
Cervantes en la UB
Los impulsores del documento forman parte del incipiente colectivo Universitarios por la Convivencia, que lideran Chantal Moll de Alba y Jorge Calero, profesores de la Universidad de Barcelona, e Isabel Fernández Alonso, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, “con el ánimo de poner fin a la instrumentalización nacionalista de las universidades y fomentar en ellas un debate de ideas realmente plural, como paso imprescindible para avanzar hacia una verdadera convivencia democrática en Cataluña”.
Los actos son reiterados en todos los campus, con quejas constantes, que no acaban trascendiendo. Los profesores, sin embargo, han decidido decir basta, recordando actos como la suspensión de una conferencia sobre Cervantes en la Universidad de Barcelona por la acción de un grupo de independentistas violentos.
Propaganda interna
Lo que trasciende ahora, porque ellos lo explican y escriben, es que la presión interna del gobierno independentista ha sido mayúscula. “A lo largo de 2017, muchos órganos de gobierno de las universidades catalanas emitieron comunicados claramente alineados con el poder político de la Generalitat. Asimismo, profesores, alumnos y personal de administración y servicios recibimos e-mails masivos de sindicatos independentistas y de los propios equipos de gobierno de las universidades, animándonos, por citar un ejemplo, a secundar la denominada “aturada de país” de 3 de octubre de 2017, o simplemente informándonos de que se suspendía la actividad académica ese día, sin darnos opción a no participar en la única huelga política promovida por el poder que recordamos”.
Por todo ello, se pide que se respete el principio de neutralidad de las administraciones; que se garantice y promueva en los campus la libertad de expresión, y que se adopten las medidas necesarias para concienciar al personal universitario sobre la importancia de respetar en todo momento las distintas sensibilidades políticas existentes, especialmente la de los alumnos, que están en inferioridad de condiciones para mostrar su discrepancia.
Es decir, peticiones que se entienden que están aseguradas en una democracia. Pero que los profesores firmantes dan cuenta de que no es así.