Retórica, excesos verbales, pero sin traducción en actos tangibles que impliquen, de nuevo, una acción del Gobierno del Estado. La manifestación independentista en la Diada, que será a lo largo de este martes otra vez masiva, será la del fin a la vía unilateral, la renuncia a la independencia a la brava, porque las consecuencias ya son conocidas: dirigentes en las cárceles y la aplicación del 155, que supondría, otra vez, el cese del gobierno autonómico. Es el final de la independencia unilateral, pese al tono dramático de Quim Torra en su mensaje institucional, en el que reclamó emular "la resistencia" de los catalanes como en 1714 "frente a Felipe V".
Eso lo saben los dirigentes independentistas. El propio Carles Puigdemont, que desea iniciar algún tipo de negociación que suponga una salida al conflicto catalán, aunque lo vista con frases rimbombantes. Lo sabe y lo pide Oriol Junqueras, que insistió este lunes, en una entrevista en TV3, en defender un referéndum. Y lo sabe Quim Torra, que juega con una gran movilización independentista, a partir, también, del inicio del juicio a los políticos presos, pero con el objeto de convocar elecciones y buscar una amplica victoria electoral que dé más argumentos para esa presión a favor de un referéndum.
Ciudadanos y PP, en guardia
El ropaje de todo eso, sin embargo, tiene un aire barroco, de tal envergadura que servirá para que Ciudadanos y PP ataquen sin piedad al Gobierno del socialista Pedro Sánchez. Si el Estado no reacciona ante las continuas bravatas independentistas, el Gobierno de Torra humillará al conjunto de los españoles. Esa es la tesis de Albert Rivera y Pablo Casado. Pero, ¿traspasará el independentismo esa línea que está esperando el centro-derecha español, como le advierte a Sánchez?
Por ahora, no. La manifestación de este martes será importante, por séptima vez consecutiva desde la Diada de 2012. La entidad organizadora, la ANC, buscará calentar el ambiente, dejando claro que no quiere ni puede renunciar a la vía unilateral. Su presidenta, Elisenda Paluzie, ha superado a los partidos y se burla de la posición que ha adoptado Esquerra Republicana, evidenciando una gran división interna en el independentismo. Si el diputado republicano Gabriel Rufián aseguraba que hay un “independentismo mágico”, que no asume la realidad de que no existe todavía una mayoría social a favor de la independencia, Paluzie le respondía este lunes que ese “independentismo mágico” es propio de los que esperan un referéndum pactado. “También es independentismo mágico pensar que habrá un referéndum pactado y que el PSOE lo ofrecerá esta legislatura”. Paluzie insiste en que “la vía unilateral es la única posible, aunque sea difícil”.
Revolución y PIB per cápita
Pero esa idea casa mal con la realidad socioeconómica de Cataluña. El independentismo ha comenzado a asumir que es improbable una revuelta en una sociedad que goza de un PIB per cápita de cerca de 27.000 euros, y que tiene mucho más que perder. Y ha comprobado que el Estado, con decisiones judiciales contundentes –al margen de que puedan ser discutidas—, ha llevado a los principales dirigentes a la cárcel, a la espera del juicio.
El objetivo es otro. Puigdemont y Torra buscarán el mejor momento –el momentum que dice el actual presidente catalán— para convocar elecciones. La idea es que el independentismo logre la mayoría de votos, que traspase esa frontera del 50%, y que haya una mayoría parlamentaria capaz de forzar una negociación con el Gobierno. En el mismo paquete, la voluntad es que ese movimiento que impulsa Puigdemont, la Crida per la República, supere a Esquerra Republicana, porque lo que se ventila internamente es también una lucha por el poder y por el dominio de los principales resortes de la Generalitat.
¿El globo pinchado?
Habrá llamamientos, advertencias al Estado, la idea de que la República está a la vuelta de la esquina, pero ni Torra desea correr riesgos, ni Esquerra apoyará otra declaración de independencia que lleve a un callejón sin salida. La ANC empujará, eso sí, a diferencia de Òmnium Cultural, que sigue con pasos más prudentes la actual etapa, pegada a los pasos que tome Esquerra y a las indicaciones de Oriol Junqueras. Los inscritos para la manifestación de este martes han superado los 440.000, con 270.000 camisetas vendidas, y más de 1.500 autocares, que, desde todos los rincones de Cataluña, viajarán a Barcelona.
Sin embargo, el globo de la unilateralidad se ha ido pinchando. Ahora la prioridad es buscar una salida posible a los políticos presos --presionando a la Fiscal del Estado-- y, de nuevo, alcanzar una mayoría en las urnas para mantener el poder y tratar de negociar con más impulso frente al Gobierno de Pedro Sánchez, que se verá acosado por el bloque constitucional con la acusación de que ya negocia con el independentismo.