El exprimer ministro francés Manuel Valls, durante la entrevista con 'Crónica Global' / LENA PRIETO

El exprimer ministro francés Manuel Valls, durante la entrevista con 'Crónica Global' / LENA PRIETO

Política

Manuel Valls: “A BCN le interesa más ser destino internacional que capital de la república catalana”

El exprimer ministro francés defiende en una entrevista con ‘Crónica Global’ un gran proyecto metropolitano, advierte contra los nacionalismos “que provocan guerras” y ve fractura social en Cataluña

9 septiembre, 2018 00:00

Asegura que ha venido para quedarse. Y aunque se mostraba reacio a hablar de su candidatura a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls (Barcelona, 1962) se ha sentido cómodo explicando a Crónica Global sus ideas para una ciudad que, asegura, puede contribuir junto a otras capitales a dar un nuevo sentido al proyecto europeo. El ex primer ministro francés defiende la cooperación de la conurbación metropolitana, avisa contra los nacionalismos que “provocan guerras” y ve fractura social en Cataluña.

 -¿La alianza de las grandes ciudades, en este momento, ante el gran desgaste de los grandes partidos y de la política tradicional, pueden ser un revulsivo?

-Por supuesto, hay una crisis del proyecto europeo que puede acabar con la UE tras 70 años de paz y reconciliación, el Estado de Bienestar. Es un modelo único en el mundo, pero la dificultad de hacerlo con 28 países, con una crisis democrática y el auge de los populismos, y el hecho de que Estados Unidos y Rusia, por motivos diferentes, no quieran a Europa, puede acabar con ella. Sería un desastre y el mundo necesita a Europa. Para ello debemos recuperar la confianza de la gente y dar otra vez un rumbo al proyecto europeo. Y las ciudades, donde vive la gran mayoría de la gente, con sus retos propios –cultura, movilidad, ecología…-- puede volver a dar sentido al proyecto europeo. Barcelona, como Berlín, Amsterdam o Milán, es una marca internacional increíble por su historia, por los Juegos Olímpicos, por el Barça y, sobre todo, por su arte de vivir. Puede ser un revulsivo para Europa, pero también para España.

-Si finalmente es candidato ¿cree que podrá defender ese discurso europeísta? Por un lado está en debate independentista. Por otro, el de la gestión que ha hecho hasta ahora Ada Colau.

-Yo soy barcelonés, hijo de catalán, además de europeo y francés. Hace un año mucha gente de muchos ámbitos, el político, empresarial y de la sociedad civil catalana, me pidió participar en este debate. Y yo me he metido en él, respetando las opiniones de todos. Porque romper España no solo es una barbaridad para Cataluña y España, sino también para Europa. Hablar sobre el encaje de Cataluña en España y del futuro de Barcelona me encanta. ¡Porque es el futuro de nuestros hijos! ¿Qué nos interesa, una ciudad que pierde ránking y su prestigio internacional o que sea la capital de una hipotética república catalana?. Yo creo que está claro. Hay que hablar de todo, de Barcelona como capital europea, como gran ciudad de España y del Mediterráneo. No solo voy a hablar con la señora Colau y con los independentistas. Pero sin ser candidato todavía, hablar de ello con la gente ya es importante. Pensar el futuro de Barcelona en España y en Europa es el gran tema y voy a pelearme por él. Si soy candidato o no, ya es otro tema.

-¿Y de qué depende que sea candidato?

-No quería tratar este tema, pero no depende de nada, sino de mí mismo, de decidir de forma definitiva cambiar, no solo de vida política, sino también personal. Hacer política y ser candidato en Francia o en España, cuando tienes los dos orígenes, tendría que ser natural. No es una ruptura. Pero cambiar de vida es una decisión personal importante. Falta apretar el botón, pero dejadme unos días.

CRÓNICA GLOBAL ILUSTRACIÓN

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-Los gobiernos municipales han arrancado siempre con grandes proyectos para la ciudad, Juegos Olímpicos, Fórum, conexión del tranvía. ¿Tiene alguna idea?

-Los Juegos Olímpicos no eran un proyecto, eran algo más. Permitió hablar de Barcelona al mundo, sumar la voluntad de todas las administraciones, con González, Serra, el Rey…, y el deseo de mucha gente de proyectar una ciudad moderna, abierta al mar. Hoy, en las ciudades existe un modelo donde deben convivir desarrollo y consumo: vivienda, movilidad, ecología. Hay que pensar Barcelona como una gran metrópoli, dentro de su área metropolitana. Pensar cuál es la apuesta cultural, esa fuerza tremenda que es la lengua catalana, junto al castellano que hablan 500 millones de personas… Un 25% de la población de Barcelona es extranjera, muchos sudamericanos, africanos, italianos, franceses… Barcelona es una ciudad abierta y cosmopolita y no se puede cerrar. Y por supuesto la buena gestión. Es ahí donde el político puede ser útil o fallar. La cooperación con el mundo privado, el turismo. Que sea una ciudad donde vivir sea fácil, que sea segura y esté limpia. Y hay que respetar a la gente. En Barcelona, en unas municipales, como en París o Madrid, el ciudadano quiere que se le hable de su vida cotidiana. El debate sobre el futuro de Cataluña dentro de España es muy importante, pero la gente del Raval, de la Barceloneta o de Sarrià también quiere soluciones. Son barrios que se deben respetar.

-¿Cómo se puede gobernar una ciudad que tiene delante, literalmente, al otro lado de la plaza Sant Jaume, a otro gobierno de la Generalitat que, aunque sea teatralmente, defiende una radicalidad independentista?

-Barcelona tiene que apostar por cooperaciones muy potentes. La primera es con su área metropolitana para tratar de movilidad, de vivienda, de espacio público con ciudades como L’Hospitalet o Badalona. Eso es lo más importante. En segundo lugar tiene que haber una confianza con el Estado, y cooperación en temas como la cultura. Y cuando hay grandes acontecimientos internacionales, como ferias o el Mobile, se debe cooperar con Europa. También es necesario que las empresas vuelvan a tener confianza en la ciudad, estoy pensando en el turismo. Y con la Generalitat también, por supuesto. Los actores políticos deben cooperar, por ejemplo en temas de seguridad. Cuando fui alcalde de Évry, la gente se hacía un lío tremendo con las competencias de la ciudad, del Estado o del área metropolitana. Los políticos no podemos jugar al ping pong, sino ofrecer soluciones eficaces. De lo contrario se puede producir un tsunami que acabe con los partidos. Yo lo he visto en Francia, he visto desaparecer a mi partido (Partido Socialista Francés). Cuidado porque la gente está muy enfadada con la democracia representativa.

El exprimer ministro francés Manuel Valls, en 'Crónica Global' / LENA PRIETO

El exprimer ministro francés Manuel Valls, en 'Crónica Global' / LENA PRIETO

El exprimer ministro francés Manuel Valls

-¿Le ha sorprendido el papel de los presidentes Pedro Sánchez y Emmanuel Macron en la política europea? El historiador Tony Judt dice que lo que ha pasado en Europa en 70 años es un paréntesis porque lo normal es el enfrentamiento y el nacionalismo. ¿Cómo evitar eso?

-En política nada me sorprende, eso fruto de la experiencia. Yo he sido ministro y primer ministro en Francia durante cinco años en unas condiciones muy difíciles: sin crecimiento económico, tensiones europeas, problemas dentro de mi partido, terrorismo… Eso te cambia la visión de la política. Vivimos en un momento donde todo cambia. Pero lo más importante es el sentido de Estado, el interés común. En España, los partidos y los líderes políticos que piensan lo mismo sobre Europa o sobre la unidad de España --defendiendo la diversidad obviamente-- o la democracia y la convivencia deberías trabajar juntos. Los socialistas, Ciudadanos, el PP, los sindicatos, la patronal deben colaborar. No estoy hablando de una unidad nacional, pero nos jugamos mucho. Hubo dos guerras mundiales con millones de muertos y mártires judíos. Pero el mundo cambia y en Francia y Alemania se apostó por el diálogo y la cooperación. Eso creó un proyecto europeo increíble que permite crecimiento, paz y aportar por la democracia. El gran proyecto de España del 78 es eso. Un proyecto europeísta, impulsado principalmente por Felipe González. Después vinieron los países del bloque soviético, que apostaron por la democracia.

-¿Como se puede defender ese modelo?

-De este modelo no debemos salir, se tiene que reformar, pero dar sentido al proyecto europeo. Construir un relato positivo. Hablar de inmigración, trabajo, educación, cultura, de paz, de fronteras comunes. El gran reto para Europa, por ejemplo, es África. Yo no quiero que sea un paréntesis. Pero el nacionalismo lleva a la guerra y el populismo quiere acabar con la democracia. Hay encuestas que dicen que si hubiera otro referéndum en Reino Unido, los británicos se quedarían otra vez en Europa. Eso puede ayudar a reflexionar en Cataluña. Por eso me he metido en ese debate, es mi vida. Haber nacido en Barcelona, ser hijo de un gran pintor catalán, hijo también de una suiza italiana, no tener ni una gota de sangre francesa, pero ser alcalde, ministro y primer ministro de Francia, me da una gran fuerza para analizar lo que pasa en Europa, en España y en Cataluña. Me gustan los retos.

-Esta semana se ha celebrado una Junta de Seguridad para abordar los incidentes que provocan los símbolos en los espacios públicos. Usted que ha sido ministro del Interior ¿cómo cree que se debe abordar ese problema?

-Convivencia y respeto. Lo que ocurre en Cataluña es que la ruptura está en las familias y en la sociedad. En una carta de Felipe González a los catalanes en 2015 advertía de lo que podía pasar. Todos tenemos una responsabilidad. ¿Cómo parar esto? Soy optimista, pero para ello hay que hablar de forma muy clara, apostar por el futuro y tratar de salir de este debate.