Artur Mas nunca ha escondido sus aficiones marineras. Es más: ha hecho ostentación de ello. Pero las aguas se han vuelto turbias para el expresidente de la Generalitat, quien ha sido objeto de abucheos mientras navegaba por las costas de Menorca, su lugar de veraneo habitual, tal como demuestra un vídeo publicado por Crónica Global.
Artur Mas traslada un timón a su despacho del Palau de la Generalitat / LA VANGUARDIA
Mas solemnizó esa pasión colocando un timón en su despacho. Y también usando y abusando de los símiles náuticos durante sus cinco años de gobierno. Y es que el procés daba para mucho juego de palabras. El ungido presidente por Jordi Pujol, superado por los casos de corrupción que afectaban a su partido, CDC, y por los recortes puso rumbo hacia la independencia. De la ilusión/farsa de ese proyecto da fe las diversas referencias del propio Mas al “Viaje a Ítaca”, el largo poema de Konstantino Kavafis dedicado a Ulises.
“Siento un profundo agradecimiento por todas las personas que durante todos estos años me han ayudado a mantener el rumbo de nuestra navegación”, dijo en su discurso de investidura en 2010. “Pese a los fuertes golpes de viento y de mar que han hecho escorar y algunas veces embarrancar el barco de nuestra historia, la vitalidad del catalanismo ha proporcionado a la gente una brújula y un mapa muy valiosos", añadió.
Sus detractores políticos entraron en el juego advirtiéndole de que el barco del procés estaba condenado a estrellarse contra las rocas. Y también que en ese viaje del personaje inmortalizado por Homero murió la mayoría de la tripulación.
Artur Mas y su hija Patricia, que se casó en Menorca en 2014
Desde el punto de vista personal, Artur Mas se vio obligado a dar un drástico golpe de timón tras las elecciones de 2015, cuando por exigencias de la CUP, cedió el mando a Carles Puigdemont, quien tras ser procesado y huir a Bélgica por el referéndum del 1-O, ha pasado a pilotar telemáticamente el Govern.
Hace más de 40 años que Artur Mas y su familia veranean en Fornell (Menorca), ciudad en la que su hija se casó y que el expresidente había convertido en su refugio. Pero la convulsa política catalana ha truncado esa tranquilidad.