¿Quién entiende a Carles Puigdemont? El expresidente ha dado muestras en las últimas horas de pasar por un momento bajo. Ha comunicado a miembros de la actual dirección del PDeCAT que desea elecciones cuanto antes, pero también que quiere pasar a un segundo plano, mientras, al mismo tiempo, anima a su estrecho círculo de confianza para que presione al Govern y le asigne escolta en Waterloo, donde prepara el llamado consejo de la República.

Lo que sí tiene claro Puigdemont es que el independentismo debería aprovechar el momento, y convocar elecciones cuando legalmente lo pueda hacer. El presidente Quim Torra podrá llamar a las urnas a partir del 27 de octubre, transcurrido un año desde que lo hiciera Mariano Rajoy.

Mascarell acelera

Entonces, y en función de lo que ocurra con el juicio a los políticos presos, y con una serie de fechas que se habrán celebrado –6 y 7 de septiembre, la Diada del 11 de septiembre, 1 de octubre, y el propio 27 de octubre (declaración de independencia en el Parlament)—, el independentismo debería probar suerte de nuevo en las urnas.

El instrumento para ello es la Crida Nacional per la República, el movimiento de corte peronista que ha puesto en marcha Puigdemont, con una inyección de presión enorme a Esquerra Republicana, que, por ahora, ha rechazado sumarse. Sin embargo, Ferran Mascarell, que será el candidato de Puigdemont a la alcaldía de Barcelona, ha reclamado a ERC que participe, y que no desaproveche la ocasión, “porque el Estado sólo reacciona cuando tiene delante un movimiento unitario, como debería ser el independentismo”.

Torra, sin contactos

Esos mensajes los ha trasladado Puigdemont a miembros del PDeCAT, como al presidente, David Bonvehí, elegido en el congreso que descabezó a Marta Pascal como coordinadora general. Bonvehí se ha reunido hace unos días con Puigdemont en Bruselas, y ha recogido el mensaje: elecciones en el momento en el que se pueda.

Sin embargo, el expresidente no mantiene contactos en los últimos días con el Govern. Ni Quim Torra ni Elsa Artadi reciben ahora instrucción. Es agosto. Puigdemont ha desaparecido del radar para estar con su familia. ¿Pero en estos días que debe hacer Torra? Visitar pueblos y fiestas mayores. En eso está, a la espera de que todo se caliente de nuevo en septiembre.

Sin Pascal

Ese es el estilo que ha impuesto Puigdemont: se prodiga, con todo tipo de mensajes y proyectos, y desaparece. Vuelve a llamar a la puerta, y se retira de nuevo a sus aposentos. Es una especie de Guadiana que tiene en vilo al PDeCAT y a todo el movimiento independentista, al propio Torra, también a Esquerra Republicana, que, a pesar de mantenerse al margen, no puede evitar verse totalmente mediatizada por los pasos del expresidente.

Todo ello se analizó el pasado martes en una cena de la anterior ejecutiva del PDeCAT, que es prácticamente la misma que la que surgió del congreso, aunque ya sin Marta Pascal, que era el gran objetivo de Puigdemont, a la que no soporta, y con la que no compartió que el grupo parlamentario en el Congreso diera apoyo a la moción de censura contra Mariano Rajoy, dando la presidencia al socialista Pedro Sánchez

Perplejidad

Fue el propio Bonvehí quien dio cuenta de esos mensajes, con esa idea contradictoria: elecciones ya, preparativos y un plan de ataque para poner contra las cuerdas otra vez al Estado, pero también con la idea de pasar a un segundo plano.

La reacción de todos esos dirigentes que deben decidir cómo se integrará el PDeCAT en la Crida Nacional, es de perplejidad. En las próximas semanas, ya con todos los actos de septiembre a la vuelta de la esquina, se acelerarán decisiones y posiciones.