Elsa Artadi, portavoz de JxCat, en un acto electoral en el que recordaba a su jefe de lista, Carles Puigdemont / EFE

Elsa Artadi, portavoz de JxCat, en un acto electoral en el que recordaba a su jefe de lista, Carles Puigdemont / EFE

Política

Artadi impide el acceso a los políticos presos a los afines a Pascal

La consejera de Presidencia bloquea que se busque el diálogo con Josep Rull para que actúe de puente entre la dirección del PDeCAT y los partidarios de Puigdemont

21 julio, 2018 10:35

Malas artes. Todo vale. El PDeCAT vive una situación desesperada, con los intentos de los partidarios de Carles Puigdemont de volar la candidatura de Marta Pascal, con una presión máxima para que dimita, y el partido se rinda al proyecto peronista de la Crida Nacional per la República. La consejera de Presidencia, una pieza esencial para Puigdemont, se ha arrogado más competencias, hasta el punto de que decide, con la colaboración de su jefe de gabinete, Jordi Cabrafiga, quién visita y quién no a los políticos independentistas presos.

En medio de una fuerte negociación, con una propuesta de los hombres de Puigdemont para dejar fuera de juego a Marta Pascal, y aunque ésta sí pudo visitar a los políticos presos el viernes, en cambio el jueves Artadi bloqueó la visita de Mercè Conesa y de Carles Campuzano a Josep Rull, Jordi Turull y Joaquim Forn. Fue imposible, según las fuentes conocedoras de los hechos.

El incidente es notable, porque gran parte de lo que suceda entre este sábado y el domingo dependerá de la capacidad de los políticos presos de situarse a un lado de la balanza. Es Josep Rull quien más duda, presionado, a su vez, por Jordi Turull, que perdió en el congreso de la refundación de Convergència que dio pie al PDeCAT y está ahora alineado con Puigdemont y con el intento de subsumir el partido en la Crida Nacional.

Artadi ejecuta órdenes

Artadi no quiere pactos de última hora. Cumple órdenes. Su misión es ejecutarlas. Ni agua a los partidarios de Pascal, y quien la apoye, dentro del Ejecutivo catalán, --los consejeros del PDeCAT dentro de Junts per Catalunya—tendrá los días contados a partir de este lunes.

Cuando se dirimía sobre el acercamiento de los políticos presos a cárceles catalanas se incidía en que la Generalitat tiene la competencia en la política penitenciaria. La única comunidad autónoma que cuenta con ella. Y ahora se comprueba cómo el poder político catalán está jugando con esa competencia.

Entregarse a la Crida

Pascal sí pudo visitar este viernes a los políticos presos en el centro penitenciario de Lledoners, pero es que a continuación y durante todo el día lo estuvieron haciendo los más duros con la todavía coordinadora general del PDeCAT: Miquel Buch, Mercè Homs y Damià Calvet, que, como amigo de Josep Rull que es, trataba de establecer algún puente.

El hecho es que estos últimos trasladaban una propuesta: una única candidatura con David Bonvehí de presidente, y Míriam Nogueras, diputada en el Congreso y forofa de Puigdemont, como vicepresidenta. El resto de responsabilidades quedarían sin cubrir, con Pascal fuera de la primera línea. Y todo para entregarse a la Crida Nacional.

Los inquilinos del Palau

En ese supuesto pacto con los políticos presos, quien duda más es Josep Rull, que, con ascendente en el mundo independentista, puede variar el equilibrio de poder. Pero Artadi impidió que se hablara con él, por parte de dos colaboradores de Pascal, como Conesa y Campuzano, que buscan que el partido no se diluya, y que quieren que el PDeCAT mantenga algún tipo de coherencia ideológica y sea capaz de ser un interlocutor válido en la política catalana y no un peón de movilización al servicio de Puigdemont.

Con el registro por parte del PDeCAT de la marca Junts per Catalunya, lo que se dirime también es la asunción de todos los derechos del partido, entre ellos las asignaciones económicas, por parte de los hombres y mujeres de Puigdemont, como Artadi o, desde la prisión, Jordi Turull, y desde fuera Miquel Buch, que perdieron el congreso de hace dos años y quieren ahora resarcirse, junto a Francesc Homs, Jordi Cuminal y los inquilinos del Palau de la Generalitat, que quieren seguir a flote.