Ocurrió el lunes por la noche, tras la reunión de Quim Torra con el presidente español Pedro Sánchez en la Moncloa. La guardia pretoriana de Carles Puigdemont, reunido de urgencia, expresó su descontento ante el talante “autonomista” demostrado por presidente catalán la término del encuentro. Esperaban estos miembros del sector duro de Junts per Catalunya que Torra adoptara una posición más firme y menos amable que la demostrada en la rueda de prensa celebrada en la delegación del Govern en Madrid. El enfado de estos fieles de Puigdemont es el reconocimiento implícito de que los socialistas habían ganado la batalla del relato al arrogarse el mérito de un deshielo político entre Gobierno y Generalitat. “Al sector duro de JxCAT no le gustó la imagen sonriente de Torra y sus paseos por los jardines de la Moncloa”, explican fuentes conocedoras de esta crisis secesionista.
De este gabinete de crisis salió la orden de que el president endureciera su discurso en los próximos días para contrarrestar las críticas de la CUP y de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), convertidas en las garantes de las esencias rupturistas frente al pragmatismo de ERC y PDeCAT.
Las frases no dichas en Moncloa
La primera misión encomendada a Torra fue acudir a Catalunya Ràdio a reversionar las conversaciones mantenidas con Sánchez. “Le he dicho a Sánchez que tengo 55 años, los hijos mayores y nada que perder", aseguró Torra en el programa de Mònica Terribas. Una frase al más puro estilo Puigdemont y que no cuadra con la sensibilidad familiar que siempre ha subrayado el mandatario catalán. A Moncloa no le consta que el presidente catalán pronunciara esta frase. Tampoco confirma que el grueso del encuentro se centrara en el derecho a la autodeterminación.
El propio Puigdemont, que acostumbra a ser muy hiperactivo en las redes sociales, tardó casi 24 horas en bendecir el encuentro de Torra y Sánchez. Más que un aval, fue un matiz con el que salvaba la cara de su sucesor, sin entrar en el cuerpo a cuerpo con la CUP.
Lo cierto es que Torra salió de la reunión con el presidente socialista con una agenda de encuentros de trabajo con ministros españoles y, como era muy previsible, sin gestos del Gobierno hacia el referéndum de autodeterminación que ayer reclamó desde Escocia, donde mantuvo una reunión con la primera ministra de este país, Nicola Sturgeon. El encuentro permitió a Torra volver a la estrategia del agravio y del victimismo, al lamentar que, a diferencia de Escocia, el Estado español no permita un referéndum pactado como el que se celebró allí.