“Los gritos del núcleo duro de Carles Puigdemont se podían oír desde todos los rincones del Palau de la Generalitat”, aseguran a Crónica Global fuentes gubernamentales. ¿Exageran? Lo cierto es que el expresidente y su sucesor, Quim Torra, protagonizaron ayer su primera gran crisis, después de que, tras varias horas de incertidumbre, filtraciones y amagos de plante, el mandatario catalán anunciara que acudiría a la inauguración de los Juegos del Mediterráneo en Tarragona. Torra desobedeció, sí, pero a Puigdemont, quien le había dado instrucciones sobre la necesidad de escenificar la ruptura con el Rey, después de que éste confirmara su asistencia al evento deportivo.
Lo hizo tras las presiones del empresariado tarraconense, indignado por esos gestos de deslealtad institucional. Según ha podido saber este diario, representantes de entidades como la Confederación Empresarial de la Provincia de Tarragona (CEPTA) o la Cámara de Comercio de Tarragona habían advertido del perjuicio que supone esa actitud frontista para los proyectos económicos de su territorio.
Segunda insubordinación en un mes
Es la segunda vez que Puigdemont es víctima de una insubordinación en apenas un mes. La primera estuvo protagonizada por PDeCAT, quien en contra de sus designios, votó sí a la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. Ayer, dirigentes de la nueva formación convergente aplaudían la decisión de Torra.
El presidente catalán ha cortocircuitado las relaciones con Felipe VI asegurando que no acudirá a ningún acto organizado por la Cara Real, a cuyos miembros tampoco piensa invitar a futuros actos institucionales. Pero en contra de lo pactado con Puigdemont, el president sí estuvo presente en la inauguración. “Se impuso la sensatez tras un nuevo pulso entre Puigdemont y la órbita convergente a la que pertenece el empresariado tarraconense”, explican las mismas fuentes.
Como se sabe, el talante rupturista que el expresidente impone desde Berlín choca desde hace tiempo con el posibilismo de los nuevos convergentes. En este pragmatismo cuentan con ERC como cómplices. Sin embargo, Puigdemont intenta marcar el paso a Torra quien, a su vez, ha mantenido un perfil bajo desde que fue investido, eclipsado por el valor en alza que representa Elsa Artadi, la consejera de Presidencia y portavoz del Govern, candidata in pectore a la presidencia de la Generalitat si, finalmente, hay anticipo electoral tras los juicios de los independentistas procesados. Sin embargo, ayer hubo un punto de inflexión y quien estaba llamado a ejercer de títere de Puigdemont, ayer se rebeló.
Reunión restringida en Palau
“Las negociaciones sobre la presencia de Torra en los Juegos se ha llevado a cabo de forma muy restringida en Palau”, aseguran fuentes convergentes. Pero ha trascendido el malestar que la gestión de este nuevo pulso al Estado que Puigdemont y Torra habían pactado el pasado jueves en Berlín, a donde se desplazó Torra. Era el tercer encuentro de ambos políticos en la capital alemana y el segundo con Torra como presidente de la Generalitat. El papel que el flamante mandatario catalán debía ejercer ante la visita del Rey fue uno de los puntos a tratar en ese encuentro.
El plante al Rey cuadraba en esa estrategia de confrontación, donde hay mucha gesticulación y poca desobediencia, como reclama la CUP y la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Ayer mismo, mientras Torra cometía desacato a su padrino político y anunciaba su presencia en los Juegos del Mediterráneo, los Comités de Defensa de la República (CDR) ocupaban la sede de la Consejería de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia con la finalidad de reclamar al Govern que desobedezca. La acción se hizo extensiva a las sedes de Salud y Justicia. De la influencia de estos activistas da fe el hecho de que, momento antes de que verse con el Rey, Torra posó con un CDR apostado en Tarragona para protestar por la presencia del monarca.
El tiempo dirá si la decisión de soltar lastre de Puigdemont demostrada ayer por Quim Torra es puntual o, al igual que hizo su padrino político, preconiza un nuevo liderazgo. De momento, el de Girona sigue siendo el “presidente legítimo” al que Junts per Catalunya promete lealtad.