Rogelio Alonso huye de los triunfalismos en su libro La derrota del vencedor. La política antiterrorista del final de ETA (Alianza Editorial), donde lamenta que la violencia dé más réditos políticos que la paz. Lo dice porque cree que los sucesivos gobiernos han hecho demasiadas concesiones a la banda terrorista. Avala sus reflexiones con una exhaustiva investigación que ahora ve la luz, coincidiendo con el aniversario del atentado de Hipercor, que dejó 21 muertos y 34 heridos. Hoy martes se cumplen 31 años de la tragedia.
Rescate de las víctimas del atentado de ETA en Hipercor con coche bomba / EFE
Alonso es profesor titular de Ciencia Política y director del Máster en Análisis y Prevención del Terrorismo en la Universidad Rey Juan Carlos. Desde 1994 ha desarrollado su actividad académica en Irlanda del Norte, donde fue profesor del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Ulster, así como del Research Fellow del Institute or Governance and Public Policy y del Institute of Irish Studies.
“ETA sigue viva en las instituciones tras ser legalizado su brazo político mediante el fraude de ley de un Tribunal Constitucional que, sin competencia para ello, y en contra de su propia jurisprudencia, neutralizó la ilegalización dictada por el Supremo”, explica a Crónica Global.
"La legitiminación del terrorismo"
El experto en radicalización violenta sostiene que ha habido demasiadas concesiones a los terroristas. Y las enumera: “La legalización del brazo político de ETA por parte del Tribunal Constitucional que sin competencia para ello y en contra de su propia jurisprudencia neutralizó la ilegalización dictada por el Supremo; los partidos políticos ignorando que los sucesores de Batasuna son parte de la estrategia terrorista, como dictó el Supremo, o la excarcelación de terroristas como De Juana Chaos y Bolinaga, mintiendo los gobiernos del PSOE y el PP a los ciudadanos porque no estaban obligados a semejante cesión ante la coacción terrorista”.
La doctrina Parot
Alude, asimismo, a la “abolición de la doctrina Parot negociada, como las anteriores cesiones, entre los gobiernos gobernantes y ETA; los homenajes a los terroristas en las calles de País Vasco y Navarra en flagrante incumplimiento de la ley de víctimas nacional y autonómica; la renuncia a condenar políticamente y en muchos casos también penalmente a los criminales con cientos de asesinatos sin esclarecer; la instrumentalización de la memoria prometiendo a las víctimas 'Verdad, Dignidad y Justicia' mientras se les niega esas reivindicaciones en un tramposo final sustentado en la impunidad política, social, e incluso penal, del terrorismo”.
Para Rogelio Alonso, la negociación “fue un error”. Pues “engordó a la serpiente que a punto estuvo de ser aniquilada con la ilegalización de partidos y que, sin embargo, revivió. Hoy el veneno de ETA permanece porque la negociación con los terroristas legitimó y rehabilitó política y socialmente a sus representantes políticos. Derrotada operativamente, la negociación del Gobierno socialista, cuyos resultados aceptó el PP de Rajoy, continuando con una hoja de ruta al llegar al poder en 2011 que criticó desde la oposición, permitió la persistencia de ETA metamorfoseada en la izquierda abertzale”.
El fenómeno 'Patria'
¿Y qué opina este profesor universitario del fenómeno editorial Patria, de Fernando Aramburu?. “La obra de Aramburu es una novela y, por lo tanto, lógicamente el autor es libre de elegir el final que desee. El problema es que esa novela de ficción se ha utilizado como si fuera la historia con mayúsculas del terrorismo de ETA. Y no lo es en absoluto. La petición de reconciliación en el contexto del terrorismo tiene una enorme carga política, es tramposa y es totalmente inapropiada. La reconciliación asume que dos partes han obrado mal y que por ello deben volver a conciliarse, situando a las víctimas del terrorismo etarra en el mismo plano de responsabilidad que a los culpables de su victimización”.
Advierte de que “tanto la reconciliación como el perdón que algunos reclaman en el País Vasco constituyen instrumentos políticos con los que los terroristas y los cómplices de los asesinos pretenden redimir las culpas y responsabilidades de la violencia nacionalista de la que tanto provecho ha sacado el nacionalismo. ETA ha matado por razones políticas, luego no es perdón y reconciliación, que tienen una dimensión privada, lo que se debe exigir, sino justicia política y penal”.
Imagen del comunicado de ETA en el que declaraba en 2011 "un alto el fuego permanente, general y verificable" / EFE
La "eficacia" del terrorismo
El autor de La derrota del vencedor advierte de las consecuencias de ese cierre en falso de la banda terrorista en el proceso secesionista catalán. “ Hoy el terrorismo nacionalista de ETA puede reivindicar una cierta eficacia pues los cuatro últimos gobiernos de nuestra democracia no han librado el combate político e ideológico necesario para impedirlo. Este rédito político que el Estado le concede a una organización terrorista a la que se había debilitado enormemente, y que se le concede para satisfacer al nacionalismo del PNV, considerado durante años “parásito objetivo de ETA”, constituye un peligroso precedente. Más aún en un país como España donde existe una Comunidad Autónoma como Cataluña en la que se ha planteado la subversión del orden democrático y constitucional desde las propias instituciones”.
En este sentido, afirma que “el terrorismo nacionalista de ETA ha sido fundamental para diezmar el pluralismo mediante una coacción que no ha perjudicado al nacionalismo. Un peligroso precedente en el contexto de nuestro país con un desafío separatista en Cataluña que pretende que una parte de la ciudadanía, los ciudadanos no nacionalistas, no sean libres e iguales”.