Pedro Horrach, tenía necesidad de explicarse. De reivindicar su trabajo. Lo hace en el libro Pedro Horrach. El fiscal que puso en jaque a la corrupción (Editorial Península). El fiscal del caso Nóos ha pedido excedencia en el ministerio público para dedicarse a la abogacía. Asegura que “lo lógico es que los presos independentistas estén cerca de sus familias. Y espero que esto se resuelva cuanto antes porque no se puede añadir un plus al conflicto porque no estamos en la época de ETA”.
En una entrevista en el programa Converses de COPE Catalunya, Horrach sostiene la inocencia de la infanta Cristina a la que, según dice, “la opinión pública quiso ver azotada en la plaza pública por una cuestión ética. Y yo no lo podía permitir”. Insiste en que la hermana del Rey ni conocía ni participó en las actividades de su marido, Iñaki Urdangarín --que acaba de ser condenado y debe ingresar en prisión--, pues “durante la fase de secreto de sumario, interrogamos a 200 personas en Barcelona. Ni conocían a la Infanta”.
Rompió sus relaciones con el juez Castro
Considera “demencial” que, por primera vez en España, se haya sentado en el banquillo una persona por el solo hecho de ser socia de una empresa investigada”. Confiesa que, a raíz del caso Nóos, rompió su relación de amistad con el juez José Castro. Y niega haber recibido presiones por parte del Gobierno o de la Casa Real.
Horrach reclama la inclusión del delito de enriquecimiento ilícito en el Código Penal pues, de lo contrario, la carga de la prueba recae en la acusación pública. Cree que el fiscal debería ser el instructor de las causas judiciales, como ocurre en el resto de países del mundo, pues “no es posible exigir a un juez que sea imparcial y además investigue”. Y aunque el ministerio público tenga una dependencia jerárquica, dediende su imparcialidad y profesionalidad.
¿Y qué opina de la monarquía? “Ha sido un punto de unión en este país, pero es una institución anacrónica y obsoleta”.