Ocurrió hace varios días, en Lleida, en uno de los primeros actos oficiales del presidente de la Generalitat, Quim Torra, quien acudió al tradicional Aplec del Cargol. Lo hizo acompañado de un comité de defensa de la república (CDR), que enturbió el encuentro institucional entre el mandatario catalán y el alcalde de la ciudad, el socialista Àngel Ros.
Este grupo de activistas independentistas, que en los últimos meses han sustituido a la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium en el control de las movilizaciones callejeras, entorpeció la conversación entre Torra y Ros, sin que ni el servicio de protocolo del president hiciera nada por evitarlo.
Deslealtad institucional
Los alborotadores llevaban pancartas de apoyo de los políticos encarcelados y lazos amarillos. Símbolos que el propio Torra ha oficializado al colocar en el balcón del Palau de la Generalitat una gran pancarta en la que se denuncia la situación de los encarcelados. No piensa quitarla y, por ello, la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, no acudió a la cita del presidente, al que acusa de utilizar los espacios públicos para colocar enseñas partidistas.
Torra tampoco evitó que esos CDR dieran tregua a su reunión con Ros. Fuentes socialistas aseguran que el alcalde expresó su profundo malestar por lo que califican de “deslealtad institucional”.
Mucha gesticulación
Este pulso secesionista forma parte de la gesticulación en la que se ha embarcado el Govern, descolocado ante el cambio de Gobierno en España. Los gestos del presidente, Pedro Sánchez, han desmontado algunos argumentos victimistas del secesionismo. El “enemigo exterior” ya no es el PP, sino el PSOE, que ya hace gestos –ha retirado la intervención financiera— y se presta a debatir la restitución del las leyes catalanas impugnadas por los populares ante el Tribunal Constitucional.
Los socialistas consideran que una de las prioridades debe ser recuperar la lealtad institucional entre los dos gobierno y respetar las posiciones ideológicas no independentistas. Lo ocurrido en Lleida con la claque de Torra preocupa porque, en pocos días, tendrá lugar la inauguración de los Juegos del Mediterráneo, que se celebran del 22 de junio al 1 de julio en Tarragona, ciudad que también gobierna el PSC (Josep Fèlix Ballesteros).
Una buena oportunidad
Los socialistas temen que los independentistas intenten utilizar este acontecimiento deportivo como altavoz de sus reivindicaciones. Está prevista la asistencia de altos cargos del Gobierno de Pedro Sánchez. Una oportunidad para mantener la agitación, pues esa es la consigna de Carles Puigdemont, aunque dentro de la órbita soberanista, tal como publicó Crónica Global, la presión del sector más afín de Jordi Turull (PDeCAT) y ERC presionan para que esas manifestaciones ciudadanas legítimas, dicen, no obstaculicen las vías de negociación con el Ejecutivo del PSOE.