Ha sido inesperado, muy doloroso. El PP, sin embargo, quiere recuperarse cuanto antes y tiene claro que ejercerá una dura oposición contra el nuevo presidente, el socialista Pedro Sánchez, haciendo valer que es el primer grupo parlamentario en el Congreso. Pero el objetivo es reforzar esa imagen y parar los pies a Ciudadanos, para que no entre –o no más de lo que ya lo ha hecho—en el espacio conservador del partido que todavía dirige Mariano Rajoy. Con el añadido de que se considera que es José María Aznar quien encumbra en la sombra a Rivera.
Las medidas que va a plantear pueden ser duras. Una de ellas, aunque algunos ministros habían expresado la idea de que “por responsabilidad” no se tomarían, han comenzado a perfilarse.
Enmiendas en el Senado
La primera es introducir enmiendas en el Senado a los presupuestos del Estado para este año. Y enmiendas que cuestionen y retoquen las inversiones acordadas con el PNV. Eso quiere decir que las cuentas públicas deberían volver al Congreso y que, o bien se asumen esas enmiendas, o la nueva mayoría parlamentaria que se plasmó con la moción de censura de Pedro Sánchez deba rechazarlas, manteniendo el esquema inicial, el que diseñó y aprobó el PP, tras acordarlo con el PNV y Coalición Canaria.
Eso ya puede suponer un problema grave para Sánchez, aunque en el debate de la moción de censura dejó claro que asumía las cuentas, y que no tenía ningún problema en cumplir hasta el último detalle. Pero, al margen del PNV, el primer interesado en que eso no cambie, deberá contar con otros apoyos.
Parar a Rivera
Habrá muchas otras oportunidades para que el PP ejerza con toda su fuerza la labor de oposición, y sólo entrará a pactar con el PSOE en los temas de estado o en leyes que realmente vayan acorde a sus intereses.
Pero todo “debe estar encaminado” a que no quede resquicios para Ciudadanos, y su líder Albert Rivera, al que consideran que se ha precipitado con sus ataques a los populares en los últimos meses, y al que ven, ahora, muy tocado –nunca tanto como el propio Rajoy y todo el conjunto del PP—tras el éxito de la moción de censura de Sánchez.
Más bipartidismo
La paradoja que admiten los dirigentes del PP es que, en realidad, el objetivo que se plantea el partido conservador –al margen de la difícil tarea interna de sustitución de líderes y de nueva redistribución de tareas—es reforzar el bipartidismo con el PSOE. Si eso es lo que buscaba Sánchez con la estrategia de la moción de censura, recolocarse en la política española, buscar, de nuevo, el centro político, eso mismo intentará el PP, conscientes los dos, tanto Sánchez como la cúpula del PP que el adversario central comenzaba a ser Albert Rivera, disparado en las encuestas, con un discurso desacomplejado, en busca del voto que conecta con el cabreo de la sociedad española por los casos de corrupción y por el enquistamiento del problema de Cataluña.
Los propios veteranos del PSOE, que vieron con muchos recelos la operación de Sánchez, ven que ahora eso sería lo más necesario.
Aguantar a 2020
Un duelo en el Congreso, una demostración de que hay proyectos diferentes entre los dos grandes partidos, pero que los dos también pueden acordar grandes cuestiones de Estado, orillando a los partidos que, con la premisa de que iban a cambiarlo todo, con estilos y políticas nuevas, no han demostrado todavía nada: ni Podemos ni Ciudadanos.
En la medida en la que Sánchez ofrezca debilidades –y en eso se quiere blindar el equipo del nuevo presidente del Gobierno—el PP buscará como aprovechar la situación, con hombres afilados como Rafael Hernando, con el propósito de que no se cuele Albert Rivera.
En esa situación, y con la idea de Sánchez de aguantar hasta el final de lo que resta de legislatura, hasta 2020, el PP espera que los pronósticos que dibujan las encuestas cambie por completo. La duda, esa sí que nadie quiere despejar tan pronto, es con qué liderazgos, y con qué papel para Mariano Rajoy.