El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, en una imagen de archivo / EFE

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, en una imagen de archivo / EFE

Política

De la división independentista al amago de cisma

PDeCAT y ERC se arrogan el derecho a decidir el cuarto candidato, mientras que en JxCAT discuten si obedecer a la Justicia o investir a Puigdemont

28 abril, 2018 16:32

Nada, que no se aclaran. Sea por marcar perfil, sea porque realmente están condenados a no entenderse, los independentistas se mantienen divididos ante la investidura del futuro presidente de la Generalitat, sino que ahora planea la amenaza de cisma en el grupo parlamentario de JxCAT.

La flamante portavoz de PDeCAT, Marta Senserrich, ha advertido de que “los 34 diputados de Junts per Catalunya (entre ellos hay doce de PDeCAT) tienen que estar de acuerdo, vale lo mismo el voto del número seis que el que iba de 20 en la lista, se tienen que escuchar todas las voces sin discriminar a nadie”. Lo ha dicho en relación a la posible renuncia de Carles Puigdemont a ser candidato, después de que el Tribunal Constitucional y el Consejo de Garantías Estatutarias se hayan pronunciado contra la investidura a distancia del cabeza de lista de JxCAT. ¿Cisma en el grupo parlamentario?

Tras estas resoluciones judiciales, cobra peso la designación de un cuarto candidato, después de los fallidos intentos del propio Puigdemont –retenido en Alemania--, Jordi Turull y Jordi Sànchez –en prisión preventiva. PDeCAT se arroga así el derecho a decidir, tras haber aceptado durante cuatro meses que JxCAT –el núcleo duro del expresidente-- haga y deshaga estrategias de confrontación con el Estado.

También ERC urge una negociación en lo que parece la recta final hacia una formación de gobierno que desbloquee la situación antes del 22 de mayo. De lo contrario se tendrán que convocar elecciones.

No hay voz unánime

Pero en Junts per Catalunya tampoco hay una voz unánime. La renuncia de Puigdemont suena a rendición ante un Estado español que, según decían hasta hace poco, no puede imponer candidatos ni marcar los tiempos. Después de que el TC y el Consejo de Garantías emitieron sus resoluciones, el portavoz adjunto Eduard Pujol aseguró que la investidura de Puigdemont se mantenía. Horas después declaraba que no se obligaría a la Mesa del Parlament a desobedecer.

Hoy, el vicepresidente de la Mesa, Josep Costa, aseguraba que “presidente ya tenemos uno y nadie se plantea buscarle sucesor por el solo hecho de que a España no le guste”. Costa suscribía así las palabras de la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas (PDeCAT), quien también ve en Puigdemont al candidato prioritario. Otras voces, como la de la diputada de JxCAT Gemma Geis también suscribía esa tesis.

 

De momento, se mantiene en el orden del día del pleno del 3 de mayo el debate y aprobación de la reforma de la ley de presidencia y del Govern con la que se quiere investir a distancia a Puigdemont. Previsiblemente será recurrida por el Gobierno, lo que forzará la elección de nuevo candidato. Si es que Puigdemont da ese paso al lado y permite ungir un presidente provisional. Otra opción es reservar la ley para mejores momentos políticos, es decir, para que el exalcalde de Girona sea investido en el futuro.

Tampoco se descartan elecciones, pues la atención internacional prestada a la fuga, detención y puesta en libertad de Puigdemont le ha hecho subir enteros. Y un veto del Gobierno supondría un revulsivo para los independentistas, que llegarían a las urnas muy motivados.