Manuel Valls puede ser alcalde de Barcelona. Socialista francés, nacido en la capital catalana, ex primer ministro de Francia, y excalde de Evry, en la periferia de París, se ha acercado a Ciudadanos, con la invitación de Albert Rivera para que sea candidato a la alcaldía de la ciudad. ¿Un sacrilegio o una patada al tablero político europeo, con derivadas para Cataluña y el conjunto de España? Valls asegura que está “pensando” en esa oferta, y, aunque no está cerrada, las fuentes consultadas señalan que todo apunta “en la buena dirección”.
Nacido en Barcelona, el 13 de agosto de 1962, hijo de Xavier Valls, un pintor admirado que se trasladó a Francia con una beca, puede ser el alcalde de Barcelona tras una larga operación en la que el socialista Josep Borrell ha sido determinante. En los diferentes actos de la campaña electoral del 21D, con entrevistas y encuentros con dirigentes de Ciudadanos, pero también del PP y del PSC, Manuel Valls demostró su complicidad con el mensaje constitucionalista. Sus reiteradas proclamas en contra del nacionalismo, y del proyecto independentista, le llevaron, posteriormente, a protagonizar actos con Societat Civil Catalana.
El factor Societat Civil Catalana
La entidad constitucionalista entregará, precisamente, este mismo lunes, coincidiendo con el día de Sant Jordi, el premio al “seny y a la concordia” al propio Valls y al presidente del Parlamento europeo, Antonio Tajani. Con ello, el ex primer ministro francés bajo la presidencia de François Hollande iniciará un camino que le puede llevar a la alcaldía de Barcelona.
¿Pero, por qué con Ciudadanos? La influencia de Borrell es importante, también la de Rivera y la de miembros de Societat Civil Catalana, que han visto en el PSC, en los últimos años, una actitud poco combativa con el proyecto independentista, o partidaria la formación que lidera Miquel Iceta de una tercera vía que se antoja en estos momentos imposible.
Borrell y el PSC
La propia experiencia de Borrell, según distintas fuentes, ha podido ser decisiva, porque el exministro del PSOE buscaba un reconocimiento por parte del PSC que no acabó de llegar a la hora de elaborar las listas electorales para el 21D. Al margen de esas circunstancias, siempre importantes, porque forman parte de la química personal, el hecho es que Borrell sintonizaba más con los postulados de Ciudadanos, y, con ello, ha llevado a Manuel Valls a esas aguas, que él, además, ya había transitado al formar parte del ala derecha del socialismo francés.
“Todo puede cambiar mucho, es un toque de enorme importancia”, señala un dirigente socialista, que admite la dificultad de su partido de haber hecho esa apuesta por Valls. El PSC, que tiene como candidato por Barcelona a Jaume Collboni, ha tenido en su federación de Barcelona un bastión de un izquierdismo que ha buscado el entendimiento con las distintas versiones catalanas de Podemos, con Ferran Pedret al frente. Eso casa mal con Valls, cuyo discurso, bien trabado desde hace años, pretende “reconciliar la izquierda con el pensamiento liberal”.
Fascinación por Ciudadanos
Ciudadanos lleva meses llamando la atención de veteranos dirigentes del PSOE. Gusta en esos exbarones socialistas la figura de Inés Arrimadas, y el desparpajo del partido de Albert Rivera en contra del mismo proyecto catalanista que ha protagonizado la política catalana desde la transición. Y Valls forma parte de esa operación dirigida a “romper los esquemas de la política europea”, según las mismas fuentes socialistas, que reprochan, sin embargo, que se pueda establecer en Barcelona una dinámica perversa de carácter identitario. Es decir, que el debate sobre la independencia de Cataluña lo acabe contaminando todo, también la discusión sobre el modelo de ciudad, que se debería dirimir en las elecciones municipales de 2019.
Pero Valls presenta en ese terreno sus credenciales. Quienes le conocen, desde Barcelona, advierten de que el ex primer ministro francés y exministro del Interior “nunca ha dejado de venir a Barcelona, para ver los partidos del Barça, de forma frecuente, y para visitar a su hermana, que vive en la ciudad”.
El Mercedes de Tàpies
¿Podrá referirse Valls a los problemas de ciudad, a la situación de los distintos barrios? Las fuentes consultadas recuerdan la principal característica de cualquier político francés que ha hecho carrera: ser, previamente, alcalde. Valls lo fue, de Evry, a mediados de los años 2000, y tuvo que apagar, literalmente, muchos fuegos. La ciudad, en la periferia de París, estuvo envuelta en llamas, con un estallido social, con más de 1.000 coches quemados en una sola noche, y más de 300 detenidos. En aquel momento, Valls sostenía que se estaba pagando el precio de 30 años de “segregación social, territorial y étnica”. Lo que sucedía, a su juicio, era “un espejo de Francia, la que vive en la miseria y padece una crisis de identidad, se ha perdido el sentido de lo que es ser francés”, relataba en distintas entrevistas.
Luego está la cuestión psicológica, siempre vital. El escritor y periodista Valentí Puig sostiene que Valls tiene muy presente que su padre no pudo triunfar en Barcelona, a pesar de sus dotes artísticas, con una apuesta por la pintura figurativa que no encajaba en las vanguardias, dominadas por un artista como Tàpies.
Manuel Valls, posible alcalde de Barcelona, escuchó en repetidas ocasiones una anécdota, la del encuentro de su padre con Antoni Tàpies. Después de una larga cena, Tàpies le preguntó a Valls qué coche tenía. La respuesta, “un Citroën 2CV”, no fue la esperada. “Cómo?”, y señalando el suyo le mostró un Mercedes último modelo.