El pulso entre la nueva Convergència y Demòcrates puede salpicar a ERC. Llueve sobre mojado, pues la actitud del líder de esta formación independentista escindida de UDC, Antoni Castellà, no agrada a la cúpula republicana.
El exdirigente democristiano intenta agarrarse a los cargos que, desde la época de Artur Mas, ostentaba UDC en la Secretaría de Universidades de la Generalitat. Pero ni PDeCAT ni Elsa Artadi, mujer más que influyente dentro de Junts per Catalunya, quieren a Castellà y a los suyos en esa área. De ahí el amago de ruptura con ERC, que pretende presionar o arrimarse a Carles Puigdemont para debilitar a los republicanos.
La cuerda se rompió
“Castellà siempre ha querido ser el Duran de Junqueras”, explican fuentes conocedoras de la pugna que estos días se vive entre las formaciones independentistas a consecuencia de las viejas rencillas de CiU. Se refieren al tándem que el expresidente de UDC Josep Duran Lleida formó con Jordi Pujol primero y con Mas después. Duran, líder de un partido histórico pero minoritario, siempre intentó marcar el paso a CDC hasta el punto de aspirar a ser el sucesor de Pujol. Mas y, especialmente, la deriva independentista de los convergentes lo impidieron hasta provocar la ruptura entre UDC y CDC.
Castellà (Barcelona, 1970) militó en UDC entre 1992 y 2015, año en el que abrazó la causa secesionista y fundó Demòcrates. Previamente había ocupado la secretaría general de Universidades, propiciando así el acceso de miembros de Unió a decenas de cargos en ese negociado. Hoy, esos puestos peligran.