No es la primera vez que Miquel Iceta habla de “gobierno de concentración”. De hecho, la filosofía que encierra esa propuesta no es otra que la de “coser” las heridas abiertas por el proceso secesionista mediante un frente transversal en la que quepan diferentes opciones ideológicas.

El primer secretario del PSC encargó la campaña de las elecciones autonómicas del 21D con esa moral de consenso, es decir, huyendo de cualquier propuesta que sonara a bloque. Finalmente, los resultados electorales demostraron que la idea del consenso y de los frentes amplios no calaron. Pero tres meses después de los comicios, Cataluña sigue tan dividida como entonces, por lo que el mensaje de Iceta, que suena muy bien a los comunes, sigue vigente.

Para el dirigente socialista, no resulta tan descabellado ese gobierno de concentración en el que no habría vencedores ni vencidos. De su predisposición a superar esta traumática etapa es ejemplo su polémica propuesta de indultar a los soberanistas presos. Hay quien asegura que fue precisamente esa idea, lanzada en plena campaña, la que hundió electoralmente a los socialistas. Iceta persevera. La realidad es que el independentismo no levanta cabeza y, a medida que pasan los días, la situación catalana se vuelve más enrevesada.