Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, y la coordinadora de PDeCAT, Marta Pascal, tienen ya estrategias diferentes, con el nuevo 'artefacto' que supone Junts per Catalunya / EFE

Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, y la coordinadora de PDeCAT, Marta Pascal, tienen ya estrategias diferentes, con el nuevo 'artefacto' que supone Junts per Catalunya / EFE

Política

Puigdemont provoca el enfrentamiento directo contra el PDeCAT

Los fieles del expresidente quieren constituir Junts per Catalunya como partido, siguiendo el modelo de Macron, mientras la herencia de Convergència reivindica sus estructuras orgánicas

14 marzo, 2018 00:00

Choque de legitimidades. Interpretaciones distintas sobre quién posibilitó la victoria, en el campo independentista, frente a ERC. La ebullición en el seno de Junts per Catalunya es total, porque Carles Puigdemont quiere que su lista electoral acabe constituyéndose como un movimiento político, que tendrá distintas fases. Eso rompe la estrategia del PDeCAT, que no sabe cómo parar el ímpetu del propio Puigdemont y de los dirigentes independientes que lo rodean. Ese choque podría ser letal si se convocan unas nuevas elecciones, con sus fieles dispuestos a ir hasta el final en el reconocimiento del presidente “en el exilio”, con la idea de que debe imperar el discurso que se mantenga desde Bruselas.

Toda la política catalana ha saltado por los aires, y en esa falta de perspectiva de los partidos políticos, especialmente los independentistas que no saben cómo abrir una nueva fase, Puigdemont aprieta el acelerador, consciente de que con un nuevo presidente, con un periodo distinto en clave autonómica, comenzaría a pasar al olvido. Por ello, y con el diseño del historiador Agustí Colomines, un núcleo de dirigentes, todos ellos independientes, quieren constituirse como asociación, un embrión de algo más extenso y plural, que debería acabar en un movimiento-partido al estilo de En Marche, en Francia, que juega con las iniciales de Emmanuel Macron, el presidente  de la República. Se trata de diputados elegidos en la lista de Junts per Catalunya como Elsa Artadi, Eduard Pujol, Aurora Madaula y Antoni Morral. Hasta 18 diputados, de los 34 de la lista, son independientes, sin obediencia a la dirección del PDeCAT.

Todo en manos de Puigdemont

Ante eso, ¿qué puede hacer el PDeCAT que dirige Marta Pascal? El malestar con Puigdemont es enorme. Hay cabreo interno, pero no se sabe cómo actuar. Las estructuras orgánicas son del partido, su poder municipal es indiscutible, con docenas de alcaldes de ciudades medianas que garantizan un poder territorial envidiable, todavía, para formaciones como Esquerra Republicana. Pero esos alcaldes también presionan para que en las elecciones municipales de junio de 2019 se constituyan candidaturas que vayan más allá de las siglas, y se inclinan por el Junts per… cada localidad.

La idea de rehacer el espacio ideológico desde el Parlament, con una nueva etapa en la que el PDeCAT podría estar en la oposición, se ha evaporado por completo. La victoria inesperada en el flanco independentista de Puigdemont, en las elecciones del 21D, ha dado al traste con todos esos planes. Y ahora quien domina la situación es el expresidente, a menos que haya un plante que ahora no se vislumbra.

El PDeCAT, sólo una facción

El objetivo de los fieles de Puigdemont es constituir esa asociación, para ir hacia una refundación de todo el espacio que recoja un independentismo plural, de diferentes orientaciones, en el que el PDeCAT podría ser una pequeña facción, o pasar directamente a la desaparición, como auguran algunos miembros de las entidades soberanistas que siguen de cerca ese proceso.

Esa es la intención, que expresa sin tapujos Colomines en sus colaboraciones en medios de comunicación, sin que, por ahora, la dirección del PDeCAT le pueda dar réplica. “El PDeCAT es sólo una una facción de Junts per Catalunya. Pronto se verá. Y es que si JxCat no continúa siendo lo que es y para lo que fue creado, no será nada. Se disolverá como un terrón de azúcar”.

Un presidente "bis"

Lo que está en juego, y eso sólo lo defiende con firmeza en estos momentos el núcleo de fieles que rodea a Puigdemont, es una doble instancia de poder, en Barcelona y en Bruselas. Según Colomines, “la presidencia no será nunca bicéfala". "Los soberanistas sólo tenemos un presidente de la Generalitat, aunque en Barcelona alguien sea investido presidente de la Generalitat con el acuerdo de los tres grupos independentistas, siempre será el presidente 130 bis”.

¿Es eso realista? Dependerá de la fuerza ahora del propio PDeCAT y de ERC para deshacer ese hechizo en el que creen esos hombres y mujeres de Puigdemont, dispuestos a llegar hasta el final y a enfrentarse a las propias estructuras de un partido que fue nada menos que Convergència Democràtica de Catalunya, y que gobernó la Generalitat entre 1980 y 2003, y entre 2010 y 2015.