La dura batalla entre Convergència y Esquerra Republicana ha condicionado toda la política catalana en los últimos diez años. Y la bronca se mantiene. El grupo de dirigentes que arropa a Carles Puigdemont, en la lista de Junts per Catalunya, engaña a Esquerra a la espera de elecciones. En el último momento podría ofrecer una alternativa para sustituir a Puigdemont, y permitir la investidura de otro candidato o candidata, pero por ahora los republicanos son incapaces de vislumbrar nada. Todo son evasivas.
¿Qué quiere realmente Puigdemont y su núcleo duro en Junts per Catalunya? No se sabe. No lo sabe Esquerra. Las negociaciones están bloqueadas. Es falso que haya avances. Una de las cuestiones que sí se han debatido, según fuentes de las dos partes, es aprobar una resolución en el Parlament que reconozca la “legitimidad” del presidente Puigdemont, y otra votación en Bruselas, que podría asumir la asamblea de cargos electos.
Ningún plan de gobierno
Pero cuando se incluyen esas medidas con la petición de la investidura de otro candidato para poder formar Govern, de forma legal, lo que lograría dejar atrás el artículo 155 de la Constitución, los hombres y mujeres de Puigdemont se escabullen. No hay nada que hablar. Sólo Puigdemont. Tampoco quieren definir ninguna hoja de ruta para el próximo Govern, ni ningún plan de acción concreto. Todo son evasivas.
Se trata de una situación de parálisis que deja a los republicanos en una situación muy incómoda. De forma paralela, la lista de Junts per Catalunya presiona a la ANC y logra que su vicepresidente, Agustí Alcoberro, apueste sin ninguna duda por Puigdemont. No es la primera vez.
¿La culpa? 'De Esquerra'
Esquerra ha intentado en los últimos días que la ANC lanzara un gesto claro a favor de asumir la realidad, porque todos entienden que será imposible que Puigdemont pueda ser presidente de la Generalitat. Y, aunque esa decisión de Alcoberro ha dividido a la entidad soberanista, --él mismo se había mostrado como un hombre más próximo a ERC—la imagen que pretenden alcanzar los integrantes del llamado “club” de Puigdemont está comenzando a ser efectiva: hacer ver que si Puigdemont no es presidente será por culpa de Esquerra, y que si se fuerzan nuevas elecciones, será por la negativa de los republicanos a dejarse la piel por Puigdemont.
Esos negociadores siguen firmes. Se trata de Elsa Artadi –llamada a ser la candidata en el último segundo--, Eduard Pujol, el tándem Jordi Turull-Josep Rull, y también participa en algunas reuniones Josep Costa, vicepresidente primero del Parlament, o Laura Borràs.
Ganar y ganar
Esa posición, indefinida, huidiza, de Junts per Catalunya ha comenzado a exasperar a Marta Rovira y al resto de integrantes de la dirección de los republicanos. Con Oriol Junqueras apoyando la decisión de formar un gobierno cuanto antes, con Jordi Sànchez –presidente de la ANC-- en la misma línea, Esquerra no entiende cómo Junts per Catalunya ha quedado en manos de unos dirigentes inflexibles que saben que no tienen ninguna posibilidad de éxito. Tampoco entienden que el PDeCAT no dé ninguna muestra de que mantiene sus constantes vitales.
La percepción es que Junts per Catalunya ha decidido forzar unas nuevas elecciones, y romper el equilibrio existente ahora con Esquerra. Lo que se planea es lograr una victoria amplia, dejando a los republicanos claramente por debajo, pero unos nuevos comicios siempre pueden resultar una sorpresa.