Ocurrió hace varios días en el exclusivo hotel Casa Fuster de Barcelona, situado muy cerca de la antigua sede de CDC y, por tanto, lugar habitual de reunión de los dirigentes convergentes.
Según ha podido saber Crónica Global, un estrecho colaborador de Carles Puigdemont perteneciente al ámbito de la comunicación se reunió con un enviado del Gobierno. El objetivo era allanar el terreno a una salida digna del expresidente, cuya investidura quedó suspendida el pasado martes por decisión del presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC).
Rebaja de las cargas judiciales
No es la primera vez que el entorno de Puigdemont se traga su orgullo independentista y tiende puentes con el Ejecutivo, al que siempre ha tildado de "opresor y antidemocrático". La finalidad es lograr una rebaja de las cargas judiciales que arrastra el exalcalde de Girona a cambio de su retirada. El Gobierno del PP ni siquiera ha tomado en consideración esa posibilidad.
Pero la postura firme de Torrent, unida a la publicación de los mensajes de Puigdemont, en los que prácticamente tira la toalla, han obligado a JxCat a intensificar esos contactos. La reunión en Casa Fuster se hizo, según fuentes conocedoras de la misma, a espaldas de PDeCAT, ampliando así el abismo existente entre la marca creada para tutelar la candidatura de Puigdemont y la formación coordinada por Marta Pascal.
Más desconfianza entre JxCat y PDeCAT
En efecto, el secretismo de la reunión ha acentuado la desconfianza entre el entorno de Puigdemont y la nueva Convergència, donde el bloqueo de la investidura del candidato ha desatado una auténtica caza de brujas. Dirigentes de JxCat están convencidos de que PDeCAT ha maniobrado junto a ERC para que Puigdemont no sea candidato con la finalidad de dar luz verde a diputados como Jordi Turull y Josep Rull.
El desgaste también comienza a notarse en el núcleo duro de Puigdemont, cada vez más pequeño, como se pudo comprobar el pasado miércoles, en la maratoniana reunión que mantuvo JxCat, que algunos han calificado de "batalla campal". El encuentro tuvo lugar después de que se publicaran los agoreros mensajes del expresident, muy pesimista respecto a su propia investidura y muy crítico con su entorno, al que acusa de haberle sacrificado.
¿Eran ciertos los mensajes?
Algunos miembros de JxCat se preguntaron si los mensajes eran ciertos y, en tal caso, por qué Puigdemont no daba un paso al lado. Hubo quien pidió abrir consultas con el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sànchez –que sigue en prisión provisional—, para tantear si estaría dispuesto a ser candidato.
Hubo también críticas hacia PDeCAT, al que se acusa de haber torpedeado la investidura, algo que fuentes de este partido niegan. “Ahora resultará que PDeCAT, que no estaba en las negociaciones y que no puede hacer otra cosa que seguir al president, ha sido culpable de lo que ocurrió en la investidura. Ni Marta Pascal ni David Bonvehí ni nadie de su equipo han conspirado”, afirman.
ERC y la fraticida guerra convergente
ERC no esconde su satisfacción ante esta guerra fraticida y mantiene en suspenso la investidura de Puigdemont, a pesar de la presión convergente. “Para nosotros es fundamental que la investidura no implique improvisaciones, que no se haga sin garantías, y sobre todo que sea efectiva y que además no implique consecuencias penales para muchísima gente”, dijo la número dos de los republicanos, Marta Rovira.
Ante esta situación, quienes se mantienen fieles a Puigdemont intentan buscar una salida, retrocediendo varias pantallas hacia una operación diálogo impulsada por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y que nunca prosperó.