Sea porque sus principales dirigentes están en prisión, sea porque el independentismo catalán está entrando en una espiral incomprensible, lo cierto es que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural han desaparecido de las negociaciones para la constitución de la Mesa del Parlament y la formación del Gobierno.

Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, dirigentes de estas entidades convertidas en el brazo social del secesionismo por decisión del ahora dimitido Artur Mas, llegaron a acumular un poder impropio para quienes nunca fueron cargos electos. Ya con Carles Puigdemont al frente de la Generalitat, la ANC y Òmnium marcó hojas de ruta, estrategias parlamentarias y pactos entre PDeCAT, ERC y CUP. La imagen de Sànchez y Cuixart llegando al Palau de la Generalitat en coche oficial comenzó a ser frecuente.

Los sucesos del 20 de septiembre

Las cosas comenzaron a cambiar el 20 de septiembre, cuando Sànchez y Cuixart lideraron el asedio a la comitiva judicial que realizó un registro en la Consejería de Economía. A raíz de esos hechos fueron encarcelados preventivamente por sedición y rebelión.

Tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la consiguiente celebración de elecciones autonómicas el 21D, el papel de la ANC y Òmnium se volvió muy discreto. Agustí Alcoberro y Marcel Mauri, sustitutos respectivamente de Sànchez y Cuixart, han adoptado un perfil bajo, limitándose a poner de manifiesto, tras una reunión con Puigdemont este lunes en Bruselas, “la necesidad de retirar el 155, corregir sus efectos, liberar los presos políticos y facilitar el retorno de los exiliados con seguridad y garantías, y abordar la legislatura a partir de la mayoría absoluta que el independentismo ha obtenido”.

Sin embargo, en las discretísimas reuniones de JxC, ERC y CUP para constituir la Mesa del Parlament y la investidura del futuro presidente catalán, el protagonismo de ANC y Òmnium se han diluido, pese a que --esta vez sí-- sus dirigentes forman parte de las listas electorales. La pugna entre ERC y Junts per Catalunya, que obliga a ambas entidades a hacer equilibrios tácticos, es uno de los motivos de esa exclusión.