Fieles a un guión que establecieron hace meses pese la distorsión que ha representado la propia figura de Carles Puigdemont y sus atrevidas decisiones. Los dirigentes de Esquerra Republicana quieren abrir el abanico del próximo Govern para lograr otros socios parlamentarios, sin depender necesariamente de la CUP. Antes, deberán resolver otras cuestiones, como la propia investidura de Puigdemont, que se ve casi imposible. Pero Esquerra, después de frotarse los ojos, de lamentarse y de asumir que ha cometido errores --en la campaña y en el tramo final del proceso soberanista-- quiere huir de las vías unilaterales y ser consecuente con su proyecto independentista: a medio y largo plazo, no cuando se ha visto que la sociedad catalana está partida en dos mitades.
¿Cinismo después de lo ocurrido? ERC había conseguido, con el liderazgo de Oriol Junqueras, una gran disciplina interna. Pero no es un partido monolítico, como ninguno en la política catalana. Y la propia personalidad de sus dirigentes ha sido determinante. Si Junqueras ofrecía una imagen de diálogo, de insistir en el proyecto, pero con paciencia, otras voces se precipitaron en los momentos clave, como Marta Rovira, con su rotunda oposición a que Puigdemont convocara elecciones antes de que el Gobierno aplicara, tras la votación en el Senado, el artículo 155 de la Constitución.
El guión de ERC se mantiene
Ahora, sin embargo, todo eso no sirve nada. Ha pasado. Y Junqueras sigue en prisión preventiva. El propio Junqueras asumió su situación y propuso al partido que Rovira tomara el relevo. Las dudas que generó, tras sus intervenciones en los debates electorales, llevaron a Esquerra a potenciar a otro posible presidenciable, el exconsejero de Justicia Carles Mundó. Todo ello puede haber provocado que Junts per Catalunya le haya pasado por delante. Y eso que ERC esperaba, esta vez sí, superar a los exconvergentes por primera vez.
Pero la nueva situación no anula el proyecto del partido. Sabedores sus dirigentes de que Puigdemont no podrá ser investido, aunque hagan todo lo necesario para conseguirlo, lo que piden los republicanos al equipo del expresidente es que se ofrezcan otros candidatos, y se pacte la investidura junto a la formación de todo el Govern, que, esta vez, deberá integrarse a un 50% por cada partido, porque el resultado en votos --la diferencia es de dos escaños-- es de apenas 10.000 más para la lista de Puigdemont.
La posible candidatura de Junqueras
Y, lo más importante, lo que defiende Esquerra, según las fuentes consultadas, es que el nuevo Govern se abra a otros acuerdos, principalmente con Els Comuns, pero también con el PSC. En las próximas semanas se sondearán esos apoyos. No ahora, no para la investidura, pero sí para alcanzar acuerdos en el Parlament y para establecer, incluso, estrategias conjuntas de cara a plantear determinadas reivindicaciones al Gobierno central.
Miquel Iceta (i) y Xavier Domenech (d) en la campaña del 21D / CG
El propio Junqueras --el 4 de enero es una fecha clave para conocer si seguirá en prisión como medida cautelar, ya que declarará ante el Tribunal Supremo-- o Mundó, además de Rovira --que, pese a su fuerte carácter alienta esa estrategia en privado-- defiende que no se pueden tomar más medidas unilaterales ni forzar más la situación en Cataluña, y que ahora toca gobernar y ampliar los acuerdos, más allá de la CUP, que no lo volverá a poner fácil, pese a haber perdido cuatro escaños. Y Junqueras, a partir del 4 de enero, si sale en libertad, podría jugar una nueva baza como candidato a la investidura, si Puigdemont no puede volver de Bégica.
Esperando la decisión de Puigdemont
El problema ahora no es el PDeCAT, que está deseando entrar en esa senda, sino el propio Puigdemont y su intento de restitución en cargo, con toda la operación judicial en curso. El expresidente querría regresar a Cataluña, para tomar posesión de su acta de diputado y defender su investidura, pero desea llegar a algún acuerdo con Mariano Rajoy para no ser encarcelado. Aunque se piense en un plan alternativo, que pasa por figuras como Elsa Artadi, Jordi Turull, o Josep Rull, del lado de la dirección del PDeCAT, Puigdemont va a por todas.
Quiere que las instituciones europeas --ya demostraron que no quieren implicarse-- intervengan si un candidato a la presidencia, avalado por las urnas, y con la posibilidad de ser investido acaba en prisión.
De hecho, Puigdemont rompió todos los planes de los dos partidos, del PDeCAT y de ERC, que habían diseñado la convocatoria de elecciones después de intentar la celebración del referéndum del 1 de octubre. Lo que ocurrió aquel día, con las cargas policiales, y la confusión posterior con la declaración de independencia a medio gas en el Parlament, trastocó todos los planes.
Pero el independentismo, el que representa Esquerra, está dispuesto a iniciar otra etapa, dando juego al Parlament, y ganando tiempo a la espera de ver qué pasa en la política española, con Mariano Rajoy muy debilitado por los resultados de su propio partido en el 21D. Y también pasa por la propia investidura de Junqueras, si Puigdemont se queda en Bélgica.