Las elecciones catalanas de este jueves pueden representar un éxito sin precedentes de participación. La pugna electoral, además, se espera muy abierta. El constitucionalismo quiere movilizar el voto tradicionalmente abstencionista, pero hay algunos factores que pueden jugar un poco más en contra del sufragio constitucionalista que del independentista.
El catedrático en Ciencias Políticas de la Universitat Autònoma de Barcelona, Joan Botella, explica a Crónica Global que uno de los factores que más sorprende a los observadores internacionales cuando presencian unos comicios en España es el “descaro con el que se vota”.
Papeletas visibles en los colegios
El hecho de que las papeletas estén diferenciadas por partidos políticos y visibles en los colegios electorales no garantiza de forma tan efectiva que el voto sea secreto, al contrario de lo que ocurre en otros sistemas. En Italia, por ejemplo, hay una misma papeleta con el nombre de todos los partidos y los electores deben dirigirse a las cabinas para marcar una X sobre la casilla de la formación elegida.
“En España, si se entra en la cabina para votar puede parecer que se quiera esconder algo”, añade Botella. A la misma conclusión llega el sociólogo de la Universidad de Zaragoza Pau Marí-Klose: “Te ves obligado a coger la papeleta allí con los apoderados encima, y los alcaldes y concejales en la puerta”.
El envío de las papeletas por correo que realizan las formaciones políticas puede “amortiguar” este efecto —añade el politólogo y fundador de Politikon Pablo Simón— pero en muchos municipios del interior de Cataluña no siempre llegan todas las papeletas. “Se desconoce si el registro del mailing es efectivo o no porque los partidos políticos recelan de informar sobre ello”, apostilla Simón.
Día laborable
Otro de los escollos que se espera que pueda afectar en mayor grado al voto de clases modestas es el hecho de que se celebren las elecciones en día laborable. Según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y de su homónimo catalán (CEO), la gente con menos ingresos y empleos sin cualificación tiende a votar en mayor grado a partidos constitucionalistas.
“Las ocupaciones de los votantes de perfil constitucionalista otorgan menores márgenes de autonomía para ir a votar”, sostiene Marí-Klose. Algo parecido puede ocurrir con lo empleados “por cuenta ajena en empleos precarios”, que eviten pedir “el permiso si creen que pueden incomodar a sus jefes”.
Día libre en las universidades
El sociólogo también cree que el hecho de que las universidades den el día libre a los estudiantes puede “favorecer a los independentistas”, puesto que los estudiantes “tienden a tener un perfil independentista más acusado”.
La politóloga e investigadora posdoctoral de la Universitat Autònoma de Barcelona, Berta Bartet, destaca el asunto de las “rutinas y costumbres”. “Lo que más juega en contra son los ciudadanos no implicados en política y, por lo tanto, más difíciles de movilizar”.
Menos apoderados de Cs, PSC y PP
Respecto a la falta de apoderados e interventores que se constata que tendrán las distintas fuerzas constitucionalistas en algunos municipios, no hay consenso entre los expertos sobre si puede acabar afectando al voto.
Marí-Klose apunta que “los apoderados han sido instruidos antes en las sedes de los partidos para hacer toda clase de trampillas”. El hecho además de que la competición se plantee por "bloques" --constitucionalistas frente a independentistas-- puede provocar que los apoderados de un partido no afeen a otros del mismo bloque “comportamientos inapropiados”.
Polarización
Estructuralmente el voto constitucionalista es más costoso porque hay que “movilizarlo para que salga de la abstención”, afirma Simón. El nivel de alta polarización, sin embargo, propicia que la participación crezca. Este fenómeno —añade Bartet— hace que la gente tenga “opiniones más firmes" y "difíciles de cambiar por la presión del entorno”.
En los pueblos rurales catalanes es donde se pronostica que el voto constitucionalista lo pueda tener más complicado. Pero el hecho de que estas elecciones se hayan convertido en muy importantes tanto a escala nacional como internacional —el ex primer ministro Manuel Valls dijo incluso que el “futuro de Europa se juega en Cataluña”— puede provocar, dice Bartet, que la “vergüenza” sea inferior a la “relevancia” de la cita electoral.
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