Corren malos tiempos para el PDeCAT. Las encuestas no auguran un buen resultado para los exconvergentes en las autonómicas del 21 de diciembre y, en esta ocasión, y a diferencia de lo ocurrido hace dos años, no han sido capaces de convencer a ERC para presentarse juntos y paliar así la previsible debacle electoral.
Todo apunta a que, salvo sorpresa, todas las formaciones secesionistas concurrirán por separado. La última en decidirlo ha sido la CUP, en la asamblea celebrada este domingo en Granollers. De nada han servido los llamamientos a la unidad del independentismo lanzados pública y repetidamente en la manifestación del sábado en Barcelona, ni la presión en ese sentido realizada desde los medios de comunicación públicos catalanes.
Sin embargo, la formación liderada por los expresidentes de la Generalitat Carles Puigdemont y Artur Mas no se rinde y busca alternativas creativas para tratar de atenuar el golpe evitando presentarse en solitario. Un golpe que podría agravarse si en las poco más de cinco semanas que faltan hasta el 21D se produjese la sentencia del caso Palau, sobre la presunta financiación ilegal de CDC.
La "lista del president"
En los últimos días, la dirección del partido ha barajado dos posibles opciones para construir una “lista de país” o “lista del president” --ya sin ERC ni la CUP-- que esconda o diluya las siglas del PDeCAT con la excusa de la “transversalidad”.
La primera opción pasaría por utilizar la marca electoral registrada hace unos días con la denominación de Partit Demòcrata-Pacte Democràtic (PDeCAT-Pacte), un nombre que todavía podría modificarse, aunque el plazo para presentar nuevas coaliciones ya está cerrado. Así lo avanzó este domingo La Vanguardia.
La segunda alternativa sería la de presentar una agrupación de electores --cuyo plazo termina este viernes-- sin las siglas del PDeCAT. Entre los defensores de esta vía hay pesos pesados del partido --como Francesc Homs, Miquel Buch y Víctor Terradellas--, dirigentes históricos de la ANC --como Pere Pugès y Jaume Marfany-- y otras figuras del independentismo --como Miquel Sellarès y Miquel Strubell--. Según reveló El Confidencial, el nombre elegido para esta opción es el de Junts per Catalunya (JuntsxCat). Esto plantea algunas dificultades, como la necesidad de recoger firmas y la limitación a la hora de recibir financiación pública y publicidad en los medios públicos, pero permitiría visualizarse como una candidatura transversal.
Estos últimos elementos son los que, según El Periódico, dejan a las dos opciones anteriores con pocas posibilidades de prosperar y que lo más probable es que finalmente el PDeCAT se presente con sus propias siglas.
Puigdemont, única esperanza
En cualquier caso, la candidatura estaría encabezada por Puigdemont, al que el partido considera el único con el capital político necesario para plantar cara a una lista de ERC liderada por el exvicepresidente autonómico Oriol Junqueras, con tres de los exconsejeros encarcelados --Raül Romeva, Carles Mundó y Dolors Bassa--, dos de los huidos --Toni Comín y Meritxell Serret-- e, incluso, la posibilidad de que se sume la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, si decide repetir.
La candidatura del PDeCAT trataría de contrarrestar esa artillería electoral con la inclusión de un buen número de activistas procedentes de la sociedad civil y de sensibilidades diversas, además de los exconsejeros del partido encarcelados o fugados.
La lucha por los independientes
Es previsible que el PDeCAT y ERC se peleen por incorporar a sus filas a algunos de los independientes. Entre ellos, los expresidentes de la ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, ambos en prisión provisional en Soto del Real.
En esta cuestión, Òmnium Cultural se ha mantenido al margen en los últimos días, pero la ANC decidió este sábado, tras una consulta entre sus bases, promover “una única candidatura del bloque soberanista abierta a líderes políticos y de la sociedad civil encarcelados y perseguidos judicialmente", lo que les acerca a la “lista del president” del PDeCAT.
La defunción del 'procés'
Pero el PDeCAT se enfrenta a otras dificultades. El exconsejero Santi Vila ha anunciado que dará “un paso al lado” si el partido sigue apostando por la unilateralidad, y no se descarta que se sume a otra candidatura. Mientras que el fichaje del exconsejero de UDC Ramon Espadaler por parte del PSC puede arrastrar algunos votos del nacionalismo moderado a la candidatura encabezada por Miquel Iceta.
Aunque no todo son malas noticias para los exconvergentes. La ruptura del acuerdo de gobierno municipal en Barcelona entre Ada Colau y el PSC dificulta la formación de un tripartito ERC-PSC-comunes tras el 21D, y hace albergar esperanzas al PDeCAT de que, pase lo que pase, siga siendo necesario para quien quiera sentarse en el sillón de la presidencia de la Generalitat.
Así las cosas, la división independentista apunta dos realidades difícilmente refutables: por una parte, la defunción del procés tal y como había sido diseñado por sus promotores --hasta el punto de que todos los partidos independentistas han aceptado concurrir a las elecciones autonómicas convocadas por Rajoy--; y por otra, el fracaso por la apuesta independentista de las élites convergentes, que, pese a refundarse, van camino de convertirse en la última víctima del procés.