El consejero delegado de GSMA, John Hoffman, asociación que organiza y tiene la patente del Mobile World Congress (MWC) visitó el miércoles Barcelona. No fue un buen día. Vivió una sensación de colapso en Cataluña a causa de la huelga general que le aportó una dosis de "preocupación", lo que hace peligrar que Ciudad Condal siga siendo la sede de la gran cita anual del mundo de la tecnología móvil.
Así lo puso de manifiesto el propio Hoffman en la reunión del patronato de la fundación Barcelona Mobile World Capital, que ayer eligió a Carlos Grau nuevo director de la entidad.
Preocupación entre los inversores
El máximo responsable de la GSMA admitió que sus asociados, las empresas e inversores que configuran esta especie de patronal de la tecnología móvil, se están planteando la continuidad del MWC a partir de la edición del 2019 si no se dan suficientes condiciones de estabilidad política y social para su buen funcionamiento.
Hoffman expresó “inquietud” y “temor” ante la posibilidad de que la situación generada por el proceso independentista catalán y la reacción del Gobierno español se agrave.
En principio, la GSMA mantiene su propósito, difícilmente alterable a estas alturas por una razón de calendario, de celebrar la próxima edición del MWC en las instalaciones de Fira de Barcelona entre el 26 de febrero y el 1 de marzo. Pero uno de los congresos más importantes del mundo podría hacer la mudanza en el 2019 –novias no le faltan, una de ellas Munich– a pesar de que el contrato con Barcelona expira en 2023.
Crisis en el ayuntamiento
Como recoge La Vanguardia, sin revestir la importancia del conflicto político y social que se vive en Cataluña, otra de las cosas que preocupan a los responsables del MWC es el más que probable incremento de la inestabilidad en el Ayuntamiento de Barcelona, una situación que podría acelerarse si las bases de BCNenComú deciden esta semana la ruptura del pacto de gobierno con el PSC.
De hecho, el contexto político que podría perjudicar los intereses de Barcelona de retener el MWC han empeorado desde que el 13 de octubre la GSMA, para atemperar los ánimos de sus asociados, se sintió obligada a emitir un comunicado afirmando ya entonces que mantenía la edición del 2018 pero que, al mismo tiempo, “monitorizaría la situación de España y Cataluña y evaluaría cualquier impacto potencial en el Mobile World Congress y en la Mobile World Capital”.