Seis horas seguidas llevan los independentistas concentrados ante la puerta de la Consejería de Economía, en Barcelona. Protestan por la operación de la Guardia Civil que ha resultado con más de una decena de detenciones de miembros del Gobierno de Carles Puigdemont. Los agentes del instituto armado han podido acceder al edificio a primera hora de este miércoles pero, seis horas después, se encuentran todavía en el interior.
"No pasarán", gritan a los Mossos d'Esquadra las más de cien personas concentradas en el punto. Unos 15 furgones de la Policía catalana han parapetado los alrededores de la consejería por la Gran Via de les Corts Catalanes hasta donde los manifestantes les han permitido. Su misión es facilitar la salida de la Guardia Civil del edificio, pero las conversaciones entre ellos manifestaban la imposibilidad de conseguirlo: "Están ahí encerrados. No pueden salir".
Enfrentamientos con los Mossos
Eran precisamente los mossos quienes se convertían en el foco principal de todas las miradas a su llegada. Les increpaban que llevasen la cara tapada; se acordaron del mayor al grito de "¿dónde está Trapero? ¿Trapero dónde está?"; se sentaron frente a las furgonetas para bloquearles el paso y unos pocos intentaron burlar el cordón policial mediante zarandeos varios. Voluntarios de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) corrían hacia la zona conflictiva para recordar: "No vamos en este plan".
Los mismos voluntarios permanecen todavía rodeando la consejería mediante una cadena humana para facilitar la salida de los trabajadores y de varias personalidades políticas como Neus Munté, Anna Simó, Miquel Calçada, Lluís Fernández y Lluís Llach, entre otros. Mientras tanto, una colla de castellers amenizaba el rato de protesta junto a varios cánticos como "esto con Franco sí pasaba", "votaremos" o "visca Catalunya lliure".
A las 16.30 han llegado al lugar el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, y el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, al grito de "no esteu sols" ("no estáis solos") y entre aplusos. Alguno de los presentes ha derramado alguna lágrima.
Fiesta en el trabajo
Varios de los asistentes explicaban a este medio que han pedido fiesta en el trabajo o han acudido a primera hora de la mañana, pero se han ido porque "había que estar aquí". Algún turista despistado intentaba unirse al clamor "votarem" ("votaremos"), entendiendo en su idioma como "Good, ale". Otros preguntaban el motivo de la concentración y, al conocerlo, se unían a las palmas generalizadas que repetían: "Las calles serán siempre nuestras".