Hace unos días, Societat Civil Catalana (SCC) anunciaba el relevo de cuatro de los miembros de su junta directiva. Irene Álvarez, Xavier Marín, José Rosiñol y Óscar Uceda sustituían a Joaquim Coll, Rafael Arenas, Juan Mellen y Montse Baras al frente de la entidad.
Mucho se ha escrito sobre los entresijos de esta organización que, en muy poco tiempo, se ha convertido en un referente de la oposición civil al nacionalismo y al independentismo catalán. Pero, ¿quién está realmente detrás de SCC? ¿Quién la controla?
Lo cierto es que la irrupción de SCC en abril de 2014 supuso un rayo de esperanza para los catalanes no nacionalistas. En aquel momento, el denominado proceso independentista se encontraba en su apogeo y las entidades de la sociedad civil contrarias al proyecto secesionista, aunque numerosas y con larga trayectoria, eran pequeñas, estaban descoordinadas y carecían de la financiación suficiente para dar una respuesta eficaz. En cambio, las principales asociaciones nacionalistas, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural —entre otras—, contaban con el apoyo económico y mediático casi ilimitado de la Administración catalana, además de la simpatía de los principales medios de comunicación locales, generosamente subvencionados.
SCC tuvo claro desde el primer momento que, para lograr su objetivo, debía construir una alternativa transversal, lo que significaba contar con la complicidad de los partidos políticos no independentistas, esto es, PSC, PP, C’s, ICV-EUiA y UDC. Los nombres que a lo largo de estos tres años de vida han integrado el equipo directivo de la entidad confirman esa estrategia, pero mantener ese equilibrio no ha sido fácil. Y es que en más de una ocasión la lucha de la asociación por mantener su independencia ha chocado con los intereses de los partidos.
La etapa de Bosch
La primera junta directiva de la entidad mostraba ese delicado juego de contrapesos. Josep Ramon Bosch —cercano al PP— era el presidente, y le acompañaban en la vicepresidencia primera Joaquim Coll —vinculado al PSC—, en la vicepresidencia segunda, José Rosiñol —independiente pero muy bien relacionado con Bosch, y quien ejerció de presidente interino en la fase de constitución de SCC—, y en la tercera, Susana Beltrán —que meses después se convirtió en diputada autonómica de la mano de C’s—.
El resto de la junta la completaban José Domingo —exdiputado de C’s en el Parlament y actualmente en la órbita de la Plataforma Ahora, el proyecto socialdemócrata que promueve Gorka Maneiro—, Rafael Arenas —independiente de izquierdas, que posteriormente sería presidente de la entidad—, Juan Arza —vinculado al PP—, Ferran Brunet —liberal—, Sixto Cadenas —vinculado al PP—, Isabel Fernández Alonso —independiente de izquierdas—, Mariano Gomà —independiente y actual presidente de SCC—, Juan Mellen —relacionado con Duran i Lleida—, Francesc Moreno —exmilitante del PSC—, Daniel Perales —independiente de izquierdas— y Álex Ramos —vinculado al PSC—.
Esa primera junta directiva también refleja los problemas que, desde su nacimiento, se encontraron los promotores de SCC para incluir en su proyecto a personas relevantes de la órbita de UDC, de ICV-EUiA y de la entonces incipiente Podemos, pese a que esa fue —y sigue siendo— su intención, con el objetivo de visualizar un frente lo más amplio y plural posible ante el independentismo.
Rafael Arenas toma el relevo
En septiembre de 2015, se produce un relevo en la presidencia de la entidad, lo que se aprovecha para introducir algunos cambios en la junta. Bosch dejó de ser la cabeza visible de SCC y le sustituyó Arenas. El detonante de esa sustitución fue la causa judicial abierta contra el primer presidente de la entidad por unas presuntas injurias contra destacados activistas independentistas. Un proceso judicial que, meses después, fue archivado, pero que supuso la primera crisis interna.
La renovación de la dirección también incluyó la supresión de las vicepresidencias segunda y tercera, lo que dejaba al tándem Arenas-Coll como cabezas visibles de la entidad, y con Domingo como número tres con el cargo de secretario. Además, Mercè Vilarrubias —cercana al PSC— se incorporó al equipo en sustitución de Beltrán, recién elegida diputada autonómica por C’s.
Gomà, el actual presidente
El tercer cambio relevante en la junta directiva de SCC tuvo lugar en octubre de 2016. Arenas pasó a ser vocal, cediendo la dirección a Gomà —actual presidente— y Coll dejó la vicepresidencia para ocupar una vocalía. De nuevo, se volvió a la estructura de tres vicepresidencias, ocupadas por Domingo, por Ramos y por una nueva incorporación: Miriam Tey —inicialmente en la órbita del PP, de hecho fue directora del Instituto de la Mujer, dependiente del Ministerio de Sanidad, entre 2003 y 2004, aunque posteriormente tuvo una aproximación a C's—. También se integró en la dirección a Manuel Miró —cercano al PP—, Montserrat Baras —vinculada a C’s— y Nuria Plaza —independiente—. De nuevo, SCC hacía encaje de bolillos para no romper el equilibrio entre afines a PP, PSC y C’s.
Un equilibrio que SCC ha sabido rentabilizar muy bien. Una muestra de ello fue la consecución del Premio Ciudadano Europeo 2014 otorgado por el Parlamento Europeo. Un galardón que legitimó (y dio prestigio) la labor de la entidad y que hubiese sido imposible lograr sin la actuación conjunta de los representantes de PSC, PP y C’s en Bruselas.
La crisis por el pacto PSOE-C's
Pero no todo ha sido un camino de rosas en el seno de la entidad. En febrero de 2016, SCC valoró “positivamente” el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos para tratar de lograr la investidura de Pedro Sánchez. El enfado de los miembros de la junta directiva más cercanos al PP —que denunciaron la ruptura de la neutralidad acordada ante este tipo de situaciones— derivó en una crisis interna cuyas consecuencias tardaron meses en disiparse.
Los últimos cambios introducidos en la junta directiva de SCC van en la línea de mantener las cuotas de partidos. Xavier Marín ha ostentado durante muchos años cargos orgánicos en CCOO, UGT y el PSC —donde ha dirigido la Escola Xavier Soto y ha sido consejero nacional del partido—; Óscar Uceda ha sido coordinador de C’s en Lleida y candidato del partido al Congreso de los Diputados, e Irene Álvarez está cercana al PP. Además, se mantiene la tradición según la cual los antiguos dirigentes, una vez dejan sus cargos directivos, siguen vinculados a la organización y continúan colaborando activamente con ella.
Imagen pública transversal
En los actos públicos más recientes, la entidad ha mantenido esa imagen de transversalidad que, desde su origen, tanto le ha preocupado. Así ocurrió esta misma semana, en una jornada que organizó para reivindicar la implantación de una tarjeta sanitaria única para toda España, que tuvo como ponentes al diputado de C’s Jorge Soler, a la diputada del PSC Assumpta Escarp, y al diputado del PP Santi Rodríguez.
También cuidaron mucho la presencia de miembros de los tres partidos en la última manifestación convocada por SCC, que tuvo lugar en marzo pasado para protestar contra los planes secesionistas del Govern, y que en la cabecera contó con la presencia de Alberto Fernández Díaz (PP), Carlos Carrizosa (C’s) y David Pérez (PSC).
"Tensiones positivas"
El propio Gomà reconoce a Crónica Global que la entidad siempre ha buscado “mantener un equilibrio de fuerzas en la junta” desde la “independencia”. “SCC nace con voluntad de ser transversal, es nuestra razón de ser”, subraya. Y asegura: “Ahora es cuando vamos a tener un equilibrio mayor” entre miembros con sensibilidades cercanas al PSC, al PP y a C’s.
Sin embargo, el presidente de SCC admite que ha habido “tensiones” internas en más de una ocasión, pero insiste en que estas se han circunscrito en un ámbito de “normalidad” y que siempre han sido “positivas”. En este sentido, Gomà destaca que SCC se ha convertido en el principal foro en el que conviven sin estridencias representantes de las tres principales formaciones constitucionalistas de Cataluña.
Por otra parte, Gomà rechaza etiquetarse y se define como “neutral e independiente”. Y achaca los cambios periódicos en la dirección de SCC al desgaste personal que genera este tipo de cargos. “Somos como una diligencia que va a toda castaña por el Oeste, y de vez en cuando hay que cambiar los caballos, mientras que los otros [en referencia a las entidades soberanistas] van con gasolina”, sentencia.