Jerôme Ferret, profesor de Sociología en la Universidad de Toulouse, ha estudiado la violencia y los movimientos sociales de España / CG

Jerôme Ferret, profesor de Sociología en la Universidad de Toulouse, ha estudiado la violencia y los movimientos sociales de España / CG

Política

"Podemos y el independentismo han canalizado una violencia latente"

El sociólogo francés Jerôme Ferret analiza en un libro los movimientos sociales de Cataluña y País Vasco

10 febrero, 2017 00:00

La violencia es un tabú social que Jerôme Ferret se atreve a abordar en su libro Crisis social, movimientos y sociedad en España hoy (Sibirana Ediciones), donde compara la situación de País Vasco y Cataluña con su país, Francia.

Ferret, profesor de Sociología en la Universidad de Toulouse, es también investigador asociado en la Escuela de altos estudios en ciencias sociales (CADIS, EHESS-CNRS, París). Asegura que su mentor es Alaine Touraine, con quiene sostiene vivas discusiones respecto a Podemos, ya que el prestigioso sociólogo es un firme detractor de este movimiento. Por el contrario, Ferret cree que gracias al 15M se ha canalizado la violencia social española, impidiendo que surjan partidos como el Frente Nacional de Le Pen.

En Cataluña no se puede hablar de violencia porque el nacionalismo defiende la integración, la unidad, la no división. No vemos la realidad de los barrios

-Usted habla abiertamente de la violencia social, un tema que para nosotros resulta todavía tabú.

-Efectivamente, se trata de un tabú en todos los países desde que, tras finalizar la segunda guerra mundial, hubo una transformación radical hacia la pacificación. La violencia se presenta como algo sucio y prohibido… Pero la violencia es normal y esconderlo es peligroso.

-Usted es francés ¿por qué se interesó por el caso español?

-El caso de España es muy singular por los casos vividos en el País Vasco y Cataluña. Yo he vivido en Terrassa y he visto cómo convive un sentimiento nacionalista y una gran comunidad musulmana. Pero no se puede hablar de violencia, porque el nacionalismo defiende la integración, la unidad, la no división. No vemos la realidad de los barrios. Y las cosas hay que verlas como son. En Barcelona hay una enorme exclusión social; existe una fuerte polarización entre Pedralbes y barrios de Badalona o L’Hospitalet.

-Sin embargo, esa violencia no estalla…

-La violencia evoluciona, se transforma. España, como diría Almodóvar, siempre está al borde de un ataque de nervios, al borde de explotar, pero nunca se llega a caer en la anarquía total. Yo presencié en 2010 la quema de coches de la Guardia Urbana en Barcelona durante la huelga general y, al año siguiente, en mayo de 2011, ya había una violencia integrada. Para mí fue un choque.

-¿Y cuál es el motivo de que esa violencia no explote?

-El nacionalismo, el independentismo o el fenómeno del 15M son muy criticados, pero han canalizado esa violencia, cosa que en Francia no ha ocurrido y por eso ha surgido el Frente Nacional. En mi país no tenemos un partido como Podemos, que ha tenido la capacidad de esconder la violencia para hacer política.

Yo tengo muchas discusiones con mi mentor, Alain Touraine, a quien no le gusta Podemos. Es una cuestión generacional. La política es creencia y Pablo Iglesias tiene la capacidad de hablar a un público con convicción

-Pero en ocasiones, tanto el independentismo como Podemos son tachados de populistas.

-El populismo es una expresión del siglo XIX. Yo tengo muchas discusiones con mi mentor, Alain Touraine, a quien no le gusta Podemos. Es una cuestión generacional. La política es creencia y Pablo Iglesias tiene la capacidad de hablar a un público con convicción. Habla de un futuro colectivo pero sin ofrecer la organización clásica del partido político. Y la elite política nunca ha estado más desconectada de la sociedad. Eso es peligroso.

-¿A la victoria de Donald Trump también se le puede aplicar esa lectura?

-La gente vota y se identifica. Hay un punto de irracionalidad. Pierdes el tiempo en condenar o criticar el populismo de Trump con tus colegas. Un joven puede creer en el Islam o en Trump porque hay un proceso afectivo.

-¿Cómo ve el papel de la CUP, una formación que ha hecho bandera de la desobediencia?

-En Cataluña hay una tensión que no sé cómo acabará. La CUP puede ser equiparable a la izquierda radical del País Vasco. Pero veo una ambivalencia, pues han emprendido un proceso institucional y, al mismo tiempo, representan una violencia que se pueden utilizar si se necesita.

-¿Los políticos escuchan a los sociólogos?

-No nos hacen caso. La vida política es demasiado institucional, tiene mucho marketing y posverdad. En Francia hay un dicho, según el cual, si Hollande entra en un restaurante con una mesa con periodistas y otra de sociólogos y expertos, se sienta con los periodistas.