El expresidente de la Generalitat Artur Mas (2d), la exvicepresidenta Joana Ortega (d) y la exconsellera Irene Rigau (i) en el Palacio de Justicia de Barcelona, donde fueron juzgados por el 9N / EFE

El expresidente de la Generalitat Artur Mas (2d), la exvicepresidenta Joana Ortega (d) y la exconsellera Irene Rigau (i) en el Palacio de Justicia de Barcelona, donde fueron juzgados por el 9N / EFE

Política

El injustificado retraso de Mas, Ortega y Rigau

La tardanza de más de media hora de los investigados en llegar a la sede del TSJC casi agota la paciencia de tribunal

7 febrero, 2017 00:00

Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau llegaron con 37 minutos de retraso a su cita con la justicia. Un destacado miembro de la fiscalía catalana, presente durante la primera sesión de la vista oral contra el expresidente y las exconsejeras comentó a este medio que “la cosa ha ido de cinco minutos”.

Por regla general, a jueces y fiscales no les gusta que les hagan esperar. Ellos están acostumbrados a marcar los tempos y a administrar la escenificación del proceso judicial. No les gusta el ninguneo. Y menos en su propio domicilio.

En una de la salas del majestuoso Palacio de Justicia, el presidente, Jesús Barrientos, arropado por los magistrados Ramos y Rodríguez, miraba hacia el techo, con semblante serio, viendo trascurrir el tiempo.

Los fiscales, Bañeres y Sánchez-Ulled, miraban hacia abajo, entre sus notas y hacia la puerta. También muy serios. Pasaban los minutos y los investigados, arengados y arengando a su enfervorecido público, dilataban su personación con discursos, declaraciones, gestos, saludos y todo tipo de atrezo evocador de épica. 

La tensión no se podía disimular

En aquellos momentos, y entre los asistentes al juicio, figuraban algunos miembros de la judicatura y de la carrera fiscal. Entre ellos, Roser Bach, vocal del Consejo General del Poder Judicial, esposa del exconsejero de Justicia Germà Gordó.

Bach tuvo que ver, de primera mano, cómo menguaba la escasa paciencia que jueces y fiscales suelen tener cuando no son ellos los causantes del retraso. En el caso que nos ocupa, se trata de una demora justificada por lo que se sabía o barruntaba que ocurría en el exterior, pero injustificable desde el punto de vista procedimental. Y, por lo que ha podido pulsar este medio, de poco le ha ido a Mas, Ortega y Rigau que esa tardanza no les costase un revés en fondo y forma por parte del tribunal. “Cinco minutos más y…”, reveló, resoplando, este veterano fiscal como quien anuncia una catástrofe que no llegó a producirse.

Dos varas de medir

El reputado miembro de la carrera fiscal explicó, a modo de paradoja, que hace sólo una semana, en un juicio penal de la Audiencia de Barcelona, ante la demora --no justificada--- de uno de los investigados por delitos contra la salud pública, el tribunal decidió la suspensión del mismo y ordenó la busca y captura del imputado. Se trataba de un ciudadano ecuatoriano para quien se pedían dos años y seis meses de cárcel por colaborar en la introducción de 400 gramos de cocaína en territorio español.   

Naturalmente, no se trata de un caso idéntico, pero tampoco fue idéntica la reacción del tribunal y la acusación pública, que contemporizaron 37 minutos, a tenor de algunas de sus muecas, apretando los dientes.

Aquí mando yo

Y, finalmente, empezó el juicio. Tras las cuestiones previas, las buenas formas imperaron, aunque el tribunal quiso dejarle claro al expresidente --y, en segundo lugar, a la opinión pública-- que allí, entre aquellas cuatro paredes, cobijadas por sus togas impolutas, quienes mandan son sus señorías.

“No hace falta que me dé más explicaciones. Si usted no quiere responder al fiscal, pues no lo haga”, le espetó a Mas Jesús Barrientos, con buenas formas pero con tajante autoridad cuando el expresident se explayaba de forma innecesaria en sus explicaciones de porqué no iba a contestar a las preguntas de las acusaciones. De la misma forma le cortó cuando el líder del PDECat anunció que sí estaba dispuesto a responderle a él: "Esta presidencia no hace preguntas".

“Mano de hierro y guante de seda”. Así calificó a Barrientos un magistrado de la Audiencia, excompañero suyo durante años. “Jesús es un juez duro. Tanto en las formas como en el fondo. Se le conocen pocas sentencias absolutorias. Para él, la absolución es sinónimo de fracaso”.

Para los imputados nunca hubo partido

El perfil técnico de la sentencia lo pondrá Ramos, exfiscal, vinculado con determinado sector del PSC, según algunas fuentes.

La Fiscalía no se achicará. Quizá todo lo contrario. Al Ministerio Público, al menos a algunos de sus más ilustres representantes en Barcelona, les disgusta no poder preguntar.

“Los investigados no han querido defenderse. Saben que el partido está perdido. Imputados y derrotados antes de empezar. Lo que no saben es que, tras lo de ayer, quizá lo sean por goleada”, sentencia el magistrado.