La presentación de los Presupuestos de la Generalitat siempre va acompañada de una notoria puesta en escena. Pero en esta ocasión, la teatralización tiene visos de ser más real que metafórica.
La Generalitat acaba de presentar las “últimas cuentas de la autonomía catalana” o, lo que es lo mismo, la financiación del referéndum y de las estructuras de Estado --la Hacienda catalana y las embajadas han duplicado sus partidas-- que deben convertir Cataluña en un estado independiente. Pero, tal como ha advertido la oposición política, se trata de unos presupuestos condenados a ser impugnados. El primer paso lo ha dado el PSC, que acaba de pedir a la Mesa del Parlamento catalán que no admita a trámite esas cuentas por contener partidas destinadas a sufragar el coste de ese referéndum previsto para 2017. Y todo apunta a que el Gobierno español no tardará mucho en impugnarlas judicialmente.
Pero es que, además, los Presupuestos están llamados a ser el arma arrojadiza entre las diversas fuerzas independentistas –CDC, ERC y CUP—, donde hay velocidades rupturistas y electorales diferentes.
Referéndum y Presupuestos están irremisiblemente ligados desde que el presidente Carles Puigdemont prometió sacar las urnas a la calle en septiembre de 2017 a cambio de que la CUP apoyara sus cuentas. A diferencia de lo ocurrido con las de 2016, los antisistema permitirán la tramitación parlamentaria, pero no se comprometen con la votación final. La historia reciente ha demostrado que los cupaires son imprevisibles y que un día rechazan el procés impulsado por CDC y ERC, y al otro sufren un cisma que les obliga a dar apoyo al presidente de un partido relacionado con el capital y la corrupción.
Un partido, Convergència, donde la celebración de un referéndum crea divisiones, pues el sector afín a Artur Mas lo rechaza, mientras que Puigdemont parece estar dispuesto a llegar hasta el final. A su vez, CDC intenta que el peso del fracaso secesionista recaiga en ERC, pues no en vano, el líder de este partido, Oriol Junqueras, es el máximo responsable de los Presupuestos dada su condición de vicepresidente económico, y además tiene encomendada la labor de organizar el referéndum, algo que en principio compete a la Consejería de Gobernación, dirigida por CDC.
El temido adelanto electoral
Junqueras dice estar dispuesto a celebrar un referéndum haya o no haya nuevos Presupuestos, pero una segunda prórroga –impuesta judicialmente o por los devaneos antisistema de la CUP-- abocaría a un adelanto electoral. Algo que tampoco conviene a CDC, que sale mal parada en las encuestas de intención de voto, pues ERC nunca volverá a reeditar la coalición Junts pel Sí, que ha servido de salvavidas a los antiguos convergentes, reciclados en PDECat. Los republicanos, por el contrario, siguen subiendo en los sondeos gracias a la apuesta de Junqueras por la reivindicación silente, algo que le modera frente a las bravatas de la CUP y el errático independentismo de CDC.
Referéndum y/o Presupuestos también se pueden convertir en una pieza clave de ese proceso de diálogo, todavía en ciernes, entre Generalitat y Gobierno español. Hay hartazgo y voluntad en ambas partes, deseosas de encontrar una solución, ahora que la crisis económica ha dejado de ser una excusa por parte del PP. Junqueras, de nuevo, ha protagonizado el deshielo pidiendo una entrevista con la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría, a la que han habilitado un despacho en la sede de la Delegación del Gobierno en Cataluña.