Junqueras se prepara para ser presidente
El líder de ERC genera más empatía en el Gobierno del PP y en el empresariado catalán que CDC, que ahora se arrepiente de haberle encargado la interlocución con Sáenz de Santamaría
23 noviembre, 2016 00:00Sea por sentido institucional, sea por cálculo partidista, lo cierto es que Oriol Junqueras ha roto oficialmente el hielo con el Gobierno español. Y mientras el líder de la Generalitat, Carles Puigdemont, se niega a asistir a la cumbre de presidentes autonómicos, el vicepresidente catalán ya ha pedido cita a Soraya Sáenz de Santamaría en una carta sin apenas agravios identitarios en la que predominan la oferta de diálogo y el debate sobre las inversiones y las infraestructuras.
El vicepresidente económico, líder de ERC, genera más empatía en el Gobierno del PP e incluso entre el empresariado catalán, algo que ha enrarecido todavía más el ambiente en el Palau de la Generalitat, donde CDC asiste al despegue electoral de los republicanos y a la pérdida del perfil business friendly que acuñó el expresidente Artur Mas. Empeño le pusieron los convergentes mediante el fichaje como consejero de Economía de un profesor de Harvard como Andreu Mas-Colell, o de un mediático economista como Xavier Sala i Martin. Pero, contra todo pronóstico, Junqueras está ganando la partida a Puigdemont.
“Si los convergentes pensaban que la Consejería de Economía sería un dardo envenenado que acabaría con el liderazgo de Junqueras, les ha salido mal”, aseguran fuentes próximas a ERC. Invocan el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, donde Junqueras aparece como el líder mejor valorado, así como el hecho de que líderes del PP como la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, le tengan en buena consideración.
Los planes frustrados de Artur Mas
“Artur Mas esperaba que ERC fracasase en la gestión de la tesorería y en la construcción de la Hacienda catalana, como ocurrió en la anterior legislatura. Sus planes no han salido según lo previsto. Y ahora el expresident se lamenta de que Puigdemont haya confiado a ERC la organización del referéndum y la negociación con Santamaría”, afirman a Crónica Global las mismas fuentes.
Puede que estas declaraciones no sean excesivamente objetivas pues proceden del entorno de Junqueras y obvian que la construcción de la Hacienda catalana está chocando con muchos obstáculos. Pero lo cierto es que esa buena imagen del líder de ERC es compartida por algunos lobbies empresariales. Así se pudo comprobar el fin de semana pasado en las jornadas empresariales organizadas en S’Agaró (Girona) por la Cámara de Comercio de Barcelona, donde las diferencias entre Puigdemont y Junqueras fueron la comidilla. “Mientras Puigdemont resultaba hostil, parece que el líder de ERC se está situando bien para cuando le toque presidir el Govern. En algunos temas, a Junqueras se le considera más aliado”, explican fuentes empresariales.
Un "sobrado" para algunos
Esa visión amable del vicepresidente republicano no es unánime. Destacados dirigentes empresariales como Miquel Valls, presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, o el presidente de Freixenet, José Luis Bonet, quedaron satisfechos con la actitud de Junqueras respecto a la controvertida ley de cámaras catalana –“soy cameralista”, dijo el republicano respecto a una nueva norma que no agrada al sector porque CDC la ha concebido como una estructura de Estado--. Pero otros asistentes se quedaron perplejos ante el speech que hizo el número dos del Govern sobre la historia y la economía china --no hay que olvidar que es licenciado en Historia Moderna y Contemporánea y doctor en Historia del Pensamiento Económico-- ante un público que tiene mucho más contacto que él con la realidad del gigante asiático. Hay quien le tildó de “sobrado”, mientras que otros advierten contra un futura alianza entre ERC y la órbita de Ada Colau.
Dicho de otra manera, Junqueras ha descolocado no solo a sus socios de CDC, sino también a los dirigentes populares y a un sector empresarial --el más institucionalizado-- tradicionalmente receloso ante las aventuras secesionistas.