La historia del PSC se define por sus vaivenes catalanistas. Decantarse por su alma soberanista o por la más autonomista ha sido la estrategia a seguir ante las crisis, no pocas, que ha tenido este partido desde su creación. No ha escondido Miquel Iceta durante su intervención en este XIII Congreso que se celebra este fin de semana en Barcelona, que los socialistas catalanes atraviesan un momento difícil. Su relación con el PSOE pende de un hilo tras su “no” a la investidura de Mariano Rajoy, y su electorado no ha dejado de descender.
La estrategia que el primer secretario general ha definido durante sus intervenciones, posteriormente refrendada en una ponencia marco aprobada por amplia mayoría, es muy clara: hay que marcar perfil catalanista para preparar futuras alianzas con formaciones de la izquierda catalana. Formaciones pujantes, como los comunes de Ada Colau o la órbita podemita, que defienden claramente el derecho a decidir y un catalanismo que obliga al PSC a abrazar un discurso impropio, pero que a la nueva izquierda radical le está funcionando en el área metropolitana de Barcelona, que un día fue granero de votos socialistas. De ahí que el PSC haya proclamado en su cónclave, que concluye hoy, que el catalán es lengua propia, que Cataluña es una nación y que España es plurinacional.
Satisfacer a los sectores de Parlon
Son posiciones muy alejadas del PSOE y que no cuentan con un apoyo unánime dentro del PSC, aunque satisfacen al sector que representa Núria Parlon, perdedora en las primarias frente a Iceta, pero que sube enteros como futura líder. Como ha reconocido Iceta, “el PSC nunca volverá a ser lo que fue”, y es preciso establecer acuerdos pre o postelectorales que, sin configurar una amasijo de siglas, permita a los socialistas catalanes levantar cabeza y ser influyentes. El mejor ejemplo es el apoyo que el PSC da a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en el Ayuntamiento de Barcelona.
Pero el socialismo catalán necesita credibilidad, es decir, demostrar que puede soltar lastre del PSOE. Por ello, la ponencia marco aprobada habla de un PSC soberano, con libertad de decisión. No aborda las relaciones con el PSOE, pero marca claramente unas distancias que auguran problemas en un futuro. Si ya el pacto tripartito con ERC e ICV fue recibido con hostilidad en Ferraz, oficializar un acuerdo similar, extensivo a los comunes, puede ser traumático. Sin embargo, hay una línea roja que el PSC no piensa cruzar: la del referéndum unilateral. Su apuesta es y seguirá siendo la reforma federal constitucional. Aunque también en este caso se recurre a un lenguaje soberanista, la de un nuevo "Estatuto constitucional", es decir, la celebración de un referéndum estatutario sobre esa reforma. Todo ello, eso sí, sin salirse de la legalidad. La desobediencia, dicen, no está en su ADN.