El presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el ex presidente de la Generalitat y fundador de CDC y CiU, Jordi Pujol

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el ex presidente de la Generalitat y fundador de CDC y CiU, Jordi Pujol

Política

Mas no parará la destrucción de la sanidad (2): sanidad, corrupción, pujolismo y viejas razones estructurales

La sanidad pública es el principal presupuesto de la Generalidad. Por tanto, es donde hay más corrupción, donde está más sofisticada y tiene raíces más antiguas. Recordar la verdad del pujolismo, finalmente fuerza revelada, pero no del todo, ayuda a entender la enorme dimensión y gravedad del problema. El Parlamento no puede creer que el escándalo está resuelto, porque no lo podrá estar mientras Mas tenga una brizna de aliento político.

17 junio, 2015 09:24

Está al caer un breve debate en el Parlamento sobre sanidad. Debería ser importante. O, como mínimo, aclarar si sigue abierta (o se abrirá más) alguna de las actuales vías de destrucción de la sanidad. Mas y los intereses sanitarios dentro de su partido nunca pararán de luchar a favor de aquella destrucción. Quien sueñe en que puede mermar la actitud del "sector de negocios sanitarios de CDC" y, en consecuencia, la de Artur Mas, haría bien en despertarse. Hay en juego demasiado dinero, de uso políticamente estratégico. Es un elemento determinante de la supervivencia o de la muerte del pujolismo. Lucharán como un gato panza arriba y mientras les quede una brizna de aliento.

Desde fuera de CDC no se puede estar satisfecho respecto a una hoy inexistente victoria definitiva en la lucha contra la política de destrucción de la sanidad pública. Desde hace decenios -repito, decenios- esta política destructiva de la sanidad pública, debida a intereses crematísticos y de control social, es un elemento clave, imperativo e inmutable de CDC. El poderoso sector mencionado de CDC conoce el complejo mundo sanitario catalán mejor que los políticos de todos los demás estamentos. También tienen más dinero que escrúpulos. Se miran a Mas y a Boi Ruiz como unos servidores suyos. Es una situación determinada por factores objetivos de financiación política.

De otro modo, ¿cómo se podría entender el discurso de Mas en Reus, inmediatamente antes de las elecciones, echando balones fuera respecto a Innova y en relación a la infamante tema de las prótesis defectuosas? Hacía posible la comparación con una novela soviética barata, de los años treinta, describiendo la indecencia de un político reaccionario defendiendo a los que lo tienen a su servicio, en base al dinero que le facilitan. Todo ello me lleva a recordar un artículo que publiqué en el lejano 23 de abril de 2.012. Me lo reprodujo una junta de personal sanitario poniendo por título una larga frase sacada de su contenido: "No está claro si la sanidad es una parte de la política o bien si ésta es objetivamente una parte de la sanidad".

El sector de negocios sanitarios de CDC

Varias veces he dado nombres de personas consideradas figuras de aquel sector de CDC. Puedo repetirlos: Ramón Bagó, Carles Sumarroca e hijos suyos, Feliu Sucarrats y Higini Raventós. Seguro que son un estamento más amplio, pero creo que las figuras más destacables son las citadas. Algunos de ellos, como Bagó y Sumarroca, son amigos personales de Pujol, y ya lo fueron de Florenci Pujol. Son casos comparables a los de hijos de Pujol Soley, en el sentido de que tal vez fueron tocados por la varita mágica de la misma hada que, en pocos años, convirtió a aquellos hijos de Pujol padre en millonarios.

Hoy, y no desde ayer, el mejor valedor de aquel sector de CDC, y él mismo muy rico, es Jaume Aubia Marimón, jefe de hecho del Colegio de Médicos de Barcelona (COMB) durante treinta años y en particular responsable omnímodo de su potente sector financiero e inversor. Su currículum lleva a pensar que conoce mejor las piedras usadas en construcción que las que puede haber en el riñón. Escribí muchos artículos en el diario digital Debat.cat y en este en que ahora escribo. Se pueden encontrar fácilmente, poniendo su nombre, el mío y el del COMB.

Aubia siempre se ha movido en la sombra, a pesar de ocupar, con deseo de discreción, todo tipo de cargos. Entre ellos el de director general de Recursos Humanos y Servicios Económico Presupuestarios del Ministerio de Sanidad español, de 1999 a 2003, bajo José M. Aznar. Es miembro desde hace decenios de CDC. En el marco del sector negocios del COMB incluyó una empresa de pistolas de pintura para jugar los adolescentes. Su nombre, indicativo el propietario o copropietario, era o es "Miquel Roca Junyent Family Group". Está prohibido reír o ser mal pensado.

No conozco a Aubia ni a Josep Prat, pero todas las infinitas fuentes consultadas, a lo largo de años, destacan que son las dos únicas personas capaces de pilotar un cambio radical de modelo sanitario y efectuarlo por la vía opaca en que se ha llevado a cabo. Hace mucho tiempo que coincido con esta visión, si bien nunca olvido el siniestro y clave papel que, en los orígenes del drama, jugó el ex alcalde socialista de Reus, Josep Abelló. Quizá de eso hace tantos años que la consideración judicial de su actuación puede haber prescrito. Lo lamento mucho.

Quedan dos plenos

Ahora sólo quedan dos plenos del Parlamento antes de unas elecciones de resultado complicado. Por eso mismo los liquidadores de la sanidad pública no paran ni pararán un solo instante. Su vía predilecta es la de los hechos consumados. Creo que, por desgracia, quieren y pueden hacer más daño. Uno de los métodos es marginar el Parlamento. CDC ha sobresalido. En los países más democráticos el hecho de que un tema llegue al Parlamento es una garantía, como mínimo, de que se aclarará algo. Aquí y hoy no es así.

La Generalitat se ha pasado por el forro las moderadas recomendaciones sobre sanidad que aprobó el Parlamento hace un año. Cuando escribo este papel, Ruiz aún no ha comunicado al legislativo un informe sobre el Hospital Clínico que le requirió, hace meses. El primero está hecho desde hace más de un mes. No gustó demasiado al consejero que pidió otro. Ayer mismo todavía había correderas para ver cómo se hacía o deshacía. Debido al menosprecio de CDC por la división de poderes, si Montesquieu viviera no lo hubiera votado nunca. Pero en CDC no le viene de un voto más o menos. Ha perdido y perderá a raudales.

La destrucción sanitaria es acreditable

Cualquier notario podría contradecir el falsario Ruiz, dando fe de que ha habido una destrucción sanitaria que puede ser irreparable. Además, ningún notario daría fe de que la destrucción haya parado. Mas continuará anulando y sobre todo marginando el Parlamento amparado por ERC, así como obrando por la vía de hecho, ensalada de aquelarres de brujos mediáticos y de corsarios de CDC.

Hoy el frente más peligroso es el Hospital Clínico de Barcelona. Su director Josep M. Piqué lo domina, como un dueño rural controla su casa. Me recuerda la manera de mandar de Jordi Pujol en Banca Catalana y partes. Se ha dejado a Piqué convertirse en un dueño de hecho de un bien público por antonomasia. ¿Qué dijeron los accionistas de Banca Catalana cuando Pujol la hundió?. No mucho, a pesar de que no existía un arma que ahora Mas posee: TV3. La ha empleado groseramente contra UDC.

Regalando el Hospital Clínico

Ceder el Clínico por un precio, es decir pagando, sería una monstruosidad. Ahora bien, Piqué lo está consiguiendo algo peor e insólito: quedárselo sin ni tener que poner un duro encima de cualquier mesa. Ha pagado y continuará pagando con servilismo político, contribuyendo así al control social en favor de CDC, lo que es un daño social añadido. A la vez, Piqué se ha servido de la sanidad pública como lo hace un organismo desperdiciado, llevando a su bien privada (BarnaClínic) en pacientes que habían acudido al Clínico creyendo que era público, es decir de todos, pagado con los nuestros impuestos. Pero que le vamos a hacer, la práctica política acredita que Mas puede privilegiar impunemente a los que le ayudan a beneficiarse de la sanidad. Juegan a ganar todos ellos. Pero perdemos la mayoría.

Hay un magnífico informe de la Sindicatura de Cuentas que la Generalitat y Piqué también se han pasado por el forro.

Además del Clínico, Mas ha abierto otro frente, el de la utilización descarada del bien su Colegio Oficial de Médicos de Barcelona y de todas las floridas entidades médicas que pueda. Para Mas, vale todo, incluso que los intereses corporativos pasen por encima de los sociales generales. Todo lo humano es ajeno a Mas, mientras que todo lo que es destructor del modelo sanitario público lo hace suyo. La consideración psicológica deberá ser obligada, algún día. Hay demasiados placer destructor y demasiado Tánatos freudiano.

Quemar la Constitución y el Código Civil

Ya que estamos, después de la monstruosidad jurídica que se quiere imponer en el Clínico, podríamos quemar la Constitución y, por supuesto, el Código Civil. Si un estudiante de primero de Derecho no lo ve, debería cambiar de carrera. En cuanto al actual rector de la primera Universidad de Barcelona, Dídac Ramírez, su insolente silencio acredita las peores prevenciones. Ya veremos porque obra como lo hace y porque lo efectúa a cuatro días de que sea elegido un nuevo rector, seguro que mejor que él.

Respecto a muchos políticos contrarios a aquella destrucción, tampoco parece que haya cambiado un suyo erróneo sustrato conceptual. Consiste en creer que han ganado la batalla sanitaria. Yo no lo creo.

Ninguna duda sobre quién reveló el caso Innova

Dado que estamos en un momento grave y quizás irreversible, no tengo más remedio que precisar criterios, algunos de los cuales se deben a informaciones sabidas hace poco. No contradicen lo que he estado escribiendo desde el 25 de octubre de 2011, cuando nadie había dicho nada, ni una sola palabra, del inmenso montaje Innova, cien por cien de origen sanitario y cien por cien revelador. Antes de ese día nadie había escrito nada, afirme lo que afirme, falsificando una verdad acreditada y acreditable de muchas maneras, un publicista que trabaja en la edición de Barcelona de un diario de Madrid.

Lo reafirmo no para defender un ego que no tengo, sino para acreditar que probablemente sin aquel mi artículo, la destrucción de la sanidad pública en Cataluña, que duraba decenios hubiera continuado siendo secreta, ignorada por la ciudadanía, cuando Innova sólo era una vuelta más a un tornillo interesado que se estaba apretando por CDC y escondidas desde hacía años. La precisión es muy importante, como lo fue la exposición pública del caso Innova, que efectué yo, sin ayuda de ningún partido ni, por supuesto, ninguna contribución de ningún publicista falsario.

El secretismo podía haber continuado

Yo podía no haber publicado ese artículo, porque en la consecución de esa información hubo una dosis de suerte. Dicho en otras palabras, podía haber seguido siendo secreta una destrucción sanitaria que duraba decenios. No quiero que nadie me felicite de nada. Lo que hay es criticar que se olvide la ausencia o la inutilización o inutilidad de los mecanismos de supuesto control. Estos son muchos más importantes que mi persona y que el azar que me ayudó.

Reitero que uno de los grandes errores de políticos honestamente contrarios a la destrucción sanitaria es considerarla un tema iniciado por el gobierno de Mas. Éste sólo lo ha potenciado, en un momento en que había una crisis de la construcción que afectaba, por las razones digamos económicamente porcentuales, a las finanzas de los partidos.

A más dinero, más posible corrupción

Con esta consideración llego a un punto que considero clave. Consiste en volver a decir que la sanidad está tan corrompida por una gran y obvia razón que he destacado mantas veces: la de corresponder a la conselleria con en el presupuesto más grande de la Generalidad. Las moscas van donde hay más miel, como he escrito menudo.

El hecho de que sean un dinero que determinan el grado de calidad de vida y de esperanzas de vida de todos, no provoca ningún sentimiento de humanidad elemental en los malditos e identificables responsables. Parece que los preocupe más aumentar el control social (para lo cual la asistencia en salud es clave) y que las finanzas de su partido vayan bien.

Hay que añadir que siempre he considerado el inacabado caso Pujol como una muestra incompleta de un funcionamiento impuesto deliberadamente al conjunto de la Generalidad. Es un estilo de gobierno pujolista, lo que se expresa con el neologismo "gobernanza".

El pujolismo como elemento base

Este aspecto del pujolismo pudo haber producido otros contagios, seguramente en otros partidos y en toda la sociedad. No es una corrupción basada en el nepotismo, sino que ésta, real y extremadamente pujolista, es una parte de un sistema corrupto más generalizado. Un sistema del que, como he escrito mantas veces, se han dado visiones errores y amortiguadas. Lo reitero ahora y en otros artículos de esta serie.

En efecto, cuando Maragall habló de un "tres por iento" lo hizo en base a un comentario de un diario, de ese mismo día, que no es un modelo de fiabilidad. O quizás era una generalización de algún caso concreto. Como ya he escrito, a continuación fui a ver a un muy importante empresario que creía que lo podía sufrirlo en poder tener que pagar porcentajes a políticos, debido a su trabajo empresarial.

Nada de sólo un "tres por ciento"

Me dijo que de "tres por ciento" nada de nada. Afirmó que era entre el seis y siete, ya veces el ocho. Añadió que, en cuanto a concesiones administrativas, era el vigésimo cinco por ciento de la facturación (sic) en los dos o tres primeros años. Esto último creí que lo había entendido mal. Creí que se refería a los beneficios. Me repitió, riendo, que no, que era un cuarto de la facturación. Como yo no tengo ego periodístico ni de ningún tipo, digamos que sencillamente de mucho dinero.

Es del todo ilógico pensar que habiendo sido el pujolismo lo que se ha acreditado que era y bien probablemente sigue siendo, todas las peores presunciones son posibles. En el gran paquete económico que encarna la sanidad catalana, resultaba que las posibilidades de digamos graves anomalías, eran, de entrada, inmensas.

Muchos afectados pero también beneficiarios

Todo tenía que empezar desde el primer momento posible. Se habría ido afinando y potenciando con el tiempo. La creación del Servicio Catalán de la Salud, en 1990, con Xavier Trias de consejero fue un momento francamente importante. Esto no atenúa nada respecto a la situación actual, sino lo contrario.

Lo único que ahora quiero destacar es que los contrarios a la destrucción de sanidad pública nunca podemos dejar de tener presente que se trata de un mal sofisticado y arraigado, con seguramente muchos cientos de beneficiarios (y, ay, cientos de miles de perjudicados). La victoria del Derecho, de la humanidad y de la equidad no se ha alcanzado. Pero hay que alcanzarla. Puede ayudar, y mucho, el Parlamento. No se han de destrozar a gigantes, pero si a unos grandes y consolidados molinos, diría el realista Sancho Panza. En eso estaremos en los otros artículos de esta serie.