Diuen, diuen, diuen. En pujolés eso se podría traducir por habladurías, infundios, especulaciones, rumores. El rumor es un arma política que el nacionalismo conoce perfectamente por haberla utilizado contra casi todo el mundo en general y contra Pasqual Maragall en particular.
Dicen, dicen, dicen, y es cierto, que el catedrático Francesc de Carreras ha sido elegido académico de número en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Esa institución no es una 'estructura de Estado', sino un fundamento intelectual, albergue, faro y santuario de los saberes del buen gobierno. El antecedente remoto son los siete sabios de Grecia: Tales, Cleóbulo, Solón, Quilón, Pítaco, Bías y Periandro o Misón.
Como es natural, la designación de Carreras ha pasado perfectamente desapercibida en Cataluña, tras el amplio despliegue informativo que los medios públicos no han dedicado al asunto.
El pasado jueves 5 de marzo, la insólita entidad Impulso Ciudadano, que no forma parte de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ni ha suscrito del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, congregó a un par de centenares de personas (veinte mil si hubiera estado TV3) para felicitar al catedrático por su ingreso en la Real Academia y celebrar su libro 'Paciencia e independencia' (Editorial Ariel), que es el cuaderno de bitácora entre la Transición y el momento del 'proceso'. No es un libro nuevo, pero sí inédito en los escaparates de las librerías, un libro del índice de los proscritos porque es la crónica forense y coherente de la última caída de Barcelona, entre 1994 y 2014. El subtítulo es clarificador: "La agenda oculta del nacionalismo".
José Domingo, presidente de Impulso Ciudadano, y Josep Ramon Bosch, presidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), glosaron la figura y los textos de De Carreras antes de que el maestro tomara la palabra. En primera fila, el profesor Miguel Escudero, el sabio Ricardo García Cárcel, la diputada popular Ángeles Esteller, la agitadora cultural Míriam Tey, Marita Rodríguez, primera presidenta de la Asociación por la Tolerancia, el periodista Daniel Tercero y muchas más personas distinguidas por su valor cívico, pensamiento crítico, carácter abierto y compromiso con la libertad.
Diuen, diuen, diuen, dijo Carreras al referirse al culebrón de los lunes en el Parlamento catalán, el desfile de sopranos y tenores que se dedican a cantar La Traviata ante los estupefactos diputados. Y dijo más Carreras, como que Pujol exige que los reproches se sustenten en papeles cuando ha sido incapaz de aportar un solo papel en el que asentar su 'confesión' del 25 de julio de 2014. Dicen y dicen, decía Carreras mientras el auditorio del Centro Cultural Teresa Pàmies, frente a la parroquia de Sant Isidor, pensaba, reía y aplaudía la expresividad del maestro, el donaire gestual, la elocuencia y la elegancia, la ironía.
También habló del 'proceso'. "Está en fase de reflujo", advirtió, en términos del mar que se retira para volver a embestir. Volverá el rumor aplastante, predijo, con la naturalidad cronológica de la primavera municipal y el otoño autonómico, como el Efecto Niño y el chaparrón del 11 de septiembre. Un reflujo químico es un "movimiento de retroceso de una corriente fluida, utilizado especialmente para iniciar el retorno a la columna de una fracción del destilado previamente condensado", definición wikipédica que también se acomoda al porvenir nacionalista, entre el reflujo y la refundación.
En el libro 'Paciencia e independencia' hay artículos, muchos y variados artículos, como pinceladas de un paisaje hiperrealista de Antonio López dedicado a "Cataluña y los catalanes". En uno de esos textos, titulado '¿Soberanos como Irlanda?', a la altura de la página 224 y del año 2010, Carreras escribe:
"En el debate electoral del pasado domingo en TV3, Artur Mas, en un memorable acto de prepotencia, hizo una clara demostración de todo ello [la radicalización de CDC]. Recordemos el contexto. La conversación transcurría en catalán pero dos de los participantes hablaron, durante un rato, en castellano. Uno de ellos, además, aludió al conocido caso de corrupción que afecta al Palau de la Música, ligándolo a la financiación ilegal del partido de Mas, a propósito de un obsceno vídeo de propaganda de CiU en el que el un monigote envuelto en la bandera española roba la cartera a un catalán. Se le reprochó a Mas que invocara unos supuestos robos, pero olvidara los reales, comprobados y admitidos: el saqueo del Palau. En ese incómodo ambiente, el candidato de CiU puso cara de decir ¡vamos a ver quién manda aquí! y encarándose con el representante de Ciutadans exclamó en tono paternalista: 'Mire si este país es tolerante que usted viene a la televisión pública de Cataluña y puede hablar en castellano'".
El trazo es tridimensional, la radiografía, fotografía y acta jurada de la Cataluña oficial, síntesis de la corrupción intelectual y política, de la contaminación ambiental. Líneas después, el autor sostiene: "El nacionalista siempre se cree el dueño de la nación: por eso es tan difícil conciliar nacionalismo con democracia, a menos que el nacionalismo sea, simplemente, la expresión del natural aprecio, cariño, amor, como se le quiera llamar,por el lugar en el que vives, has nacido o has pasado parte de tu vida. Artur Mas debería saber que no es él, ni ninguna otra persona, quien da permiso para hablar una u otra lengua, sino que es únicamente la ley, la ley democrática que nos hemos dado entre todos, la que pude hacerlo y la que protegía la libre opción lingüística de los participantes en el debate".