Xavier Pericay, escritor y filólogo, colaborador de CRÓNICA GLOBAL, en un artículo publicado este sábado en Abc:

"[...] En cada una de sus intervenciones públicas [de Artur Mas, desde el 14 de octubre], el desprecio hacia el Estado y las instituciones que de él emanan ha sido constante. Esta semana hemos tenido ocasión de comprobarlo de nuevo a raíz del discurso navideño del Rey. Al día siguiente, junto a las cenizas de aquel antecesor suyo en el cargo que sólo soñaba, en sus años de presidente de la Generalitat, con conservar las prebendas que le correspondían como teniente coronel del Ejército español, Mas se jactaba de haber obligado al Rey a admitir que el Estado tiene 'un problema de relación con Cataluña'. Por supuesto, si Felipe VI no se hubiera referido para nada a Cataluña, el presidente de la Generalidad le habría echado en cara el menosprecio, la afrenta, el oprobio que semejante silencio significaba para el 'pueblo catalán'. O sea que el desenlace, de una forma u otra, estaba servido. Pero la mala educación de Mas -no lo olvidemos, el máximo representante del Estado en Cataluña- estuvo sobre todo en un detalle: el de reconocer que ni siquiera se había tomado la molestia de invertir 13 minutos de su tiempo en escuchar al jefe del Estado. Tan miserable, el hombre, como despreciable".