El ex presidente del Gobierno José María Aznar ha criticado duramente al nacionalismo catalán por los efectos negativos que ha causado y sigue causando en la convivencia de los ciudadanos:
"Cataluña es hoy un paisaje de ruptura, de división y de frustración. Esta es la gran obra del nacionalismo, su extraordinario éxito: romper, dividir y frustrar. Una ruptura que proyecta frente al resto de España; una división que ha llevado al interior de la sociedad catalana; una oscura frustración que pesará por mucho tiempo en el ánimo y las actitudes de los catalanes".
"El nacionalismo y el populismo" contra "la paz, la libertad y la democracia"
Así se ha pronunciado este jueves durante la ceremonia de entrega del Premio FAES de la Libertad, en cuya intervención ha apelado a la "libertad" que encarna al proyecto actual de España frente al "derrotismo" de otras épocas.
En es esentido, ha advertido de que "vuelven los viejos conocidos de la Historia de Europa" y de que "reviven los agentes de la destrucción de la paz, la libertad y la democracia, dispuestos a dejar su huella también en el siglo XXI".
"Al calor de la crisis económica y del descrédito de las instituciones; en medio de un cambio de paradigma económico y social lleno de lógicas incertidumbres, el nacionalismo y el populismo -ellos son quienes fabrican nacionalistas y populistas, no quienes los resistimos‐ emergen para ofrecer recetas que son hoy tan falsas como lo fueron en el pasado. E igualmente destructivas", ha alertado.
"Delirios extremistas" que llevan a la "frustración"
Aznar ha señalado que "ni los rupturistas de la identidad ni los de la revolución quieren regenerar la democracia", sino que "buscan lo de siempre, acabar con ella". "La corrupción económica e institucional es una amenaza verdaderamente existencial para la democracia. Pero no lo es menos la corrupción de la política, la de quienes malversan las inquietudes de los ciudadanos, la indignación y el desafecto, para conseguir réditos partidistas a costa de la frustración", ha añadido.
Por ello, ha instado a comprometerse "para que no triunfen los que creen que la historia puede deparar una segunda oportunidad a sus delirios extremistas, felizmente sepultados bajo el Muro de Berlín". Un "compromiso" que debe "garantizar la nación como comunidad de derechos y obligaciones, comunidad económica, pero también comunidad afectiva, cultural y humana", porque "la alternativa a la unidad no es una cuestión de procedimientos, es el final de nuestro marco de convivencia".
Quieren privar a los ciudadanos de toda España de su "derecho a decidir"
Así, Aznar ha insistido en que "el diálogo con el nacionalismo identitario ha de comenzar por decirle con claridad cristalina que sus actos y sus propósitos no sólo vulneran el modelo constitucional de organización territorial del Estado sino que lesionan de manera inaceptable los derechos de los ciudadanos".
"Esto es lo que ocurre cuando a los ciudadanos de toda España se les priva de su derecho a decidir. Cuando a los catalanes se les quiere forzar a una elección que, como mínimo, cercenaría una parte de su identidad. Cuando se pretende expropiarlos en Cataluña de su nacionalidad, cuando se lesquiere negar la historia de la que forman parte y expulsarlos del espacio público. Cuando se busca convertir al conciudadano en extranjero. Que nadie se engañe, este es el efecto del nacionalismo cuando actúa sin límites, es decir, de manera antidemocrática e ilegal", ha subrayado.
El nacionalismo lleva a Cataluña al fracaso
"¿Qué ha ganado Cataluña? ¿En qué ha mejorado?", se ha preguntado. Y él mismo ha respondido: "En nada que no sea profundizar las fracturas; asomarse a un futuro de empobrecimiento e inestabilidad; y alimentar a todos los que ya acreditan una experiencia centenaria en llevar a Cataluña al fracaso y presentarlo como un éxito patriótico. El nacionalismo ha querido hacer de España la víctima de la ruptura, y ahora quiere hacerle responsable de la frustración".
El ex presidente del Gobierno ha señalado que "los nacionalistas deben mirar a quienes han prometido que la independencia sería una suerte de golpe de Estado legal, sin riesgos y en Europa":
"En el nacionalismo se ha impuesto una lógica de desestabilización. No tenía por qué haber sido así necesariamente, pero es la opción que ha tomado. Quiere romper no porque se hayan incumplido las expectativas de autogobierno contenidas en la Constitución, sino precisamente porque se han cumplido. Lo que impugna no es una forma de interpretarla sino su continuidad y la del Estado como organización política común".
Advierte sobre los "extravíos del fanatismo"
Aznar ha recordado que "el reconocimiento de la diversidad es una característica distintiva de nuestra Constitución". "Desde ella se han hecho esfuerzos genuinos de encuentro, de comprensión y de incorporación. Esfuerzos que dieron resultados que algunos en Cataluña tal vez recuerden hoy con nostalgia. La inmensa mayoría de los españoles viven con normalidad sentimientos de identidad compartidos, sin extravíos fanáticos ni pretensiones excluyentes, como corresponde a una sociedad abierta, tolerante y madura", ha añadido.
Y ha insistido: "Por eso, si diéramos pábulo a esos extravíos del fanatismo, si acogiéramos la política del órdago como base de diálogo, no abriríamos ninguna operación de reforma sino que estaríamos deshaciendo nuestro acuerdo democrático. Y el fracaso estaría asegurado. Es ridículo conducirse como si fuera posible abordar nuevamente las grandes decisiones que se adoptaron con patriotismo y con plena lucidez al inicio de nuestro proceso democrático. Y es más ridículo aún cuando se propone como solución. No como solución a un fracaso, sino como solución a un éxito, que es lo que el nacionalismo radicalizado pretende en su ofuscación: poner fin al éxito de España".
"El nacionalismo ha optado por la confrontación y la ruptura"
Por ello, ha considerado que "la sociedad española debe resistirse a esa especie de hechizo político que en ocasiones paraliza la voluntad general y la sustituye por voluntades minoritarias; incluso por voluntades residuales que actúan sobre el conjunto del país, que fijan su agenda, y que agotan recursos y energías en empeños absurdos en un contexto como el que marca la crisis actual".
"El Estado debe transmitir la fuerza y el sentido de la voluntad mayoritaria a la política diaria, a los asuntos cotidianos, a la vida de la gente. Tenemos un problema político porque el nacionalismo, en vez de convivir bajo el techo común de la Constitución, ha optado por la confrontación y la ruptura. Y ese grado de confrontación que el nacionalismo quiere hacer inevitable no podemos ignorarlo. España no puede ser a la vez lo que quiere la mayoría y lo que pretenden las minorías rupturistas. La democracia es un compromiso de respeto entre mayorías y minorías, pero ese compromiso es incompatible con la ruptura".